La democracia es posible. Ernesto Ganuza

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La democracia es posible - Ernesto Ganuza El origen del mundo

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Aquí explicaré brevemente la lógica de la acción colectiva, la forma en que el problema de los gorrones (free-riders) crea crecientes necesidades de coerción estatal, y la importancia que tiene la solidaridad, el deber y la coerción legítima para resolver esos problemas. Por coerción, o poder coercitivo, me refiero a lograr que las personas hagan algo en contra de su voluntad mediante la amenaza de sanción o el uso de la fuerza. En el futuro no solo necesitaremos cada vez más solidaridad mutua y deber cívico, sino también, por razones que explicaré, cada vez más coerción estatal.

      Las deliberaciones bien diseñadas de ciudadanos seleccionados mediante sorteo cívico pueden ayudar a aumentar nuestro sentido de solidaridad y deber, a la vez que refuerzan la legitimidad de la coerción. El sorteo cívico tiene problemas potenciales, pero también grandes fortalezas. Este libro muestra cómo el sorteo cívico, una institución central en el inicio de la democracia en Atenas, ha resurgido lentamente durante el último medio siglo en respuesta a la legitimidad fundacional de tantas democracias.

      Las próximas cinco décadas son inimaginables. Podemos esperar grandes disrupciones y grandes mejoras en nuestras vidas, pero no podemos adivinar fácilmente cuáles serán. Si logramos salir adelante será porque, como los seres humanos han hecho a lo largo de la historia, nos reinventaremos. El sorteo cívico es una forma creativa y muy prometedora de reinvención.

       2. La necesidad de mayor coerción estatal para proteger los bienes comunes

      A mediados del siglo XX, algunos seres humanos descubrieron la lógica del problema del gorrón. Al igual que la lógica de la oferta y la demanda, la esencia de esta lógica moduló la toma de decisiones humanas desde tiempos inmemoriales y llevó siglos formularla con claridad. Sin embargo, una vez hecho, nadie pudo discutirla. Solo se debatían sus implicaciones.

      ¿Qué es esta lógica? Comienza con nuestra necesidad de lo que llamaré «bienes de uso libre». Son bienes que, una vez producidos, cualquiera puede usar sin pagar. Una carretera gratuita es un bien de uso gratuito. También la defensa común. La ley y el orden. El aire limpio. Un clima estable. O una interacción libre de virus en un espacio público. El problema con los productos de uso libre es que, si se pueden obtener gratuitamente, tenemos pocos incentivos para pagarlos. Como resultado, no suelen producirse mucho. Muchas personas contribuyen voluntariamente a producir bienes de uso libre. Actúan por motivos de deber, diciéndose a sí mismas, mientras contemplan la idea de no contribuir: «Pero ¿qué pasaría si todas las personas hicieran eso?». También actúan por motivos de empatía y solidaridad, poniéndose en el lugar de las demás personas y no queriendo decepcionarlas. Se incorporan voluntariamente para construir el camino. Se ofrecen como personas voluntarias para la defensa común. Se abstienen de hacer trampas y robar porque eso es lo correcto. Se quedan en casa cuando están enfermas o usan máscaras para no poner en peligro a nadie más.

      Sin embargo, no todo el mundo actúa desde el deber y la solidaridad. Algunas personas simplemente usan los bienes que otros producen e ignoran sus propias obligaciones. Se aprovechan de los esfuerzos de otras personas. Los productos de uso libre llevan a los problemas del gorrón (free-rider).

      Introduce la coerción. Esta es la solución humana milenaria al problema del free-rider, reconocida en la práctica mucho antes de su formulación lógica. Introduce lo que yo llamo una «periferia coercitiva» para proteger y mantener el «núcleo moral». Un ceño fruncido o una palabra altisonante entre personas íntimas, una amenaza implícita o explícita de represalias entre personas cuya reputación puede ser conocida, y la coerción estatal entre personas que no se conocen sirve para disuadir a aquellas personas que de otro modo «desertarían» o no contribuirían voluntariamente. Las multas por no pagar impuestos permiten a «buenos» ciudadanos pagar sus impuestos voluntariamente sin ser tomados por tontos.

