experimentan y, por lo tanto, movilizan estos recursos para contrarrestar el impacto psicosocial. De esta forma, los recursos de afrontamiento posibilitan la toma de decisiones a favor del bienestar físico y emocional, así como la ruptura de las situaciones que afectan su existencia (Martín Beristaín, 2010).
Las estrategias son procesos concretos y específicos que se utilizan en cada contexto y que pueden ser cambiantes, dependiendo de las condiciones que las desencadenen. Según Sepúlveda-Baldosa, Romero-Guerra y Jaramillo-Villanueva (2012), estas son modificables y pueden ser de dos tipos:
Activas: son comportamientos relacionados al problema, análisis de las circunstancias, reflexión de posibles soluciones, estrategias de anticipación ante un desastre, control de las emociones y circunstancias, así como la búsqueda de apoyo social. Entre estos comportamientos se encuentran:Creencias y pensamientos: reflexividad, reconocimiento de capacidades y recursos, reconocimiento de derechos, identificación de sueños, deseos y esperanzas, creencias espirituales, etcétera. Prácticas: prácticas de autocuidado, organización social y familiar, independencia económica, etcétera.Relaciones: «apoyo familiar, social, de instituciones, etcétera» (Secretaría Distrital de la Mujer, 2015, p. 14).
Pasivas: utilización de estrategias como retraimiento, tratar de no pensar en el problema y no sentir nada, ignorar, negar o rechazar el evento, tomar las cosas a la ligera y aceptación pasiva.
Concepto de Resiliencia
Tal y como lo define Rutter (citado por Cabanyes, 2010):
Resiliencia es el fenómeno por el que los individuos alcanzan resultados positivos, a pesar de estar expuestos a experiencias adversas. No representa inmunidad o impermeabilidad al trauma, sino la capacidad de recuperarse de las experiencias adversas. Tampoco constituye una resistencia a la adversidad, sino que hace referencia a la capacidad de crecer o desarrollarse en los contextos difíciles.
Según Fontaines, Palomo de Rivero y Velázquez (2015) resiliencia es «el proceso de adaptarse a la adversidad, trauma, tragedia, amenaza, fuentes de tensión significativas como problemas familiares o relaciones personales, problemas de salud o situaciones estresantes laborales o financieras» (p.166). La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene, pues incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona. Hay factores que contribuyen al desarrollo de la resiliencia como por ejemplo contar con recursos para generar habilidades; contar con familiares o alguien externo que oriente y brinde confianza, ofreciendo estímulos y seguridad; contar con la capacidad para llevar a cabo planes realistas, tener una visión positiva de sí mismos y confianza en la fortalezas y habilidades propias. Estos factores, entre otros, fortalecen la comunicación y solución de problemas y generan la capacidad para manejar sentimientos e impulsos fuertes.
Concepto de Empoderamiento
Este concepto ha sido desarrollado por las organizaciones de mujeres. Fue presentado por la red de mujeres en la Conferencia Mundial de Mujeres en Nairobi (1985) e impulsado por la Conferencia Mundial de las Mujeres de Naciones Unidas en Beijing (1995) como estrategia para alcanzar la igualdad y equidad de las mujeres. La estrategia está orientada hacia el aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones, conciencia y acceso al poder individual y colectivo, para superar las prácticas culturales y estructurales que contribuyen a perpetuar su situación de desventaja y desigualdad.
Su clave es la transformación de las relaciones de poder entre individuos, comunidades, servicios y gobiernos, ayudando a que los individuos tengan mayor control sobre sus vidas. Para ello, las condiciones para su desarrollo deben estar incluidas en la sociedad en la que se vive. A nivel individual, el empoderamiento es un elemento importante del desarrollo humano. Dicho proceso establece que las mujeres cuando han sido víctimas de violencias necesitan: recursos intelectuales, autoconfianza, participación en las decisiones, una red de apoyo como recursos sociales y mayor autonomía mediante recursos económicos (Casique, 2010).
Concepto de Agenciamiento
Tejada (2005) establece que el agenciamiento es la capacidad de ejercitar el control sobre el propio funcionamiento y sobre los eventos que afectan factores de la vida. El agenciamiento aspira a ser una estrategia de cambio para que los individuos puedan generar modificaciones y transformaciones de sí mismos y de su ambiente. A su vez, implica un proceso sistemático que permite a las personas tener mayor control sobre sus pensamientos, sentimientos, motivaciones y acciones. En síntesis, es un ejercicio que le permite a la persona tener herramientas eficaces y fortalecer cuatro dimensiones fundamentales:
El reconocimiento de sí mismo: se basa en el desarrollo de habilidades para identificar, analizar y cuestionar su historia, sus fortalezas y debilidades, sus posibilidades de transformación, estilos de aprendizaje, pensamientos, relaciones interpersonales, gestión de conflictos, y su disponibilidad y direccionamiento para validarlos, modificarlos y contextualizarlos.
El reconocimiento del otro: se refiere al desarrollo de habilidades para reconocer al otro en cuanto a su relación y su posibilidad de complemento e integración.
El reconocimiento del contexto y la historia: se basa en el desarrollo de habilidades para reconocer la historia, la cultura y el entorno, con sus posibilidades y limitaciones como alternativas de mejora y de cambio.
La transformación continua en la acción: se refiere al desarrollo de habilidades que posibiliten planear, proyectar, llevar a la acción, autoevaluar, retroalimentar, autorregular y auto-direccionar. Es importante que el individuo desarrolle competencias cognitivas y relacionales.
Además, el hospital proporcionó los datos que sumados a los registrados por el Instituto Nacional de Salud y analizados por el Ministerio de Salud y Protección Social darían a conocer el elevado número de casos mujeres agredidas con químicos en Colombia entre enero de 2008 y julio de 2013 (366).
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