Nosotros sobre las estrellas. Sarah Mey

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—apremia la mujer.

      Y mueve las manos al mismo tiempo que gesticula a los invitados para que vayan al jardín principal, donde tendrá lugar la celebración. Comienzo a caminar con mi hermano a mi lado y no puedo evitar sonreírle. Sin lugar a dudas, Jessica lo tenía agarrado por las pelotas. Había sido ella quien había querido que se casasen, y él le había pedido matrimonio al día siguiente. Quitando todo eso de que supuestamente estaban enamorados, Mike parecía algo así como el perrito faldero de Jessica, y todo lo que ella le dijese le parecía bien.

      —¿Has dicho que sí a llenar el jardín de rosas en color rosa? Eso es pasteloso hasta para ti.

      Mike pone los ojos en blanco y me da la razón con la mirada.

      —Y horrible… —añade él, como si pasteloso no fuese suficiente—. Yo quería rosas azules, pero soy incapaz de llevarle la contraria a Jessica en un día normal, mucho más en el día de su boda.

      Asiento con la cabeza y me mojo los labios con la lengua. Al menos mi hermano admite que es un huevón. Por lo menos se da cuenta de eso. Lo que no entiendo es que no le importe. Él, que siempre ha hecho lo que ha querido con las tías. No puedo evitar mirarlo de reojo mientras los invitados se sientan.

      —¿Te da igual que lo haya escogido todo Jessica?

      Mi hermano coge una bocanada de aire y suspira con fuerza.

      —Algún día te enamorarás de alguien y harás cualquier cosa para que sea feliz.

      Esa frase hace que me detenga en seco. ¡Qué tontería! Yo no creo en esa clase de amor. De hecho, apenas creo en el amor. Creo que el amor consiste en cogerle mucho cariño a alguien a quien ves muchas veces, ya sabéis, la típica frase de que el roce hace el cariño… Pero eso de amor a primera vista y ese tipo de cosas, buah…

      Por unos instantes me vuelvo a plantear, por milésima vez desde que me enteré de con quién iba a casarse, si debería contarle todo lo ocurrido a Mike. Y por milésima vez, me siento un cobarde por mantenerme callado. No puedo ser yo quien le joda esto. Quizá puede que incluso sí que estén enamorados. Puede que la espinita que tengo clavada en el pecho sea por algo sin sentido. Pero ¿y si no lo es? ¿Y si Jessica le cuenta algo? ¿Cómo reaccionaría Mike? ¿La dejaría? ¿Me odiaría? Solo pensarlo me provoca un agujero en el pecho. Dejo a mi hermano como cosa perdida y me dirijo hacia Mar, con intención de provocarle un infarto y distraerme. Ella me sonríe y veo cómo sus ojos se iluminan.

      —Me encanta que estés sonriente —me dice, recordando que se cansó de decirme por videollamada que sonriese.

      —He venido a decirte que necesitaré un asiento más al lado del mío.

      Ella coge aire con sorpresa y puedo jurar que se le hincha la vena de la garganta.

      —¿Qué? —exclama, y creo que jamás he visto tanta amenaza en una sola palabra.

      —Sí, lo necesitaré aquí y en la mesa de la boda.

      Ella abre los ojos y pestañea. Está algo así como en shock y yo no puedo estar más divertido. Al menos lo estoy hasta que su mirada cambia y sus ojos parecen perforarme con rabia.

      —¿Te has atrevido a traer una invitada después de haberme dicho que no lo harías?

      Le cuesta hablar y parece que está hiperventilando. Coge un abanico del bolso y comienza a abanicarse mientras que no para de hacer gemidos con la boca, como si estuviese realmente a punto de darle un ataque.

      —Eh…

      La forma en la que está y el darme cuenta de que ha comenzado a sudar a mares hace que me quede totalmente quieto y que no sepa cómo responder. Si a esta mujer le da un infarto en el día de la boda de mi hermano, Mike me mata.

      —Oye…, tampoco hace falta que la pongas a mi lado —le digo y veo cómo sus respiraciones continuas y sobresaltadas se calman un poco.

      —Oh… —se relaja—. En ese caso buscaré una silla en la parte de atrás e informaré a los camareros de que pongan otra silla en otra mesa.

      Parece que se ha recobrado, pero antes de irse me mira y me señala con el dedo, amenazante.

      —Escúchame bien, James Hamler, si algo sale mal en esta boda por culpa de tu amiga, puedo jurarte que te echaré las culpas delante de Jessica, y créeme que te lo recordará toda la vida.

      Con Jessica… Veo que incluso ella se ha dado cuenta de quién es la persona más peligrosa del lugar. La veo tan alterada que trago saliva y me limito a entreabrir los labios mientras ella sale disparada corriendo hacia el interior de la casa y se detiene a hablar con Yolie, la otra organizadora de bodas que me fulmina con la mirada. Vaya… si las miradas matasen.

      Elle se acerca a mí en ese momento y me inquiere dónde ha de colocarse. Le agarró la cintura con la mano y la señalo hacia Yolie.

      —Ella te dirá dónde has de colocarte. Como no he avisado no puedes sentarte en primera fila conmigo, es por algo de la estética del lugar.

      Mi acompañante se queja y en el fondo le doy la razón.

      —¡Oh, venga ya! ¡Pero que más le da a ella dónde me siente! ¿Sabes qué? Me voy a poner a tu lado.

      Y tan ancha la veo coger una de las sillas que tenemos cerca con intención de colocarlas en la primera fila. Agarro su mano nada más levantar la silla en alto y me pongo lo más serio e imponente que puedo.

      —Oye, para mí también es una tontería, pero que las sillas estén ordenadas es algo importante para la novia, y créeme que si la conocieses tú tampoco querrías provocarle un ataque cardíaco el día de su boda.

      Ella me mira pensando que estoy de broma. Lo siento. No lo estoy. Con gesto altivo me mira de arriba abajo y me jode en el alma lo que está pensando. Acaba de pensar que soy un calzonazos. Y vaya… qué mal sienta. Tal vez sea el karma, yo pienso que mi hermano es un huevón, y ella piensa que lo soy yo. ¿Dónde demonios queda mi imagen de chico duro después de esto?

      —Oye, ¿sabes qué?, ponte a mi lado.

      Mike va a matarme. Jessica va a matarme. Soy imbécil.

      Elle cambia de actitud, me mira de nuevo con una sonrisa y niega con la cabeza.

      —No importa. Me sentaré atrás con tus primos.

      La veo irse y también soy consciente de que le pone ojitos a uno de mis primos. O al menos él se los pone a ella. Eso me da igual, pero… ¿Qué cojones acaba de pasar? Me acaba de decir que no quiere estar en primera fila y antes que sí. ¿Es que acaso solo quería que le dijese que podía sentarse dónde quisiese? ¿Por qué las tías son tan complicadas?

      La veo alejarse y me quedo mirando su espalda. El vestido cae en picado hacia su trasero y deja su bonita espalda a la vista. Me quito el sudor de la frente con la muñeca y sigo sin entender lo que acaba de pasar hasta que me doy cuenta de que alguien me observa. Me giro hacia donde está esa persona al tiempo que un camarero pasa justo por delante de mí y me corta el campo de visión. Niego con la cabeza y busco con la mirada a ese alguien que juro que he sido capaz de sentir, pero no veo a nadie salvo a Mar agarrándome por la mano y llevándome a mi asiento con gesto malhumorado.

      Todos los invitados

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