Identidad. Represión hacia los homosexuales en el franquismo. Lucas Jurado Marín
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HOMBRE, SEXO Y SOCIEDAD****1
Hombre, sexo y sociedad es a la par una historia y un análisis de las costumbres y prácticas relacionadas con el sexo, sin excluir el tema de la píldora y de la revolución que esta ha supuesto en la sexualidad y en la educación sexual. El profesor Ashley-Montagu describe algunos de los ritos más primitivos que aún hoy se siguen practicando, critica los informes Kinsey, ataca a quienes por oscuras razones de una moralidad poco natural han hecho, a través de los siglos, que el sexo se convirtiese en algo oculto y prohibido. Va pasando revista a los mitos impregnados de temor y represión que circulan en torno a la masturbación y a la homosexualidad, impugnando asimismo los errores tan extendidos en torno a la virginidad, la menstruación y el embarazo. Otros puntos de que se ocupa el doctor Ashley-Montagu son la superioridad sexual de la mujer, los efectos psicológicos que sobre la personalidad tiene el orden de nacimientos, creencias y prácticas para determinar el sexo del futuro niño, costumbres y ritos relacionados con el sexo, cortejo y matrimonio. Al tratar todos estos puntos, el doctor Ashley-Montagu conjuga la biología, la genética, la sociología, la psicología y la etnología, y el resultado es un libro sumamente sugestivo y de amena lectura, al tiempo que sólido e instructivo desde el punto de vista científico.
La Vanguardia. Jueves 3 de diciembre de 1970. Pág. 52.
Al respecto de las teorías biológicas, son tres las consideradas. Por un lado la endocrinológica, la neuroanatómica y por última la genética. Será el científico alemán Gunter Döner, quien proponga que la homosexualidad está determinada por el número de hormonas masculinas o femeninas recibidas durante una etapa crítica de la fase prenatal.
En el siglo XX, destaca el estudio del científico Alfred Kinsey, el cual realizó el conocido por su nombre como “Informe Kinsey”. La importancia del mismo radica, en que fue la primera encuesta a gran escala sobre la sexualidad en los Estados Unidos de América, revelándose la homosexualidad como un comportamiento, o tendencia más frecuente en el comportamiento sexual de los humanos. Es el creador de la conocida como “Escala Kinsey”. Existen detractores de este tipo de estudios, por ejemplo hay quien considera la Escala Kinsey, como un estudio sin fundamento alguno, que pretende medir mediante con una escala, cuán homosexual se es en relación con un baremo establecido.
****1 M. F. ASHLEY-MONTAGU. Colección «Tiempo al tiempo». Madrid: Guadiana, 1970.
DIAGNÓSTICO PRENATAL DE
LA HOMOSEXUALIDAD
La homosexualidad podría ser diagnosticada ya en el feto entre el cuarto y el séptimo mes de embarazo, según un estudio del Instituto de Endocrinología Experimental de la Universidad Humboldt de Berlín Oriental. Los seres homosexuales mostrarían una concentración hormonal distinta a los demás, informa el citado estudio. Sus autores, los doctores Ronde, Stahl y Douerner, creen que la homosexualidad es provocada por una deficiencia de hormonas andrógenas en el momento de la diferenciación cerebral. La alteración resultante en el cuadro de concentración hormonal puede ser detectada ya en el cuarto mes de embarazo, facilitando el diagnóstico precoz de una futura homosexualidad.
La Vanguardia. Domingo 7 de mayo de 1978. Pág. 53.
El recorte de prensa anterior está claramente en relación con la teoría hormonal, la cual alcanzó su momento álgido a finales de los años sesenta, siendo su máximo representante el científico alemán G. Dörner, quien consideraba que la cantidad de hormonas masculinas o femeninas durante una etapa crítica de la fase prenatal era decisiva en la futura orientación sexual. La aparición de una noticia de tal calado en la prensa nos permite hacernos una idea de la preocupación existente sobre la homosexualidad y de qué forma se podía prevenir su aparición. Quizás esta concepción hormonal de la homosexualidad abrió las puertas de la esperanza de aquellos que, obcecados consigo mismos, no deseaban “transmitir” la homosexualidad a sus hijos.
¿Qué he hecho yo para merecer esto? P. Almodóvar, 1984.
En relación a la consideración de que homosexualidad es igual a pederastia o abusos sexuales, podemos apreciar en la obra de Pedro Almodóvar ¿Qué he hecho yo para merecer esto?****2, donde la protagonista, madre de dos hijos, uno de ellos adolescente y traficante de heroína y el más pequeño habilidoso con las artes e interesado en los tebeos de chicas, ejerce de madre en un hogar corrompido por la miseria personal de sus habitantes, que tratan de sobrellevar el día a día en una ciudad en efervescencia, como era Madrid a comienzos de los años ochenta del siglo pasado. Encontramos a un personaje homosexual interpretado por el actor Javier Gurruchaga, que representa a un dentista con buena posición económica que se encapricha del hijo menor de Gloria, la protagonista. De esa relación médico-paciente surge una relación amorosa lujuriosa de interés para ambas partes. Se nos presenta al personaje homosexual como un ser sin escrúpulos interesado en jovencitos imberbes, es decir, un pederasta que compra al menor con objetos que no puede conseguir en su casa. De hecho, esta es una de las consideraciones que se tenían sobre la homosexualidad a finales de la década de los setenta del siglo XX. Como se puede leer en el apartado dedicado a la terminología, la homosexualidad se vincula estrechamente con la pederastia. Es justo lo que nos muestra esta maravillosa obra del director manchego: un joven homosexual interesado por la imagen que proyectaba hacia el exterior y en cubrir sus necesidades materiales de la mano de un señor mayor, que le compra con elementos ostentosos que le permitan dar rienda suelta a su creatividad. De hecho, en el film se da por sentada la normalidad de dicha relación.
Vemos a un joven homosexual, interesado únicamente en los placeres de la vida, el ocio y en disfrutar de su sexualidad. Lo mismo ocurre con el dentista, personaje encarnado por el genial actor Javier Gurruchaga, un señor que compra el amor del joven homosexual a base de caprichos. Las miradas entre ambos personajes son de complicidad y aceptación por parte de ambos. La imagen que se transmite de la homosexualidad es la que buena parte de la sociedad del momento concibe. Por un lado, se nos muestra como una alteración de la conducta, una desviación, una deficiencia en el menor que es aprovechada por el adulto que, con ingenio y dinero, manipula al joven, para obtener favores sexuales a cambio de cubrir sus necesidades materiales, como se ha dicho anteriormente.
Esto no es nada más que un fiel reflejo de la concepción de la homosexualidad por parte de la sociedad del momento y, en buena medida, sigue estando vigente en la mentalidad de algunas personas.
En 1968, llegó a las librerías un estudio****3 del británico Michel Schofield, auspiciado por el Ministerio del Interior de Gran Bretaña junto al Birkbeck College, en el cual se distinguen tres tipos de homosexuales. En un primer grupo, comprende los homosexuales que se encuentran en prisión, en un segundo apartado, los homosexuales que permanecen en clínicas, y, en un tercer grupo, los que nunca han sido arrestados.
A pesar de esas tres categorías de homosexuales, encontramos dentro de los considerados homosexuales dos subtipos: por un lado están los que “molestan” a los niños y por otro los que tienen tendencia a los adultos. Nuevamente encontramos a finales de los sesenta la consideración de que homosexualidad y pederastia van de la mano. Sin embargo, un artículo