Medios, poder y contrapoder. Ignacio Ramonet

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Medios, poder y contrapoder - Ignacio Ramonet

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en nuevos formatos (como el libro digital), para hacer frente a compañías del sector de tecnologías, como Google, Amazon y Apple.[23] Acuerdos de miles de millones como ese minimizan las chances de sobrevivencia de editoriales de pequeño y medio porte, acentúan la invasión de obras extranjeras en países en los cuales no se habla inglés y acarrean el riesgo de reducción de la diversidad en los catálogos, ya que títulos de baja rentabilidad (como ensayos literarios y de ciencias humanas y sociales) tienden a ser menospreciados.

      El escenario descripto profundiza asimetrías entre los centros hegemónicos (en los cuales las megaempresas son exponentes) y las periferias, lo que realza desajustes típicos del desarrollo excluyente y desigual que caracterizan el modo de producción capitalista.

      Controlar la rentabilidad dispersa

      El éxito del sistema corporativo de medios se vincula al mejoramiento de tecnologías que favorezcan el comando a distancia y la velocidad de circulación del capital. La productividad y la competitividad dependen de la capacidad de los agentes económicos de aplicar, con rapidez inaudita, los datos y conocimientos obtenidos, de forma sincronizada y en amplitud global. La información estratégica en los circuitos digitales se vuelve una mercadería como otra cualquiera, sujeta a la ley de la oferta y de la demanda, al mismo tiempo convertida en precioso insumo básico para la generación de dividendos competitivos.

      No es difícil entender por qué se invierte tanto en tecnologías de comunicación y de información: según la consultora Gartner Research, en 2012, se invirtieron globalmente 2,7 billones de dólares, incluyendo proyectos públicos y privados.[24] Para tener una idea de lo que significa este valor, supera los productos brutos internos de Brasil y de Gran Bretaña, sexta y séptima mayores economías del mundo en 2011.[25]

      Con el uso de herramientas tecnológicas, grandes empresas acumulan volumen de informaciones esenciales para decisiones estratégicas, como investigaciones, tablas, informes e históricos de compras que delinean perfiles de clientes, deseos de consumo e, incluso, los posibles riesgos de pérdida de consumidores.[26]

      No es nada casual la lucratividad alcanzada por agencias de noticias transnacionales. Recolectan, seleccionan y proveen, a peso de oro, una cantidad ininterrumpida de informaciones especializadas, que sirven para la instrucción en intervenciones inmediatas de traders, corredores y analistas. Cuando más turbulencias hay en la economía globalizada, más recurren los especialistas a las terminales de cotizaciones y a los análisis de las agencias. La disminución de los plazos de respuesta de inversores y especuladores se vuelve norma de sobrevivencia frente a la volatilidad de los mercados financieros.

      El consultor financiero Marcelo d’Agosto explica que el desarrollo tecnológico facilitó el acompañamiento diario del mercado, ya que la divulgación instantánea de las cotizaciones favorece una rápida percepción de las tendencias. Además, los sistemas computarizados monitorean flujos financieros y tratan de evitar la distorsión de precios. De acuerdo con el consultor, la carrera tecnológica “terminó desencadenando la automatización de las negociaciones, con la necesidad de adoptar estrategias de ejecución de los negocios cada vez más complejas. El objetivo”, dice, es “tratar de identificar, en el menor tiempo posible, las tendencias del mercado y evitar que las estrategias de negociación sean detectadas por los demás participantes”.[27]

      Con la sofisticación de las infraestructuras de gestión, acompañamiento e intervención en tiempo real, ya no se exige proximidad entre los lugares de planeamiento, producción y consumo. Por el contrario, hay una íntima relación entre la desterritorialización de la producción y las instancias de control de todo el flujo empresarial, por medio digital.

