Una historia popular del fútbol. Mickaël Correia
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Estos primeros pasos en la reunificación del movimiento obrero mundial durante el Encuentro Internacional de Deportistas contra el Fascismo y la Guerra avivan la dinámica de acercamiento entre la fst y la ussgt. Al margen de las consignas de creación de un frente unido procedentes del Komintern, la situación internacional, marcada por el acceso al poder de Hitler a través de las urnas, y la atmósfera política francesa hacen temer que las divisiones entre socialistas y comunistas lleven a una victoria electoral del fascismo en Francia. Las protestas antiparlamentarias de las coaliciones de extrema derecha ante la Asamblea Nacional el 6 de febrero de 1934 —consideradas por las fuerzas de izquierda como un intento de golpe de Estado— y la contramanifestación del 2 de febrero, en la que comitivas socialistas y comunistas confluyen gritando «¡Unidad!», refuerzan entre los deportistas obreros la idea de que empieza a ser urgente aliarse.241
Tras el éxito de este verano deportivo unitario y antifascista, los militantes ven ahora en la fusión entre la fst y la ussgt una prueba a escala real de la lógica de unión del Frente Popular que prevalecerá durante las elecciones legislativas de mayo de 1936. El 1 de noviembre de 1934 Raymond Guyot, dirigente de las Juventudes Comunistas, declara percibir en este acercamiento deportivo una señal precursora del Frente Popular, que permite «presentarse ante los trabajadores de Francia con el ejemplo real de un congreso de fusión de la unidad orgánica de una gran organización».242 Con este gran peso político sobre sus hombros, el 24 de diciembre de 1934, el congreso de la unidad deportiva roja reúne bajo el estandarte «Adelante por la unidad internacional» a los delegados de la fst (que representan a doce mil federados) y de la ussgt (seis mil afiliados) en la Casa de los Sindicatos del distrito X de París. Durante los debates públicos Georges Marrane, alcalde comunista de Ivry, explica al estrado: «Como la unidad completa de la clase obrera aún es imposible, la deseamos allí donde es posible. No queremos que los militantes comunistas y socialistas conozcan la unidad en los campos de concentración como en Alemania».243 Las manos se alzan unánimemente a favor de la creación de la Fédération Sportive et Gymnique du Travail (fsgt). Los estatutos fundadores de la nueva federación comienzan con un verdadero credo antimilitarista y antifascista: «Ante la amenaza fascista y el riesgo de guerra, las organizaciones deportivas de trabajadores no pueden prolongar por más tiempo su división; no podemos ignorar las enseñanzas extraídas de los duros combates que la clase obrera de otros países (Alemania, Austria, Italia, Letonia) ha debido emprender contra adversarios cuya victoria tan solo ha sido posible a causa de la división obrera».
Tan solo unos meses después de su creación, la fsgt lleva a cabo una campaña de boicot contra la celebración de los Juegos Olímpicos de 1936 bajo el eslogan «¡Ni un céntimo, ni un hombre para los Juegos Olímpicos de Berlín!». La Federación también se prepara para participar en la Olimpiada Popular de Barcelona, una manifestación alternativa a los «juegos de la vergüenza», a la que se espera acudan no menos de seis mil deportistas obreros, entre los cuales, numerosos exiliados políticos.244 «Luchamos por obtener estadios, campos de juego, subvenciones —precisa Sport, el periódico oficial de la Federación el 10 de abril de 1935—. […] Queremos una juventud sana y robusta, pero no queremos ponerla en manos de los militaristas, de los patrioteros, de los fascistas. ¡No queremos un deporte al servicio de los vendedores de cañones!».
Y sin embargo, son los cañones los que pondrán fin a la celebración de esas Olimpiadas antifascistas de Barcelona. La noche del 18 de julio de 1936, la víspera de la ceremonia de inauguración en el Estadio Olímpico de Montjuic, el general Franco pone en marcha un levantamiento militar para destituir al Frente Popular, electo en los comicios de febrero. Algunos deportistas antifascistas bajan a las calles de Barcelona y participan en las primeras refriegas de la guerra civil española, como Emanuel Mink, jugador de Anvers de origen judío polaco, que se enrola en las Brigadas Internacionales y que permanecerá en España hasta 1939. Otros se unirán a la columna Durruti o al batallón Thälmann y más tarde declararán: «Habíamos venido para combatir al fascismo en el estadio, pero se nos presentó la ocasión de combatirlo sin más».245
167. L’Auto, 3 de abril de 1904, citado en Julien Sorez, Le football dans Paris et ses banlieues. Un sport devenu spectacle, Presses universitaires de Rennes, Rennes, 2013, p. 131.
168. Le Sport Universel Illustré, 24 de diciembre de 1898.
169. Alfred Wahl, o. cit.
170. Ib., p. 79.
171. Julien Sorez, o. cit., p. 139.
172. Ib., p. 141.
173. Le Football Association, 21 de mayo de 1921, citado en Julien Sorez, o. cit., p. 142.
174. Los patronatos fueron el resultado de un movimiento de educación popular que se desarrolló en Francia durante la primera mitad del siglo xx. El término patronato define un conjunto de iniciativas asociativas cuyo objetivo era aportar ayuda material o moral a los niños y jóvenes de las clases desfavorecidas y ofrecerles actividades deportivas o recreativas. Los patronatos religiosos conocieron una gran popularidad, aunque también existían patronatos laicos, privados o municipales. (N. de la T.)
175. Alfred Wahl, o. cit.
176. La Revue Athlétique, 25 de marzo de 1890.
177. Alfred Wahl, o. cit.
178. Neville Tunmer y Eugène Fraysse, Football association, Armand Colin, París, 1897, p. 76.
179. Les Jeunes, 5 de febrero de 1903.
180. Les Sports Athlétiques, 24 de febrero de 1894.
181. Citado en Jean Legoy, Cultures havraises. 1895-1961, edip, Saint-Étienne-du-Rouvray, 1986.
182. Alfred Wahl, o. cit.
183. Patrick Fridenson, «Les ouvriers de l’automobile et le sport», Actes de la Recherche en Sciences Sociales, vol. 79, n.º 1, 1989.