Identidad. Represión hacia los homosexuales en el franquismo. Lucas Jurado Marín

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Identidad. Represión hacia los homosexuales en el franquismo - Lucas Jurado Marín

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por ser homosexual.

       Ahí comenzó el miedo a asumir mi identidad.

      INTRODUCCIÓN

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      Cuando la editorial me propuso escribir este ensayo, lo primero en que pensé fue en el significado que tendría para mí y para el conjunto de la sociedad. De qué forma estas líneas resultarían útiles, a cualquiera que transite en soledad, por el largo y tortuoso recorrido que es la aceptación de la propia identidad, tanto por uno mismo como por el entorno. A veces, terceras personas provocan atascos en ese camino lleno de sinsentidos. Estas parecen no estar de acuerdo o no admiten la diversidad, que caracteriza a la sociedad y al conglomerado de seres humanos.

      Creo que estamos en deuda con todas aquellas personas que duramente lucharon a largo de la dictadura franquista, la Transición y, por qué no decirlo, en el momento actual, para defender su identidad, para alcanzar la plenitud como seres humanos.

      No ha sido nada fácil la aceptación por parte de una sociedad cada vez menos concienciada, ni tampoco por parte de aquellos que se han auto reprimido para no asumir lo que realmente son, bien por temor bien por circunstancias personales. A lo largo de las diferentes entrevistas, vais a poder ser partícipes de cómo una persona homosexual reprimirá su propio ser a favor de las exigencias de una sociedad cada vez más inflexible a nivel personal.

      A parte de honrar la memoria, como he dicho anteriormente, de aquellos que lucharon por defender en tiempos política y socialmente convulsos, pretendo dar sentido a todo aquello que me ha ocurrido tiempo atrás, ya que, en parte gracias a ello, soy lo que soy en tiempo presente. Porque no hay nada más importante de cuales cosas nos ocurran que aceptarse como uno mismo es, libre como el agua que fluye río abajo y desemboca al mar.

      En definitiva, se trata de devolver la dignidad y restituir la memoria de todos los que han contribuido a que hoy en día la homosexualidad no sea utilizada como un arma contra los que quieren ser ellos mismos, los que luchan por descubrir a la luz su apresada identidad, su realidad.

      Uno de los miedos que tuve a la hora de asimilar mi homosexualidad fue el pensar en mí en tiempo futuro. ¿Qué sería de mí cuando fuera mayor? No tengo referentes homosexuales de personas de cierta edad. Los medios nos venden la homosexualidad como algo pasajero que se diluye con la edad. De hecho, en las series de televisión no aparecen mayores LGTB.

      Aún hoy, en pleno siglo XXI, la homosexualidad no está completamente aceptada en la sociedad. Hay quien sigue creyendo que lo homosexual es sinónimo de pornografía, perversión y corrupción. Supone por un lado condenar socialmente a personas que por su condición sexual se ven abocadas a llevar una doble vida, una homosexualidad encubierta en pro de una heterosexualidad socialmente aceptada, para poder sobrevivir ante ataques ajenos. Sin duda alguna, en este ensayo se parte desde la nada y, poco a poco, nos iremos adentrando en las entrañas de la sociedad para comprobar mediante la legislación y con la ayuda de los represaliados de qué forma vivían su condición sexual en un periodo donde primaban más las apariencias que la propia realidad personal. Aunque, en cierto modo, en el momento actual sigue siendo igual, solo han cambiado los tiempos, las mentalidades parecen estar anquilosadas en un pasado no tan glorioso como algunos consideran.

      Las víctimas del franquismo por su condición sexual son los grandes olvidados de la HISTORIA, y escribo historia en mayúsculas, porque con su sudor y sangre fueron escritas las líneas más cruentas y farragosas del franquismo, que hasta ahora nadie se ha atrevido a leer.

      De igual modo, cabe advertir al lector que no se encuentra ante un ensayo al uso, sino más bien ante un ensayo atípico, donde priman lo autobiográfico y la subjetividad, pero sin renunciar por ello a los hechos históricos.

      Lucas J. Marín

      HOMOSEXUALIDAD, UNA APROXIMACIÓN

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      Quizás esta parte del ensayo sea la más difícil de digerir por el lector, pero no hay que restarle importancia, pues nos ayudará a comprender el posterior desarrollo de la consideración legislativa y social hacia la homosexualidad.

      Las teorías sobre el origen de la homosexualidad son muy variadas y de diversa consideración. En 1825, Sir Alexander Morrison contemplaba la homosexualidad como un tipo de desequilibrio mental parcial, cuya principal característica es una inclinación irrefrenable hacia la realización del delito contra natura. La visión más científica en torno a la homosexualidad se desarrollaría a lo largo del siglo XIX.

      Una personalidad del momento, Karl Westphal, que era profesor de psiquiatría en Berlín, fue el primero en considerar la homosexualidad como un problema clínico y científico. Con la publicación en 1869 de un artículo relatando el caso de lesbianismo en la revista Archiv für Psychiatrie, el sentimiento sexual contrario, como él había denominado a la homosexualidad, no era algo adquirido, sino congénito. En cambio, la del neurólogo Richard Von Krafft-Ebing se convertiría en una obra de referencia al considerar la homosexualidad como una psicopatología de la vida sexual.

      Otra apreciación acerca de la homosexualidad no menos interesante es la que se hace en 1891 en el libro Die conträre Sexualenpfindung, donde la homosexualidad aparece como consecuencia de la masturbación. En cambio, el británico Henry Havelock descartaba la relación entre la homosexualidad y la masturbación.

      Destaca el papel del padre del psicoanálisis, el señor Sigmund Freud, que desarrolló las teorías sobre el origen de la homosexualidad que más repercusión han tenido. Se refería a los homosexuales y lesbianas como desviados, distinguiendo en ellos tres tipos: invertidos absolutos, invertidos anbigénicos e invertidos contingentes. Los invertidos absolutos son los que posteriormente han sido denominados como homosexuales exclusivos. Los anbigénicos serían los bisexuales y los contingentes aquellos que tendrían prácticas homosexuales dependiendo de las circunstancias.

      Según Freud, los invertidos, en sus primeros años de vida, sienten una fijación hacia la mujer tan fuerte que después de abandonar esa fijación se identifican ellos mismos con esa mujer y se toman a sí mismos como objeto de deseo sexual. El invertido o desviado, partiendo de su narcisismo, buscará en sus iguales alguien parecido a él, para darle su amor del mismo modo que su madre se lo había dado a él.

      Asimismo, Freud consideró como factor importante a la hora de desarrollar una desviación homosexual la función del padre como eje fundamental, pues esta ocurre cuando su labor como padre no es correcta.

      Otra teoría que ofrece Freud para explicar el origen de la homosexualidad es el narcisismo genial del individuo. Es tal la fascinación que este siente por los suyos propios que busca unos semejantes, al descubrir la carencia de pene por parte de la mujer.

      Será en 1922 cuando Freud proponga una de sus teorías más arriesgadas, siendo la mujer el punto sobre el que se vertebre la homosexualidad, como consecuencia de la excesiva fijación del hijo hacia la madre. El niño pasará a identificarse con el sexo biológico al que no pertenece. En este caso, si hubiera un hermano mayor, este sería considerado como un rival en su camino.

      Freud estaba convencido de que lo que realmente atrae a los hombres de otros semejantes homosexuales son las cualidades femeninas de estos. Además, considera que hay más lesbiana de carácter masculino que hombres afeminados.

      Es preciso aclarar, como considera Juan A. Herrero Brasas, que Freud en ningún momento entiende la homosexualidad

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