Viejos rencores. Lilian Darcy

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Viejos rencores - Lilian Darcy страница 5

Автор:
Серия:
Издательство:
Viejos rencores - Lilian Darcy Bianca

Скачать книгу

lo sé. ¿Cuándo empiezas?

      –El lunes.

      –Lo había oído, desde luego, pero no pensaba que fuera tan pronto.

      Él no le había tomado la mano, pero que la ahorcaran si pensaba permitirle aquel pequeño juego de poder. Ella ya no tenía quince años ni estaba dominada por un enamoramiento. Mantuvo la mano extendida y clavó la mirada en la de él, todavía azul y enfadada. Después de un momento y con desgana y frialdad, Luke estiró la suya.

      Había recuerdos y electricidad en su contacto y Francesca quedó sorprendida. ¿Se habría dado cuenta él?

      Por suerte parecía que no. Él había retirado la mano tan aprisa como la decencia aconsejaba y seguía mirándola con el mismo desdén con que había hablado.

      Ninguno de los dos dijo una palabra. De nuevo era una batalla de voluntades y eso le dio tiempo a fijarse con incredulidad en los cambios que se habían operado en él.

      Sus recuerdos eran tan vívidos que casi había esperado verlo todavía vestido de cuero y con un casco bajo el brazo. Pero por supuesto, no estaba así. Sin embargo, aquella imagen peligrosa había sido su mayor atractivo y su atuendo convencional de ahora parecía un disfraz, como el de los jóvenes delincuentes al presentarse ante un juez después de haber robado un coche.

      Llevaba unos pantalones de color gris pálido, camisa blanca y zapatos de cuero negro muy brillantes. ¡Y hasta corbata, por Dios bendito! Pero se olvidó de la ropa porque no podía pertenecer al Luke Wilde que ella había conocido.

      Y sin embargo, le quedaba bien. Parecía… bueno, increíblemente masculino y capacitado y el cuerpo que cubría aquella ropa era fuerte y bien formado.

      –Tengo algunas citas ahora –dijo él por fin–. ¿Hay alguna razón en particular por la que hayas venido a verme?

      –Oh. ¿Tienes algún paciente dentro?

      –En este momento no.

      –Entonces… entonces…

      Francesca estaba decidida a superar el horrible y hostil comienzo, pero él no se lo estaba poniendo nada fácil. Deliberadamente, para mantener el terreno, recordó el estado de prosperidad de su consulta comparada con el estado ruinoso de la de él. ¡Luke Wilde no tenía ninguna razón para sentirse superior!

      –Pensé que debíamos vernos para hablar. Nuestros padres nunca se llevaron bien personal o profesionalmente, ya lo sé, pero Chris y tú erais amigos. Yo siempre he tenido muy… bueno, cálidos recuerdos de ti, Luke y pienso que podemos ejercer los dos con éxito en Darrensberg. Aquí hay suficientes pacientes para los dos y espero que tengamos interés en áreas diferentes. Hasta podríamos enviarnos ocasionalmente pacientes el uno al otro. Por ejemplo, antes de empezar medicina de familia, hice un año de prácticas en…

      –¡Por Dios! ¡Esto no puedo creerlo! –la cortó él con dureza–. Acabas de llegar al pueblo con todos tus títulos, a heredar a todos los clientes leales de tu padre y encima piensas que podemos ser amigos. Colegas. Intercambiar pacientes. Lo siento, pero no puedo aceptarlo.

      –¡Pero hay sitio para dos médicos!

      –Eso díselo a tu padre.

      –Mi padre no tiene nada que ver con esto y de todas formas, no tengo intención de involucrarle –le enfureció que metiera a su padre en aquello–. Tuvo un serio ataque el corazón hace cuatro meses y sólo se le pudo convencer de que se retirara prometiéndole que yo me pondría a cargo de la consulta. Ahora, yo no conozco toda la historia de… –vaciló porque era un tema para tratar con tacto–, del cese de tu padre, pero seguramente no tendrá importancia ya. ¡Desde luego, yo no pienso repetirla! Nosotros somos la generación siguiente, podemos empezar de nuevo y hacer que esta vez salga bien. Yo… no entiendo por qué estás tan enfadado.

      –No, es evidente que no –ella se encogió ante su tono de voz y Luke lanzó una carcajada–. Te estoy asustando, ¿verdad?

      –No, no podrías. Creo que te valoras demasiado. Aunque debo admitir que me estás preocupando.

      –Sí, eso ya lo noto. Te has quedado con los ojos como platos. ¡Dios, igual que hace quince años! De tal padre tal hija. Yo siempre fui el chico malo de la película, ¿verdad? Tú no podrías entenderlo porque no has hecho ni una sola cosa mala en tu vida. Y la forma que tenías de mirarme… Como si fuera a comerte. Hubo un par de veces en que me sentí muy tentado de…

      Se detuvo abruptamente antes de que ella pudiera adivinar qué iba a decir. De alguna manera, sin embargo, la pasión que subyacía en sus palabras le había traído un vívido recuerdo del día en que la había besado.

      ¡Pero Luke no podía estar pensando en aquello en ese momento! Ahora sin embargo, aquel recuerdo había retornado con toda su fuerza y para su horror, sintió que los pezones se le endurecían como dos botones al pensar en aquel largo y mágico momento en el jardín de sus padres.

      Debería haber sido divertido con aquella clásica receta: el joven rebelde y de mala reputación y la chica inocente y obediente. La penumbra del jardín al atardecer y el raro y único momento en que la había pillado por sorpresa después de llevar meses planeando ella cómo hacerlo.

      ¡Y cómo había aprovechado él la oportunidad! Podría haber sido torpe, pero no lo había sido. Recordaba cómo había alzado la vista para comprobar que nadie los estaba mirando. Entonces había avanzado hacia ella con fluida y sombría gracia, le había tomado la cara entre las manos y le había atraído la boca hacia la suya con rapidez como si supiera que en un minuto, la oportunidad podría haberse escapado.

      A ella no la había besado nadie todavía. Ni siquiera había estado a punto. Apenas tenía quince años. No tenía ni idea de que pudiera sentirse tan embriagada, física y primitivamente excitada. Había jadeado, al principio se había paralizado y entonces había empezado a devolverle el beso de forma febril estirándose porque él era bastante más alto que ella.

      Y entonces… había intentado aferrarle el pelo como había visto hacer en las películas. Dios, su repuesta había sido tan tan inepta. Pero él llevaba el pelo muy corto en aquella época y no había encontrado en qué enredar sus dedos, sólo una sensación suave y un olor a champú balsámico.

      En aquel momento, antes de que pudieran durar los milagrosos actos, habían escuchado los dos la voz de su madre un poco alta y apremiante.

      –Chessie, ¿dónde estás?

      Luke había apartado la boca de la suya y se había desvanecido entre las sombras sin haber intercambiado una sola palabra con ella durante todo el episodio.

      Podría parecer ridículo, pero seguía siendo uno de los recuerdos más poderosos de su vida junto con el de la primera vez que había ayudado a traer un niño al mundo y la primera que había visto morir a un hombre

      ¿Habría sido su vida tan sencilla y carente de drama? Incluso en ese mismo momento tenía las palmas de las manos mojadas y necesitaba con desesperación sentarse, pero la silla estaba demasiado cerca de él para su tranquilidad.

      Era, de hecho, la vez que más cerca había estado de él después de aquella noche memorable.

      Pero seguramente sería lo último en que estaría pensando él.

      –Mira,

Скачать книгу