Gesta de lobos. Thomas Harris

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Gesta de lobos - Thomas Harris

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Marlowe de Tebas.

       Cierto es que pagaron Tiranos justos por el Destino,

       Pero con el Destino, en la Tragedia, no se juega, mi Lobo,

       Mi perro luminoso y salvaje.

       Traer a una loba en tránsito a la disolución,

       Una loba que ya es una sombra más entre las sombras

       Del Hades Lupus, o por decirlo con etimológica justicia,

       Del Hades Bar de la Negra,

       Los cuellos de la víctima propiciatoria y los mantras

       Que te acerquen al estado de la gracia salvaje,

       Son más bien efectos virtuales o espectáculos simbólicos

       En una tierra donde nada es real y el espectáculo,

       La rutina de las nuevas hordas contraculturales.

       Debes ser más sensato, menos salvaje, es decir, más perverso,

       Lobo cruel, y extraer de tu crueldad sabiduría y abyección.

       No te dejes tentar por lo grotesco.

       No te dejes tentar por el humeur noire ni el amour fou. Primero pondera el poder de tus enemigos, Un sacerdote negro y la enigmática esfinge: Los dos polos que corrompen aún nuestra agonía Cultural: el cristianismo y la Nada. Lee bien a Baudrillard y olvídate de Niezsche: Ahora el Mal es transparente y ese que llaman Cristo No tendrá una segunda oportunidad en estas tierras. Te lo digo yo, el viejo Tiresias, que vi a Palas en cueros Y heme aquí con dos cuencas por ojos. Pero estas cuencas están pletóricas de visión, Son como esos ojos, esos agujeros negros Que ocultaba Ray Milland con unas gafas de infernal insecto En El hombre de la visión de rayos X. Pero un oráculo no cae presa de las garras infamantes de la angustia. Yo, Tiresias, y tú, Lobo, un oráculo y una bestia, Imagínate hermano lupino, qué pareja podemos hacer, Para darles por el culo a nuestros múltiples enemigos. Te lo digo yo, el oráculo que ofició de cabrona En un lenocinio sagrado y decadente, Como los de los cuadros de Dix, Otto Dix, ¿Las has visto, no? Lástima, lo que te pierdes, Pero ya me ocuparé de tus vacíos culturales, Lobo, mi prójimo bestial. Pero vamos ya a las infaltables y míticas pruebas del héroe, Lobo, que comienza a amanecer y aunque ciego, estos amaneceres Me matan el alma, porque palpo con mi visión Ese índigo sublime y aterrador del día que nace.

       Tiresias, Auguste Dupin de la tragedia, instruye a Lobo sobre la resurrección

      La expresión “la muerte de los relatos” es una santa huevada,

       Lobo, para mantener a los nuevos sabios de la tribu Bien pagados de sus confortables catedrales y lujosos papiros. Pero no te confundas, bestia salvaje, que no son catedrales Ni papiros arcanos esos, sino idolas post medievales, Y alquimistas masturbatorios en decadencia cantada. Te lo doy firmado por mis aciertos tebanos. Ahora afina tu eólico sentido, lupus canis, que esta es la firme. Un sacrificio sin un viaje iniciático es como eyacular En el vacío y tu semen de bestia salvaje, fluido sagrado, Es una potencia de tu cuerpo que no puedes desperdiciar. Y antes de hacerte a la mar océana, debes saber las causas Y las formas de tu búsqueda: qué esperan las sombras de los lobos Masacrados por los Cazadores del Deseo, para liberar a tu Loba Eurídice de aquellas confusas oscuridades. Los lobos masacrados por los Cazadores del Deseo que aúllan Por toda la eternidad en el Lupus Hades, ya son vampiros Ávidos, pero no todo vampiro o licántropo tiene sed de sangre. Estos licántropos de sombra a los que habrás de enfrentarte en El Hades Lupus no ansían sangre para seguir aullando En las confusas oscuridades, sino oro, oro líquido, Que deberás llevar a las profundidades en forma de lingotes O pepitas como por las que se mataron en California Los buscadores del áureo metal o por los que masacraron A los habitantes originarios de las Indias Occidentales, cuando aún No era esta Putamérica de hoy, los portentosos conquistadores Del imperio peninsular de España. Deberás aprender a oler, A aguzar tu olfato aún más, a obliterar tu instinto de sangre Por el instinto del oro, que ambos, sangre y oro, son Portadores del Poder y la Muerte. Ergo, Lupus Áureo, si me permites que te llame así, Deberás hacerte de una stultifera navis y un puñado De tus bráder lupinos y enfilar la negra cóncava nave hacia Las Indias de las que te hablo, una tierra que día a día decae más: La tierra de los muertos, la tierra de los cactos, Donde las imágenes de piedra se levantan y la mano De un muerto implora bajo el parpadeo de las estrellas Que se les van en sus ciudades donde los labios han olvidado besar Y el amor se acurruca bajo las fauces de neón, temblando El castigo del cuerpo, en su sueño de perro. No te confíes sólo de la luna a la que tanto has aullado de amor y odio, Ni del cielo agujereado de estrellas, lo primero que viste Al ser parido en lo más umbrío de tu bosque natal, Porque las estrellas en altamar son cambiantes en su Cielo borracho, no como las del bosque, fijas en su Elemento, el humus y los erguidos pinares. Por eso te obsequiaré esta rosa, es la rosa de Paracelso, Una rosa transmutada en el elemento de tu búsqueda. Sus pétalos dorados te guiarán hacia las madrigueras del oro, Allá, en el cada vez más desolado y transparente Nuevo Mundo. Hazte de un puñado de lobos hambrientos y marcados Ya sea por las trampas herrumbrosas o por las balas de Plata de esos Cazadores del Deseo que siempre los han acosado. Esta estrategia te proporcionará una manada licántropa Que no dudará en morder al primer aullido, por su ira Acumulada. Escucha, Lupus Enamorado, la ira será Tu más deletérea arma, la ira y el amor perdido serán El alma salvaje de tus colmillos y de los colmillos De tu tripulación lobuna, y el Deseo, te lo repito, El Deseo, vuestra causa teñida de sangre y crueldad.

       Palabras de despedida de Tiresias Dupin a Lobo

      Ahora que serás un lobo de mar,

       Recuerda que el mar no es tu elemento,

       Pero guarda el odio como un amuleto sagrado,

       Como un espejo de luna,

       Donde refulgirá el marfil de tus colmillos.

       Verás amaneceres y espejismos en el viaje,

       Imaginarás liebres acosadas en los

       Peces voladores, teas temblorosas

       Como mil crepúsculos ardiendo en el horizonte,

       Relinchos de caballos de montería en el

       Rugir de las olas, y cuando las ganas de morder

       Arrecien, en la baba dorada por el sol

       Que caiga de tus fauces, recuerda que vas

       Tras el oro y de lo que te brinde el bello viaje,

       Y que el viaje y el oro son tan crueles

       Como la sangre derramada por el

       Venado herido y sus espasmos en la agonía.

       El holograma de Tiresias se le aparece a Lobo en las Indias Occidentales y le da consejos estratégicos

      Deberás buscar aliados en estas tierras extrañas, Lobo.

       Lee con atención este libro que ahora te cito:

       Relación de la conquista de México, su autor, El tan

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