Cartografías de la universidad en lo local, lo regional y lo global. Jorge Eliécer Martínez Posada

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Cartografías de la universidad en lo local, lo regional y lo global - Jorge Eliécer Martínez Posada Cátedra Institucional Lasallista

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también se transforma, es decir, la constitución de una subjetividad sumisa es uno de los requisitos para que la lógica universitaria se configure. El hecho de que la formación se encuentre ligada al empleo, se esfuerza por construir subjetividades acordes con las exigencias del mercado; de esta forma, los movimientos estudiantiles y los campos de lucha o resistencia de forma paralela posibilitan un lugar político y, por ello, la creación de otra subjetividad que sea capaz de reaccionar y regir ante las problemáticas que emergen con la existencia de una universidad en conflicto.

      Desafortunadamente, para muchos estudiantes y jóvenes intelectuales el futuro que la universidad-empresa prepara para ellos no es nada apetecible. Esa carrera que se asemeja tanto a las incitaciones para invertir en planes de pensiones, anima a sacrificar el presente en aras de un futuro extremadamente incierto (Galcerán, 2010, p. 34).

      La formación ligada al empleo pugna por construir una subjetividad acorde con las exigencias económicas y disciplinarias del mercado capitalista, una subjetividad que “interiorice los objetivos de la empresa, la obligación de [obtener] resultados, la gerencia por proyectos, la presión del cliente así como la constricción pura y simple ligada a la precariedad” (Negri y Vercellone, 2008 citados en Garcelán, 2010, p. 37).

      Antonio Negri y Carlo Vercellone reconocen la existencia de una crisis en la Universidad, por un lado; pero, por otro lado, la crisis financiera global determina la empresarialización de esta institución social. En este punto, el movimiento Edu-Factory consolida la lista de correos transnacionales y se centra en las transformaciones de la Universidad, en la producción de saberes y en la forma del conflicto; de esta manera constituye un punto de vista parcial ante la crisis de la Universidad, pues reconoce el fin de la Universidad moderna y afirma que no se debe tener nostalgia ante ello.

      La empresarialización de la Universidad y la emergencia de la Universidad global son el resultado de un conjunto de luchas que van más allá del desarrollo capitalista; se consolidan contribuciones de diferentes partes del mundo y aparece una claridad central del saber que se convierte en un recurso y un instrumento productivo central del capitalismo que excede la unidad de medida de la economía política clásica.

      Los saberes se reducen a una unidad de medida abstracta y permiten articular la mutación de los mecanismos de selección y segmentación que han dejado de ser excluyentes para convertirse en procesos de inclusión diferencial:

      A partir de los años ochenta, la teoría del New Public Management, definida como movimiento del pensamiento y filosofía de la reforma del sector público, se ha encargado de gestionar la introducción de instrumentos y lógicas de la organización privada. Cualquier apelación al Estado frente a la empresa no tiene hoy, si es que alguna vez lo tuvo en el pasado, ningún sentido: el Estado, esto es, lo público, es hoy el garante de la empresarialización. La crisis de la Universidad está, por lo tanto, enmarcada en la crisis del welfare, cuya genealogía, o bien, la crítica radical a los dispositivos de disciplinamiento de la fuerza de trabajo y su implantación universal y neutralizante, que cronológica y políticamente precede a la reestructuración neoliberal traza el plano del desafío actual (Colectivo Edu-Factory, 2010, p. 44).

      Dos tendencias principales responden ante las aparentes mutaciones de la Universidad. Por un lado, aquella conservadora que reclama con nostalgia el lugar de la Universidad pública y, por otro, la tendencia liberal desde la cual se apoya la empresarialización de la Universidad y se contempla la existencia de un mercado de la formación.

      En los procesos de transformación resulta clave el lugar o la figura del estudiante, por lo que surge la posibilidad de cambiar la percepción temporal de la Universidad, dado que esta institución se convierte en uno o más lugares de agrupación y movilización del trabajo cognitivo “en un presente sin espera de la inmediatez de la propia condición productiva”.

