Preparación del terreno para la instalación de infraestructuras, siembra y plantación de cultivos herbáceos. AGAC0108. Miguel Ángel Maya Álvarez
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2 Un aumento de la capacidad de retención de agua.
3 Se dejan enterrados los restos orgánicos (hierbas).
4 Todas las opciones son correctas.
Capítulo 3
Labores superficiales de preparación de suelos
1. Introducción
Para preparar el suelo en su capa más superficial se pueden usar varios tipos de aperos. Con el uso de estos aperos se va a conseguir obtener un suelo esponjoso, suelto y arenoso.
A veces, la graduación y el uso de un tipo u otro de accesorio dentro del mismo apero podrán realizar una labor más o menos profunda en el suelo, con uno u otro objetivo.
Para optimizar el trabajo, en muchas ocasiones se recurre al uso conjunto de dos o más aperos, por lo que todos los que usan en este tipo de labores están relacionados entre sí.
2. Exigencias de los cultivos en la preparación superficial de suelos
Cuando se habla de agricultura, en el suelo pueden distinguirse varias capas, las cuales básicamente son tres: la capa superficial, que ocupa una profundidad de entre 5-20 cm; el subsuelo, que ocupa una profundidad de hasta 100-150 cm; y finalmente la capa conocida como roca madre, que es la capa más profunda y carece de nutrientes e interés para la agricultura.
Una de las exigencias a tener en cuenta a la hora de realizar algún cultivo herbáceo es que el suelo, en su capa más superficial, debe cumplir una serie de características, como son que debe estar suelto, mullido, aireado y con una gran capacidad de que el aire y el agua penetren en él.
Si el suelo más superficial no tiene las mencionadas características, difícilmente se podrán llevar a cabo cultivos en condiciones óptimas para que sea rentable y productivo.
Las tareas de preparación superficial del terreno se vienen realizando desde la antigüedad, y desde entonces lo que ha cambiado ha sido la maquinaria y el modo de realización de las tareas, con el avance de las nuevas técnicas agrícolas; pero la labor propiamente dicha sigue consistiendo en deshacer o romper el suelo, haciéndolo más “esponjoso” y menos compacto.
Sabía que...
El ser humano descubrió la agricultura hace 10.000 años.
Los objetivos que se persiguen con la preparación superficial del suelo son los siguientes:
1 Permitir el aireado.
2 Permitir el almacenamiento de agua.
3 Eliminar las semillas que hay en la capa externa, ya que, al enterrarlas mediante el volteo, se impide su nascencia.
4 Eliminar las malas hierbas, raíces y maleza existentes.
5 Mezclar la tierra con otros elementos aportados como abonos, enmiendas orgánicas e inorgánicas, plaguicidas, etc.
6 Favorecer la realización de algunas labores agrícolas, como la siembra, la plantación, la recolección, etc.
No hay que confundir la preparación superficial de suelos para cultivos herbáceos con el resto de tareas y labores que se realizan para el cultivo propiamente dicho, o para mantener el suelo en condiciones óptimas entre dos cosechas, ya que es muy habitual en este tipo de cultivos que existan algunos periodos de tiempo en los que la tierra permanece sin cultivar o “desnuda”.
Un labrado excesivo del terreno aumenta la mineralización de la materia orgánica existente en el suelo, por lo que esta se elimina a una gran velocidad. Ello va a provocar una menor capacidad de resistencia ante la erosión, ya que, al no haber materia orgánica, se aumenta la inestabilidad del suelo y se pierde su estructura.
La realización de las labores superficiales de preparación de suelos, por tanto, han de llevarse a cabo cuando se vaya a realizar la siembra, según el tipo de planta que se vaya a cultivar. Por ejemplo, si el terreno se prepara en otoño y no se siembra de inmediato, este queda expuesto a la erosión del viento y las lluvias del invierno, por lo que puede perderse parte de su capa superior, la más fértil. Es importante evitar la pérdida de esta capa, ya que se necesitará mucho tiempo, a veces incluso años, para que se regenere por sí misma.
Importante
Hay que realizar las labores superficiales justo antes de comenzar la siembra.
Hay que tener en cuenta que todas las semillas, cuando nacen, necesitan encontrar una tierra suelta y aireada para poder desarrollarse correctamente, y que durante la primera fase de crecimiento la semilla solo se alimenta de las reservas internas que contiene, por lo que la fuerza que ejerce la incipiente raíz es muy débil si se compara con la que ejerce cuando la planta ya se encuentra desarrollada y tiene parte aérea.
Toda semilla pasa por las fases de:
1 Germinación, en la cual necesita un buen contacto con la tierra, de ahí que esta deba tener un estado arenoso.
2 Nascencia, en la cual la semilla necesitará la ausencia de terrones y piedras en la capa superficial, ya que dificultarían su crecimiento vertical hacia arriba.
3 Enraizamiento, en la que la capa inferior del suelo no debe estar compactada, para que la raíz pueda crecer verticalmente hacia abajo sin obstáculos. Igualmente, en esta fase no debe haber grandes huecos que puedan llenarse de agua durante mucho tiempo, ya que ello pudriría las raíces.
La tierra debe estar suelta para favorecer el crecimiento inicial de las plantas
La siembra es una de las tareas más delicadas de todas las que se realizan en agricultura. Por tanto, en su ejecución debe tenerse muy en cuenta tanto la colocación de la semilla propiamente dicha como el estado de la tierra donde se hace. Esta tierra donde se depositan o mezclan las semillas se conoce como lecho de siembra.
Las tareas que se vayan a realizar para preparar el lecho de siembra han de llevarse a cabo siempre teniendo en cuenta:
1 El tipo de terreno existente, para usar la maquinaria adecuada y aportar enmiendas en caso necesario.
2 La semilla de la especie vegetal que se va a cultivar, para preparar la tierra acorde al tamaño de la misma.
3 El área geográfica, para conocer el clima que tendrá la semilla durante sus fases de germinación, nascencia y enraizamiento.
En el lecho de siembra se forman cuatro capas bien diferenciadas:
1 Zona superficial, con partículas de un tamaño superior a 5 cm, que protegen