La interpretación de los sueños. Sigmund Freud
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El acervo de ideas latentes que se ha reunido para formar el contenido manifiesto tiene que ser, desde luego, apropiado para tal empleo. Y para ello precisa integrar uno o varios elementos comunes a todos los componentes. La elaboración del sueño procede entonces como Francis Galton en la formación de sus fotografías de familia; esto es, oculta los diversos componentes, superponiéndolos, y hace que surja con toda claridad lo que de común hay en ellos, mientras que los detalles contrarios se destruyen recíprocamente. Este proceso constitutivo aclara también en parte la singular vaguedad de muchos elementos del contenido del sueño. Nuestro arte interpretativo basa en estos conocimientos la regla siguiente: allí donde en el análisis se encuentra una impresión que puede resolverse en la elección alternativa de dos elementos (o el elemento A o el elemento B), debe sustituirse, para la interpretación, tal alternativa por una agregación (el elemento A y el elemento B), tomando cada uno de los miembros de la aparente alternativa como punto de partida independiente de una serie de ocurrencias.
En aquellos casos en que las ideas latentes carecen de tales elementos comunes, la elaboración del sueño se ocupa en crearlos para hacer posible la representación común en el contenido manifiesto. El camino más cómodo para aproximar dos ideas del sueño que no tienen aún nada común consiste en variar la expresión verbal de una de ellas; operación a cuyo éxito coadyuva la otra por una correlativa transformación a otra forma expresiva. Es éste un proceso análogo al que tiene lugar en la composición de aleluyas, en las cuales la rima sustituye muchas veces al elemento común buscado. Una gran parte de la elaboración del sueño consiste en la creación de tales ideas intermedias, a veces muy chistosas, pero con gran frecuencia harto retorcidas y forzadas, que alcanzan desde la representación común en el contenido del sueño hasta las ideas del mismo, de diferente forma y esencia, y motivadas por los estímulos del sueño. También en el análisis de nuestro ejemplo hallamos un tal caso de transformación de una idea encaminada a hacerla coincidir con otra totalmente extraña a ella. Continuando el análisis, tropezamos con la idea de que yo quisiera también conseguir alguna vez algo de balde; pero esta forma es inutilizable para el contenido del sueño, y, por tanto, es sustituida por otra: Quisiera gozar de algo sin que me «costase» nada. La palabra «costar» («kosten»=costar o probar, «Kost»=plato, manjar) se adapta, con su segundo significado, al ciclo de representaciones de la «mesa redonda», y puede hallar su representación en las espinacas servidas en el sueño. Cuando en mi casa se sirve algún plato que mis hijos rechazan, intenta primero su madre hacérselo comer con las palabras: Aunque no sea más que probarlo (kosten). Parece extraño que la elaboración del sueño aproveche tan sin titubeos el doble sentido de las palabras, pero el análisis de los sueños nos muestra que se trata de un proceso regular y corriente.
Por la labor de condensación del sueño se explican también determinados componentes del contenido del mismo que le son peculiares y no se hallan en la ideación dispuesta. Son éstos las personas colectivas y mixtas, y los singulares productos híbridos; creaciones análogas a las composiciones zoomórficas de la fantasía de los pueblos orientales. Mas éstas han llegado a concretarse en nuestro pensamiento como unidades sintéticas; al paso que las composiciones oníricas presentan una inagotable riqueza de nuevas formas. Todos conocemos tales productos por nuestros propios sueños, siendo muy diversos los procesos por medio de los que llegan a constituirse. Podemos formar una tal persona compuesta formando rasgos de dos o más diferentes y atribuyéndoselos a una sola, dándole la figura de una y pensando en nuestro sueño en el nombre de la otra, o representándonos exactamente la imagen de un determinado individuo, pero colocándolo en una situación de la que otro fue protagonista. En todos estos casos es muy significativa tal síntesis de varias personas en una sola, que las representa a todas en el contenido del sueño, y su sentido es el de un «y» o un «también»; esto es, una equivocación de las personas originales con respecto a una determinada cuestión, que por otra parte puede hallarse indicada asimismo en el sueño. Mas por lo general esta comunidad, existente entre las personas fundidas en una sola, no se descubre sino en el análisis, no hallándose indicada en el contenido del sueño más que por la formación de la persona colectiva.
Igual regla analítica es aplicable a las formaciones mixtas del contenido del sueño, de tan rica composición, y de las que no creo necesario citar ejemplo alguno. Su singularidad desaparece por completo cuando nos decidimos a no colocarlas al lado de los objetos de la percepción despierta, sino que recordamos que representan un rendimiento de la condensación onírica, y hacen resaltar sintéticamente un carácter común de los objetos así combinados; comunidad que también aquí no aparece más que en el análisis. El contenido del sueño nos dice tan sólo que todas aquellas cosas tienen una X común. La descomposición de tales productos mixtos por medio del análisis conduce con frecuencia por el camino más corto al significado del sueño. Así, soñé yo una vez que me hallaba sentado, con uno de mis antiguos profesores universitarios, en un banco, que se movía rápidamente hacia adelante entre otros muchos. Era esto una especie de combinación de un aula con un trottoir roulant. Otra vez soñé hallarme en un vagón del ferrocarril, llevando sobre mis rodillas un objeto de la forma de un sombrero de copa, pero del más transparente cristal. La situación me recordó en el acto el conocido proverbio de que «sombrero en mano puede recorrerse toda la Tierra». El sombrero de cristal recuerda, tras de cortos rodeos, a los mecheros Auer, haciéndome ver que mi sueño entrañaba el deseo de hacer un descubrimiento que me hiciese tan rico e independiente como el suyo a mi compatriota el doctor Auer, de Welsbach, y que entonces viajaría mucho, en vez de tener que permanecer en Viena. En mi sueño viajo con mi invento -el sombrero de cristal-; objeto, por cierto, nada corriente aún. La elaboración del sueño gusta preferentemente de representar por medio de un solo producto mixto dos ideas contrarias. Así, cuando una mujer se ve en sueños llevando una alta vara florida, como el ángel en los cuadros que representan la Anunciación (inocencia: María es el nombre de la sujeto de este sueño); pero las flores de la vara son grandes, blancas y semejantes a camelias (antítesis de la inocencia: dama de las camelias).
Buena parte de lo que hemos llegado a conocer sobre la condensación del sueño puede resumirse en la fórmula siguiente: cada uno de los elementos del contenido del sueño está superdeterminado por el material de las ideas del sueño; tiene su antecedente no en un solo elemento de las ideas del sueño, sino en toda una serie de ellos que no necesitan estar muy próximos unos a otros dentro del contenido latente, pues pueden pertenecer a los más diferentes sectores del tejido ideológico. El elemento del