Las Ciencias Sociales. Omar Alejandro Bravo

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diferenciar y diversificar a unos de otros. Aquí la idea de espacio simbólico permite también aproximarnos y “representar” la materialidad que cobran los procesos.

      Por ejemplo, el proceso de urbanización implica la redefinición de las esferas públicas y privadas, la configuración de un concepto de habitación y de vivienda: a diferencia del mundo rural, sobre todo de los sectores campesinos, donde todos los espacios, tanto simbólicos como materiales forman un espacio único donde se puede transmitir indistintamente de la cocina a la huerta y de ella al comedor y de ahí a la habitación. La vida privada, tal y como lo estilo de vida burgués generó y generalizo a partir del siglo XIX y XX, es decir, trazar fronteras simbólicas de los espacios de convivencia y proyectarlos en espacio materiales donde se desarrollara la vida social, el comedor, la estancia, entre ellos, o los espacios de la vida privada, la habitación, la alcoba o el baño. Aun más, la secularización que recorrió y ocupó todos los ámbitos de la vida social o cultural, de la plaza pública, que sería más tarde, la opinión pública, al espacio de lo domestico, del hogar a la familia, por citar algunos ejemplos. Así, el espacio brinda al historiador y al estudioso “lo social”, elementos para entender lo particular o lo general de los procesos sociales de las escalas de medición, de los territorios o los lugares, de las regiones, de los patrones sociales de las diferentes regiones o territorios del mundo como consecuencias de las “historias” diferentes que se materializan en diferentes estructuras institucionales que determinan los diversos procesos sociales. (Wallerstein, 1998: 211).

      TIEMPO, ESPACIO Y PROCESOS HISTÓRICO-CULTURALES

      Como ya se apuntó, los conceptos de tiempo y espacio son dimensiones analíticas y metodológicas del pensamiento y del pensar histórico. Más aún son herramientas mentales para fundamentales para la comprensión y la explicación histórica. Desde el momento en que es posible acceder a esta forma de pensar, contamos con conceptos y categorías necesarias para examinar el proceso o los procesos sociales para representarlos en un orden, en una trama y en una narración que los haga comprensibles, esto es, como realidad histórica e historiada. Desde luego, esto también demanda que el investigador y el estudioso social tenga a su disposición las fuentes con las cuales contrastar los conceptos que empleamos para dar cuentas de las estructuras, de las acciones, de los acontecimientos, de las instituciones. Como ya también se señaló, esto implica una adecuada selección de temas y de problemas a fin de situar el objeto de estudio, en este caso, el proceso que, para recurrir a una metáfora, es una línea continua y que acerca a la idea de movimiento permanente y perpetuo que el estudioso delimita, tanto en el tiempo como en el espacio a fin de responder a la pregunta: ¿De qué sociedad hablamos? ¿Cómo se compone la sociedad? ¿De individuos, corporaciones, grupos, clases, etnias, etcétera? ¿Qué papel tiene el hombre en la sociedad, en los cambios y en las continuidades sociales? ¿El proceso está compuesto de estructuras o de acciones racionales e irracionales? ¿Qué peso tiene una y otra en los procesos? Las respuestas a estas interrogantes conllevan otros niveles de problematización para explicar los procesos: ¿revolución, reforma o revolución? ¿Mentalidad, imaginario, cultura o ideas? ¿Cómo ordenamos y porqué? ¿Cuáles son los procedimientos para ello? ¿La pobreza como causa de la revolución o la inconformidad política frente a la pobreza, movimientos intelectuales frente a movimientos sociales, hábitos y costumbres frente a prácticas sociales? Son estas y posiblemente otras tantas preguntas las que se convierten en preguntas que hacen viable la comprensión de los procesos. (Veyne, 1994:38)

      Ante esta complejidad no sólo del conocimiento social sino de la realidad social: ¿Por qué, entonces, es necesario introducir el concepto de proceso histórico social en el análisis? Más aún ¿Porqué estudiar el proceso histórico social? Como es evidente las repuestas pueden ser diversas, tantas como disciplinas, temas o problemas que tengamos que resolver. Aquí solo intento una. Porque en tanto concepto y procedimiento, “utillaje mental” y herramienta metodológica, el proceso social da cuenta de los modos en que los hombres se relacionan entre sí, el medio de tensiones y conflictos, porque posibilita comprender y explicar las formas en que se relaciona con la naturaleza. Porque la idea misma del proceso social permite registrar e identificar las técnicas que los hombres producen para identificarla y moldearla, porque permite interpretar y explicar la creación y la modificación de las estructuras y de las instituciones que, están bien y al final de cuentas mutación y cambio del hombre. También porque da cuenta del cuerpo o de los cuerpos sociales, del equilibrio y desequilibrio, cambio ambiental, modos nuevos de estilo de vida y pensamiento.