      Por su parte, Edu-Factory resulta ser un terreno de verificación frente a la situación de las escuelas y universidades italianas:

      Lo que está emergiendo es una nueva composición subjetiva: absolutamente pragmática, completamente post-ideológica, toda ella socializada en el tejido productivo metropolitano. [...] se debería asumir en un nombre común la experiencia global que se ha confrontado en Edu-Factory y que los nuevos movimientos han comenzado a experimentar: la autoformación. De Italia a Argentina, de India a Estados Unidos, la autoformación es practicada no como un débil nicho colocado en los márgenes del sistema formativo, ni como un enroque en la impotencia de las ideas y de la cultura, descarnadas de toda resistencia. Al contrario, esta emerge como la forma de la lucha del trabajo cognitivo en el capitalismo contemporáneo y, al mismo tiempo, como conflicto sobre la producción de los saberes y construcción de lo común, lucha del precariado y organización de instituciones autónomas. [...] Edu-Factory es, por lo tanto, un lugar de conexión de las luchas, de las formas de resistencia y de experimentación organizativa. [...] La autoformación es, por lo tanto, un proyecto de organización de una potencia constituyente limitada y segmentada por el modo de producción capitalista. La autoformación puede convertirse así en institución del común. Esto no significa ser un actor entre otros muchos dentro del mercado de la formación, sino que apunta a la capacidad de organizar la autonomía y la resistencia del saber vivo, de determinar el mando y la dirección colectiva dentro de la cooperación social, de producir una temporalidad independiente y normas comunes en la desestructuración de la Universidad en crisis. Es decir, señala la línea de fuga de la disolución de la dialéctica entre público y privado (Colectivo Edu-Factory, 2010, pp. 46-48).

      En palabras de Michael Hardt y Antonio Negri (2002), la reflexión biopolítica contemporánea propone entender que la gubernamentalidad contemporánea asume la forma del Imperio, en el que los dispositivos de control tienen por objeto la constitución de una subjetividad específica: una productividad de productores (la cual implica los consumidores), un diseño amplio de la subjetividad desde modalidades de control difusas, pero efectivas, entre las que se puede incluir la educación. Hardt y Negri (2002) consideran que las instituciones de encierro y de disciplina están por desaparecer y las modalidades actuales del control ya no son las planteadas por las instituciones de encierro. En la actualidad, el control y la sujeción de la libertad están determinadas por el modelo productivo del capital global. Esta perspectiva puede atribuirse al grupo de pensadores que manifiestan ocuparse de la biopolítica, término acuñado por Michel Foucault para señalar el interés del poder por los procesos biológicos y productivos y que terminan estableciendo los modos válidos de la vida social y de la subjetividad (Hardt y Negri, 2002). Esto significa, en primer lugar, que la constitución subjetiva de la sociedad actual está determinada por este modelo productivo en el que se entrelazan la sociedad disciplinar y la sociedad de control y, en segundo lugar, que los procesos económicos actuales devienen espacios para la producción de subjetividades capitalistas.

      Por tanto, los análisis biopolíticos presentes permiten sospechar que los modelos y procesos económicos actuales están siendo dirigidos hacia una nueva producción de la subjetividad que ya no pretende señalar los límites cerrados de la producción fabril, propia de las disciplinas, sino llevarla a todos los contextos en los que el sujeto actúa. La producción de subjetividad se desterritorializa de las parcelas de la disciplina para invadir toda la vida social.

      Si es comprendida en sentido clásico, en tanto libertad de opinión, la libertad no solo no es negada, sino que al contrario es solicitada por el nuevo régimen de acumulación. Se convierte en recurso productivo indispensable y fuente de identidad para el “creativo” y el knowledge worker. Por lo tanto, solo si se encarna en la autonomía del saber vivo, la libertad se convierte en crítica radical de la explotación y no simplemente de relaciones de poder (Colectivo Edu-Factory, 2010, p. 48).

      Al respecto de la Universidad colombiana, Santiago Castro-Gómez, refiriéndose al trabajo La universidad productora de productores: entre biopolítica y subjetividad (Martínez, 2010), dice:

      La producción biopolítica de la subjetividad

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