Infancias, cultura y poder. Andrés Klaus Runge Peña

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Infancias, cultura y poder - Andrés Klaus Runge Peña Serie Latinoamericana de Niñez y Juventud

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inquietante comprender la situación de niños que son visiblemente afectados por la crisis de democracia, el debilitamiento progresivo de los Estados de derecho y la precarización estructural de las condiciones de vida, como consecuencia de reformas de ajuste estructural, liberalización y flexibilización de los mercados locales y globales. A estos se suma la crisis de la mayoría de las instituciones modernas, entre ellas la escuela, la cual persiste en la puesta en marcha de lógicas propias de la educación bancaria, cuyo fundamento está en la transmisión de contenidos y la reproducción social y cultural. Al parecer, la permanencia de este modelo en el tiempo está relacionada con la generación de sujetos productivos y obedientes, en sintonía con los proyectos hegemónicos de nación, ciudadanía, trabajo y consumo (Varela, 1995).

      Por último, se evidencia una serie de problemáticas relacionadas con el llamado mercado infantil y el uso de medios digitales en el contexto de la irrupción de la cultura digital. Al respecto, es importante interrogar cómo, frente a la oferta radical de las industrias del entretenimiento y el llamado mercado infantil, aparecen fenómenos diversos como la colonización de las mercancías en la vida de los niños desde el nacimiento, la generación de prácticas de consumo conforme a marcas que no venden productos sino que crean mundos solo para niños, así como el crecimiento progresivo del consumo de bienes simbólicos (televisión por suscripción, aplicaciones para móvil, videojuegos, realidad virtual y realidad aumentada), tras la acelerada mediatización de la cultura producida desde finales del siglo XX8. Así mismo, resultan inquietantes los cambios y las continuidades en los procesos de socialización de los niños, en lo que toca a su sensibilidad y al modo como acceden a la información y el conocimiento a partir de las múltiples formas de la informatización de la cultura.

      Las limitaciones teóricas en este campo de estudio, descritas anteriormente, no pretenden deslegitimar a los autores o negar las contribuciones de sus teorías, las cuales, en su momento, aportaron al conocimiento de los niños, así como a aquello que hoy se denomina infancia. No obstante, lo que sí está en cuestión es la persistencia de ciertas disciplinas en la actualidad, en el uso, casi paradigmático, de varias de estas teorías para explicar situaciones contemporáneas relativas a los niños o para producir determinadas intervenciones (educativas, psicosociales, terapéuticas, corporales) orientadas a normalizar u optimizar la mente y el cuerpo de estas personas, conforme a los ideales hegemónicos de civilización, progreso y desarrollo. Como respuesta a este problema, y ante la necesidad de abordar asuntos propios del mundo contemporáneo que involucran directamente a los niños, desde la década de los ochenta, en países como Inglaterra, Noruega y España, han surgido los llamados estudios de infancia9.

      Se trata de un campo interdisciplinario que asume la infancia como una realidad socialmente construida, como un espacio (social, político, cultural y simbólico) en el que se desarrolla la vida de los niños, y también como un componente fundamental para el funcionamiento de la estructura social. De manera complementaria, este campo de estudios comprende la infancia como el conjunto de discursos sobre los niños, producidos en condiciones históricas particulares, que, al contar con un orden específico y ser distribuidos de cierta forma en la sociedad, pueden alcanzar determinados efectos en las prácticas, las interacciones y los modos de pensar de los agentes sociales10.

      Por otro lado, este campo también plantea que los niños son actores o agentes sociales11, los cuales constituyen un grupo históricamente subordinado. A pesar de haber sido funcionales para perpetuar determinadas formas de dominación a lo largo de la modernidad, estos agentes, comprendidos también como grupo social, han adquirido una ubicación específica en la estructura social. Tanto su ubicación como las interrelaciones y acciones que estos producen pueden llegar a modificar la estructura. Por esta razón, no se trata solamente de asumirlos como niños que viven en determinados espacios y tiempos, o como sujetos de derechos que requieren protección, en el marco de la doctrina de la protección integral de la Convención de los Derechos del Niño (Unicef, 1989), sino como individuos con agencia, portadores de experiencias y saberes. En esta dirección, este campo de estudios los define como agentes sociales con biografías específicas e historias compartidas y con potencialidades para aportar a la construcción de mundos de vida y culturas propios. Al contar con sus perspectivas frente a lo que acontece en el mundo, no solo son reproductores de la cultura, sino también transformadores de esta.