      En otras palabras, el estudio del proceso social y como construcción como concepto, como modelo, es una posibilidad de explicación y vale por su capacidad para significar y ordenar la realidad. Su fuerza explicativa esta en sugerir y derivar problemas y relaciones de las ordenes de la realidad, compuesta, entre otras cosas, de cuenta de estructuras y actores que, en sus interacciones, pueden ser concebidas como “series racionalmente aisladas” del proceso-realidad. [Certeau, 1993:95]. En este sentido, el proceso histórico-social es una constitución que las propias ciencias humanas, antropología, sociología, historio, geografía, filosofía, lingüística, entre otras han creado como objetivo de estudio exterior a fin de que la realidad sea susceptible de ser tratada, medida y cuantificada como proceso.

      HISTORIA, CIENCIAS HUMANAS Y PROCESOS HISTÓRICOS

      Emmanuel Wallerstin sostiene que la revolución francesa tuvo una influencia mayor en el pensamiento y, la teoría social y, por añadidura, en la construcción de la ciencia humana. Dos fueron las ideas centrales que dejo como herencia intelectual dicho suceso y que son fundamentales para comprender la idea de proceso histórico social como concepto y modelo, como herramienta metodológica y como representación de la realidad social. La primera es la idea evolucionista de los estados y las sociedades, lo cual implico en el eje de la explicación de la realidad la razón y le proceso, como palanca para alcanzar estadios de desarrollo superiores. Esto a su vez influyó en las formas de cómo habrían de constituirse las ciencias humanas, del bagaje conceptual y metodológico para la comprensión de la realidad y con ella de los procesos sociales, de la constitución de realidad y con ella de los procesos sociales, de la constitución de la disciplina científica: la posibilidad de conocer las leyes universales que regían el movimiento social mediante un método de observación riguroso y, en consecuencia, la idea misma del cambio social, íntimamente asociado al cambio social, el cual podía ser inducido y controlado, según la capacidad que ofrecía el conocimiento de la realidad sobre la cual se actuaba. A partir de este marco interpretativo, sostiene Wallerstin, se gestaron las ciencias sociales teniendo como base común que era posible que el hombre y la sociedad era objeto de conocimiento empírico y o solo de especulación filosófica.

      De ahí derivaron tres ideologías las ideologías y tres formas de construcción de conocimiento social: el conservadurismo, el liberalismo y el marxismo. Evidentemente cada una de estas construcciones para examinar la realidad y los procesos sociales, definen agendas y temas de investigación particulares y situaron la idea de proceso social en distintas etiquetas interpretativos. Así el conservadurismo se enfoco a temas acerca de la familia, la comunidad de tradición y la necesidad de conservar estos espacios para lo que el concepto de proceso no entra en la esfera de sus preocupaciones conceptuales y metodológicas, mientras que el liberalismo recorta la realidad en tres niveles: la política, la económica, el mercado y la sociedad. Esta corriente de pensamiento toma en consideración la idea de proceso como progreso, pero enfatiza que este se logra mediante el dominio de la razón y del individuo que tiene como interés primordial el mercado, desde la cual se articulan los procesos de cambio y modernidad, de democracia y ciudadanía, es decir, su postura se apoya en el individuo racional y libre. Por su lado el marxismo recupera esas tres esferas de la actividad humana, concibiendo la realidad como una totalidad colocando el énfasis en las estructuras materiales, económicas y sociales, más que en el individuo. La frase clásica que sintetiza esta posición es que los hombres hacen la historia, pero no en las condiciones que ellos deciden y desean. Por eso, el concepto de proceso es consustancial a su forma de mirar e interpretar la realidad, para

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