      La coerción ayuda a mantener un nicho ecológico en el que el deber y la solidaridad pueden sobrevivir. Para evitar que el incentivo extrínseco de la coerción expulse los incentivos intrínsecos del deber y la solidaridad, la coerción debe ser mínima, bien diseñada y, lo más importante, legítima. De manera problemática, a medida que el mundo se vuelve más interdependiente y nuestras actividades humanas crean más «externalidades» que afectan a las demás personas sin que tengamos que pagar los costos, el número de problemas causado por la lógica del gorrón aumenta rápidamente, posiblemente exponencialmente. Debido a que se producen tantas interacciones entre personas desconocidas, para quienes las represalias voluntarias individuales «ojo por ojo» a menudo son imposibles, el problema del gorrón tiende a producir una demanda creciente de coerción estatal.

      Todavía no tenemos los recursos conceptuales o institucionales para hacer que ese aumento en la coerción estatal sea tan legítimo como necesario. Por esta razón, entre otras, la confianza en los gobiernos está cayendo hoy en día en muchas democracias.

       3. Posibles salidas: innovaciones democráticas

      La innovación democrática es crucial. Aquí el sorteo cívico más la deliberación ciudadana, combinadas en alguna de las versiones que se hacen de una asamblea ciudadana, están emergiendo rápidamente como un potencial complemento del gobierno electo, que puede aumentar la solidaridad, el deber ciudadano y la legitimidad de las decisiones estatales.

      Reducir la corrupción en el gobierno es fundamental para la legitimidad. El corto plazo por el que los ciudadanos elegidos al azar son elegidos (un fin de semana o muchos fines de semana durante un año) tiende a prevenir la corrupción. Una asamblea ciudadana deliberativa también puede justificar una legislación que podría descartarse como producto de la corrupción.

      La descentralización también es importante para la legitimidad, tanto porque la solidaridad cívica y el deber a menudo son más fuertes a nivel local como porque la coerción necesaria puede adoptar formas más aceptables a nivel local. Sin embargo, nuestra interdependencia en constante aumento requiere enfoques comunes para problemas comunes. Las asambleas ciudadanas pueden reunir un microcosmos de toda la sociedad en condiciones tales que sea posible el conflicto, se aclaren tanto intereses comunes como conflictivos, se fomente la creatividad y se promueva el entendimiento mutuo, el compromiso y la resolución de problemas en lugar de la polarización hostil.

      Idealmente, ¿qué necesitamos? Una muestra representativa de ciudadanos lo suficientemente grande como para reflejar la diversidad de la población con al menos una pequeña masa crítica de cada uno de los grupos poblacionales relevantes. Incentivos y apoyo para que personas habitualmente marginadas aparezcan en números representativos. Tiempo para absorber la importante información de fondo, reunirse y cuestionar a un grupo equilibrado de personas expertas, y discutir los problemas entre las personas con cierta profundidad. Buena facilitación en grupos pequeños. Lograr todo esto es costoso y difícil. Sin embargo, grupos más pequeños y menos organizados pueden proporcionar valiosos consejos tanto a la ciudadanía como a los legisladores. Cuanto mayor es el poder de una asamblea ciudadana, más dependerá su legitimidad del buen diseño. Esa legitimidad también depende de su vínculo con otros ciudadanos. Sin un vínculo electoral, la rendición de cuentas vuelve a su significado original: dar cuentas. Mientras más ciudadanos puedan ver y escuchar a ciudadanos seleccionados por sorteo explicando sus razones para concluir como lo hicieron, mayor será la legitimidad de esas conclusiones.

      En marzo de 2020, el mundo fuera de China comenzó a sufrir los estragos del COVID-19. A finales de abril, algunos grupos deliberativos experimentales de 175 o más ciudadanos estadounidenses, elegidos por sorteo cívico, se habían reunido con sus representantes en el Congreso para discutir las implicaciones del virus. En mayo, la Convención ciudadana francesa sobre el Clima, elegida por sorteo cívico, estaba discutiendo el efecto del virus en el futuro de Francia. Estos grupos deliberativos no tenían poder para afectar directamente la legislación. Sin embargo,

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