      Además de la trayectoria del campo en algunos países de Europa, como ya fue descrito, desde finales de 1990 se han empezado a abrir paso debates y enfoques originados en varios países de América Latina y el Caribe, en medio de trayectorias teóricas e investigativas propias. Si bien no se trata de emular los estudios que se han desarrollado en el Viejo Continente, algunos temas y problemas abordados por parte de investigadores y grupos de investigación, centros de estudios y programas de posgrado en la región han desarrollado trabajos que guardan estrechas relaciones con ciertos enfoques y perspectivas de los investigadores de Inglaterra y España. Sin embargo, dadas las condiciones sociales, políticas, culturales y económicas de los países de la región, también se evidencian otros objetos de investigación y otros enfoques y metodologías.

      En tal contexto surge el presente libro, el cual tiene como propósito exponer algunas perspectivas teóricas sobre los niños y la infancia en el mundo contemporáneo, a partir del análisis de problemas que dialogan con los estudios de infancia, tanto en el ámbito europeo como latinoamericano. Los capítulos, producidos por distintos autores, buscan ofrecer al lector conceptos y estados del conocimiento, así como interrogantes y problematizaciones en este campo de estudio, que contribuyan a su actualización y discusión. Lo anterior, teniendo en cuenta que durante las últimas dos décadas han aumentado los centros y grupos de investigación dedicados a este tema en casi todos los países de la región. El texto se compone entonces de cinco capítulos.

      El primer capítulo, de Juan Carlos Amador Baquiro, titulado “Estudios de infancia: la emergencia de un campo que asume a los niños como agentes sociales”, expone una revisión detallada del campo de estudios de infancia, en los ámbitos tanto europeo como latinoamericano. Además de mostrar cómo fue apareciendo este campo en países como Inglaterra, Noruega y España, desde la década de 1980, a partir de contribuciones de la sociología de la infancia, la antropología cultural, la filosofía y perspectivas críticas de la psicología, el capítulo resalta una serie de contribuciones teóricas recientes, originadas en investigaciones de varios países de América Latina y el Caribe, que evidencian situaciones de los niños en sociedades que no solo transitaron por experiencias coloniales en el pasado, sino que en la actualidad son objeto de intervenciones biopolíticas, las cuales involucran fenómenos de violencia, desigualdad y exclusión. No obstante, el capítulo plantea que no se trata de asumir a los niños como sujetos deficitarios, sino de entenderlos como agentes sociales con capacidad de agencia, incluso en medio de situaciones adversas como las que actualmente vive la región.

      El segundo capítulo, a cargo de Andrés Runge Peña, titulado “Orden generacional”, plantea que este orden es una categoría social, comparable con la categoría de género, y que se constituye en un principio configurador de la estructura social. Además de aspectos como la clase social, la etnia o el género, lo generacional es un factor decisivo en la división social de las sociedades humanas. Según Runge Peña, la división por edades, o entre niños y adultos, configura ordenamientos sociales que dan lugar a distinciones y modos de diferenciación en la sociedad. Además de estos modos de constitución de la sociedad, en la que las categorías edad, grupo etario y generación son claves, estas lógicas de funcionamiento de lo social también naturalizan posibilidades de acción y de toma de decisiones, así como balances de poder. Esto también explica cómo se legitiman determinadas prácticas, discursos y saberes, y cómo la infancia y la adultez, dentro de un orden generacional, se deconstruyen permanentemente mediante prácticas de objetivación de realidades en el marco de luchas de poder y de relaciones de poder.

      El tercer capítulo, denominado “Educación sexual en Colombia: ¿niños y niñas como sujetos de derechos o como objetos de protección?”, cuyos autores son Bibiana Camacho Ordóñez y Carlos Iván García Suárez,

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