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En la cresta de la ola - Группа авторов Pùblicamemoria

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porque implícitamente hay un cuestionamiento y un esfuerzo de rectificación de los principios ordenadores del presente (vinculada a la demanda social que la cruza). Hay una ruptura historiográfica al introducir una temporalidad. Y trata de hacer inteligibles sus propias condiciones de posibilidad. Por esta razón, la articulación de este libro trata de presentar los aspectos centrales de la crítica, atender las preguntas sobre las condiciones de posibilidad del conocimiento sobre el tiempo presente, sus categorías, métodos y fuentes, y el propio proceso histórico de su configuración como campo historiográfico en distintas geografías.

      II

      Éste no es el primer libro dedicado a la historia del presente. Conviene hacer un rápido recuento de los principales ya existentes. En 1993 se publicó en Francia Écrire l’histoire du temps présent, un trabajo colectivo en el que los autores reflexionan y discuten, desde diversas disciplinas, sobre la práctica de este campo de estudio. Vale subrayar que, siguiendo la tradición del Institute d’Histoire du Temps Présent, de París, en esta obra el “tiempo presente” se entiende como una especie de periodo histórico que abarca de la segunda guerra mundial a la actualidad.

      Ese mismo año, pero en España, Josefina Cuesta Bustillo publicó Historia del tiempo presente. En este caso, el “tiempo presente” no hace referencia a un periodo específico, sino a una categoría dinámica y móvil. En palabras de la autora, se trata de “la posibilidad de análisis histórico de la realidad social vigente, que comporta una relación de coetaneidad entre la historia vivida y la escritura de esa misma historia, entre los actores y testigos de la historia y los propios historiadores” (Cuesta Bustillo, 1993: 11). En un texto muy didáctico, aborda las distintas formas de denominar a esta parcela historiográfica, la variedad de fuentes con las que trabaja y las relaciones que establece con otras disciplinas, como la sociología, la antropología o el periodismo.

      Por su parte, Timothy Garton Ash publicó History of the Present en 1999, en donde convergen historia, periodismo y literatura para dar cuenta de los acontecimientos ocurridos en Europa en los años noventa. El autor critica algunas de las objeciones comunes para hacer historia del presente, particularmente la carencia de fuentes y la incapacidad para conocer las consecuencias de los hechos actuales. Y, por el contrario, señala que el historiador dispone de una gran cantidad y variedad de fuentes y que el desconocimiento de las consecuencias de los hechos estudiados podría convertirse en una ventaja, ya que cuando alguien escribe “al calor” de los acontecimientos deja constancia de muchas cosas que seguramente se habrían perdido de no haberse escrito. Así, la historia del presente resulta ser una práctica radicalmente diferente de la historia de periodos más antiguos.

      En 2004 se publicó uno de los libros que se volverían referencia obligada sobre el tema: La historia vivida, de Julio Aróstegui. Su importancia radica en que ofrece probablemente una de las definiciones más certeras y completas de este campo. La Historia del Tiempo Presente, como prefiere denominarla el autor, es una historia de lo inacabado, de lo que carece de perspectiva temporal, una historia que se liga con la coetaneidad del propio historiador. En este sentido, cuando el historiador estudia un periodo del que existe al menos una de las tres generaciones que vivieron el acontecimiento está haciendo una historia de la coetaneidad, de un tiempo que aún es vigente; es decir, el historiador está investigando un presente histórico.

      Hasta aquí algunos de los libros que abordan el campo en tanto historia del presente. Sin embargo, la historización de acontecimientos cercanos ha sido denominada de diversas maneras: presente, inmediata, reciente, vivida, actual, coetánea. De éstas, historia reciente y la historia inmediata son las que han contado con más aceptación. Por esto, vale la pena mencionarlas.

      En algunos países de América del sur, historia reciente es el concepto que se ha utilizado con mayor frecuencia para designar el estudio del pasado próximo, en muchas ocasiones con un acento particular en el periodo de violencia política y autoritarismo estatal de la segunda mitad del siglo XX. En torno a este término se ha conformado un importante campo de estudio en la región, y el libro de Marina Franco y Florencia Levín, Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción (2007) ha sido considerado un clásico para quienes se interesan en el tema en Argentina, Uruguay y Chile. En una tónica similar también se encuentra Historizar el pasado vivo en América Latina, editado por Anne Pérotin-Dumon, que reúne 34 trabajos de carácter multidisciplinario con el objetivo de “alentar en el continente el estudio histórico de las rupturas catastróficas del pasado nacional cuya memoria sigue viva” (Pérotin-Dumon, 2007).

      la historia del tiempo presente no se centra de forma exclusiva en unos acontecimientos en particular, aunque puedan éstos desempeñar un papel de catalizadores tanto en el ámbito académico como en la sociedad civil. Abarca más bien procesos considerados en el tiempo largo, así como sus respectivos ecos en el presente, a diferencia de otras opciones historiográficas centradas en lo ‘inmediato’, la historia inmediata (Langue, 2015: 14).

      Desde la tradición anglosajona poco se ha debatido sobre la pertinencia de historizar el presente y la validez que una historia de ese tipo; esto no significa que este campo historiográfico no sea amplio, al contrario, se ha trabajado mucho y desde hace décadas, pero no se debate. En 2012 fue publicado el libro Doing Recent History: On Privacy, Copyright, Video Games, Institutional Review Boards, Activist Scholarship, and History that Talks Back, editado por Claire Bond Potter y Renee C. Romano, que justamente señala que a pesar de que se trata de un campo cada vez más nutrido, no cuenta con libros de reflexión. Para estas dos historiadoras, el pasado reciente sería aquel que tiene, como máximo, cuarenta años. De hecho, la serie que dirigen se llama “Since 1970. Histories of Contemporary America”. Llama la atención que en ningún momento explican por qué tendrían que ser específicamente cuarenta años.

      En la última década se han publicado dos libros muy interesantes. En primer lugar, el texto de Hugo Fazio, quien desde Colombia realizó un valioso aporte a la discusión con La historia del tiempo presente: historiografía, problemas y método (2010). Para el autor, esta subdisciplina no puede estar exclusivamente identificada con las generaciones vivas, sino que debe ser entendida desde los tres conceptos que la delimitan:

      Se debe considerar como historia en cuanto es un enfoque que pone énfasis en el desarrollo de los acontecimientos, situaciones y procesos sobre los que trabaja. Es tiempo en la medida en que se interesa por comprender la cadencia y la extensión diacrónica y sincrónica de esos fenómenos analizados. Es presente, entendido como duración, como un registro de tiempo abierto en los extremos, es decir, que retrotrae a la inmediatez ciertos elementos del pasado (el espacio de experiencia) e incluye el devenir en cuanto expectativas o futuros presentes (el horizonte de expectativa) (Fazio, 2010: 140).

      Considera, asimismo, que debe ser una historia que tome en cuenta las transformaciones que ha vivido la sociedad contemporánea. Afirma que la perspectiva diacrónica que la caracteriza es la que la diferencia de otras miradas provenientes de las ciencias sociales. En este sentido, también destaca su carácter global transdisciplinario. Es decir, recobra la vieja

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