      Para ajustarse a mercados geográficamente dispersos, las organizaciones pasaron a comandar sus emprendimientos a partir de un centro de inteligencia –el holding– encargado de establecer prioridades, directrices, planes de innovación y parámetros de rentabilidad para subsidiarias y filiales. El holding se destaca como polo de planeación y de decisión al cual se remiten las estrategias locales, nacionales y regionales. Organiza y supervisa la institución de arriba a abajo, en fragmentos y nódulos de una red constituida por ejes estratégicos comunes y jerarquías intermediarias flexibles. Las tecnologías son insustituibles para el ejercicio del comando a distancia, pues posibilitan la coordinación y la descentralización de los procesos decisorios, así como la articulación entre los procedimientos operativos de filiales, subsidiarias, departamentos y áreas de planeamiento, ejecución, control e integración.

      Tenemos, entonces, una concentración de poder sin centralización operativa. Sin embargo, no nos olvidemos de que esa flexibilidad es relativa, ya que filiales y subsidiarias permanecen en el radio de eventuales reorientaciones de la matriz. El holding avala una red corporativa formada por elementos complementarios, pero mantiene, gracias a la informatización, la ascendencia sobre el todo, recurriendo a mecanismos de acompañamiento de metas de producción, costos, comercialización e ingresos.

      Ni Hollywood escapa a la descentralización de los parques productivos. Grandes estudios entraron en la era de la runaway production (producción expatriada) y buscan países con mano de obra especializada más barata y menos presiones fiscales que las de los norteamericanos. En cuanto a las estrellas (actores, guionistas, directores), continúan llegando a California, se reclutan técnicos y elencos de apoyo en los lugares donde se realizan los rodajes. Según Harvey B. Feigenbaum, Canadá fue uno de los más beneficiados con los traslados de las producciones fuera de Estados Unidos por su proximidad geográfica, idioma en común, las semejanzas con ciudades norteamericanas, las relaciones entre los sindicatos de ambos países, la desvalorización del dólar canadiense y las reducciones de impuestos. Hollywood se expande hacia otras regiones del planeta, como describe Feigenbaum:

      Para filmar Titanic, la Fox construyó un estudio gigantesco en México, donde las leyes son bastante favorables para los inversionistas. En Australia, para atraer a la industria cinematográfica norteamericana, es el Estado el que subvenciona la construcción de estudios de rodaje y posproducción […] En Europa, también, la historia ya conocida de los traslados rumbo a los viejos países del bloque comunista comienza a alcanzar también a la producción cinematográfica. La República Checa, que dispone de infraestructura y de un savoir-faire reconocidos, seduce a las producciones hollywoodenses. En Rumania, el costo irrisorio de la mano de obra permite atraer proyectos de alta calidad.[28]

      En estos países, las asociaciones de productores, directores y técnicos reclaman que la competencia es desleal porque no disponen de los recursos y de las ventajas que se les ofrece a los estudios extranjeros, ni cuentan con legislaciones que protejan de modo eficaz la cinematografía nacional.

      El traslado de la producción es sólo un ejemplo de los profundos cambios estructurales y organizacionales en Hollywood. Los grandes estudios de Los Ángeles, aunque continúen existiendo, no centralizan más los procesos de producción y distribución de las películas. Hoy son responsables de la coordinación de la distribución nacional e internacional y de la parte financiera, además de la aprobación de scripts, del control de copyright y de las reglamentaciones. Ahora las etapas de producción de las películas superan los límites del polo cinematográfico e involucran empresas especializadas y tercerizadas, pero interconectadas. Se estima que participan del mercado de cine y televisión en Estados Unidos alrededor de 115.000 empresas, la mayoría de pequeño o mediano porte. Se vinculan a ellas cerca de 770.000 asalariados y 1,7 millón de personas en empleos indirectos. Se trata, entonces, de un modelo de tercerización en que cada película es un emprendimiento autónomo.[29]

      Para viabilizar producciones con presupuestos millonarios, los estudios de Hollywood se estructuran en moldes semejantes a los de instituciones financieras: una parte del dinero invertido no les pertenece, ya que proviene de inversores, patrocinadores y coproductores. El ex vicepresidente de Sony Pictures Frances Seghers aclara:

      El rol de los estudios es al mismo tiempo un poco menor

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