Nosotros sobre las estrellas. Sarah Mey
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—¿Acabas de cometer el gran error de llamarme perro?
Su voz suena amenazante y sus ojos parecen rabiosos, pero no doy ni un solo paso atrás y hago lo único que creo que no se espera. Me acerco más y nuestras narices se rozan unos segundos. Él se ha agachado para estar a mi altura, pero aun así los centímetros que me gana en estatura logran intimidarme. Todo en él es cautivador. Sus ojos… la forma en la que eleva la comisura del labio… su hoyuelo en la mejilla derecha… su olor…
No duda ante mi cercanía, como he esperado, y siento su respiración en la punta de la nariz. Probablemente él sienta la mía en el cuello ahora que he empezado a respirar de nuevo y que él ha dejado de inclinarse un poco.
—Yo no te he llamado perro. Te he llamado perrito faldero. Tienen connotaciones distintas. Los perros son bonitos, los perritos falderos, pesados.
No sé de dónde he sacado el valor de decir eso. Veo cómo sus ojos se abren un poco por la sorpresa y soy capaz de ver que pierde los papeles. Lo escucho hacer un ruido gutural con la garganta y coger aire cuando una voz nos interrumpe a ambos y nos hace separarnos unos centímetros.
—¡James! ¡Ya veo que conoces a Mais! —distingo la voz de Mike y me giro hacia él.
Le sonrió y me abrazo a mí misma al tiempo que le corrijo.
—Maisie —digo posando mis ojos en James de manera significativa.
Él pone los ojos en blanco, pero veo que su aspecto ya no es enfadado y soy capaz de apreciar que mira a Mike con cariño.
—Enhorabuena por tu boda. Traté de decírtelo antes y me fue imposible.
Acabo de pasar a un segundo plano y no sé cómo. Los dos chicos que tengo delante intercambian una mirada de complicidad y un abrazo en plan machote. Me doy cuenta de que dura más tiempo de lo normal y me siento incómoda, como si observase una escena que tiene una gran carga sentimental. Me los quedo mirando cuando se separan y los veo realizar un cruce de ojos con afecto.
Vaya, James, al parecer eres un amigo íntimo de Mike. ¿Quién iba a decirme eso? Dakota se coloca a mi lado, nerviosa, y le pone ojitos a James. Me parece una idiota total, aunque más me lo parece él cuando mira su cuerpo con avidez, provocando que yo entrecierre los ojos con ferocidad. Más le vale dejar a mi prima en paz.
—Eh, ¿nos conocemos?
Mi prima niega con la cabeza y suelta una carcajada demasiado obvia. Y yo me quedo mirando a ambos de la misma forma en la que lo hace Mike. ¿De verdad que piensan ligar delante de nosotros? ¿Ya? ¿Así, tal cual?
Toso tratando de llamar la atención de mi prima y ella posa sus ojos azules en mí. James me mira con recelo y eleva una ceja. Está claro que no le gusta que haya interrumpido su conversación.
—¿Nos disculpáis? Creo que Jessica está llamándonos —digo señalando a mi hermana y agarrando el brazo de Dakota.
Ambos asienten, aunque por el rabillo del ojo veo cómo James no está complacido. Y sinceramente, me da igual. Al revés, me gusta. Si quieres ligar, majete, te aseguro que no será con alguien de mi familia y en mis propias narices.
—¿Qué demonios estás haciendo con ese chico? —le pregunto a Dakota, cuyo pecho sube y baja con demasiada intensidad.
Dakota se hace la sorprendida. Primero Ariel le pone ojitos en la iglesia y ahora de nuevo ella. ¡Fenomenal!
—Nada, solo hablábamos.
Pongo los ojos en blanco, molesta.
—¿Es que acaso tienes algo con él?
Dakota parece tener demasiado interés en mi respuesta.
—¿Qué? Puaj, pues claro que no. ¿Cómo puedes pensar eso?
Se encoge de hombros mientras nos acercamos a Jessica. La otra dama de honor ni tan siquiera se imagina que me he inventado que nos ha llamado.
—Entonces, ¿que más te da que hable con él?
La fulmino con la mirada ante ese comentario.
—He conocido hoy a ese chico y no me gusta su actitud. Es muy altivo y es un imbécil.
Ella sonríe y me mira con algo de compasión, lo cual no entiendo.
—A mí me parece seguro de sí mismo y muy guapo. ¿Lo has visto bien?
Aguanto las ganas de gritarle que no tiene ni idea y de montar un numerito y me conformo con apretarle con fuerza la mano que aún le tengo agarrada.
—¡Ah! —se queja ella.
—Lo siento —digo con rapidez mientras miento—. Ya sabes, ha sido el tobillo.
Le lanzo una mirada de disculpa, aunque en realidad no siento en absoluto haberle apretado la mano. Dakota, definitivamente, se ha vuelto loca. ¡Quiere ligar con James!
—¿Qué demonios le ves a ese chico para interesarte por él? Acabas de conocerlo.
Dakota ríe y se muerde los labios.
—Tiene unos ojazos, es muy guapo, tiene pelazo y, no sé si te has fijado, pero tiene un culo que lo flipas.
Contengo la respiración ante la evaluación de mi prima y cojo una bocanada de aire, frustrada.
—Solo es un físico —le digo mientras muevo el tobillo.
Esto tiene que ser el karma, porque ahora sí que acaba de volver a molestarme de verdad. De hecho, no ha dejado de dolerme desde que me dio ese dolor tan fuerte en la ceremonia por doblárseme el pie. Creo que necesito un ibuprofeno o incluso algo más fuerte.
—¡Oh, venga ya! También parecía simpático.
Niego con la cabeza y no digo nada más. No estoy de humor para hablar de él.
—Si no lo conoces, ¿cómo estas tan segura de que no me conviene?
Dakota eleva ambas cejas y yo me froto las manos, nerviosa.
—Lo conocí esta tarde en el gimnasio. Vino a entrenar y hablé un poco con él. Por si eso fuese poco, me mareé e insistió en escoltarme hacia casa siguiéndome con su coche mientras yo conducía.
El sonido que suelta mi prima por los labios hace que mucha gente se gire a mirarnos.
—¡Ooooooooohhhhhhh! ¡No me lo puedo creer! ¡¡¡¿Pero aún quedan hombres así?!!!
Cierro los ojos otra vez y cuando los abro sonrió forzosamente a una señora que no conozco y que tiene que ser familiar de Mike.
—¡Oh, Dakota, por favor, no seas cría! Ese comportamiento no es normal.
Siento