Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones. Joel G. Ramírez Rodríguez
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De esta forma, el trabajo de Joel se ubica en lo que podríamos llamar el lado oculto de la violencia de género, y su invisibilidad no es debida sólo a que afecta a la más estricta intimidad del individuo, sino también a que existen una serie de connotaciones sociales que pesan sobre las víctimas de este tipo de violencia; dichas connotaciones se engloban en el marco de las relaciones intergenéricas, núcleo de expresión de los modelos de género, y están inmersas en un contexto cultural y social específico.
Es importante recordar que en México hay una escasa por no decir nula producción de estudios sobre violencia femenina hacia sus parejas, lo cual propicia e incluso puede ser causa de la invisibilidad del problema y esto se agrava porque en nuestro país ha prevalecido la imagen del concepto del honor asimilado a la hombría y a la preeminencia social. Así, el entorno sociocultural de nuestra sociedad no es propicio para aquel varón que pretenda expresar ser o haber sido agredido por parte de su pareja femenina; la imagen del “macho mexicano”, prevaleciente en nuestra sociedad, implica determinadas evocaciones como el evitar mostrar sus sentimientos, a no llorar en público o presentarse, familiar y socialmente, como víctima de una mujer. Y a esto habría que sumar que el sistema de justicia en México en cuanto a la violencia doméstica se refiere, no ha desarrollado un cuerpo jurídico que considere a fondo la problemática objeto de esta tesis, lo cual coloca, a los hombres violentados y agredidos por su pareja femenina, en una situación de indefensión y de escasa atención de calidad por la ley.
Joel aborda en su estudio, la premisa de que existe una obligación socialmente aceptada o prefijada de cómo debe actuar un hombre por el mero hecho de serlo, lo cual en muchos casos no le permite expresarse como víctima; esta atribución de comportamiento varonil también está condicionada por características sociodemográficas como la edad o la clase social. La inserción de la víctima masculina en un entorno sociocultural que parece rechazar la victimización del varón a manos de una mujer, condiciona los márgenes de actuación del agredido en la cuestión del conflicto y por lo tanto en la defensa de sus derechos.
Otro aporte importante en el trabajo de Joel, en el análisis de la violencia entre la pareja heterosexual, en el que la mujer es la agresora y el varón la víctima, es tomar en cuenta las consideraciones teóricas de las representaciones sociales, del imaginario colectivo y los procesos identitarios en torno al género, lo cual le permite destacar que si las masculinidades apenas han sido objeto de estudio en nuestro país, la violencia ejercida contra los varones esta todavía menos estudiada y tiene un mínimo reflejo en los ámbitos académicos, profesionales y en los medios de comunicación; situación que podemos ejemplificar, en el caso de la Escuela Nacional de Trabajo Social, donde este tema es de hecho inédito y para ello bastaría simplemente ver cuantas tesis del nivel licenciatura o del Programa de Maestría hay al respecto; en general, en el Trabajo Social, el tema ha sido poco abordado, destacando entonces los trabajos en pro de la mujer llegando incluso, en algunos casos, al feminismo ortodoxo; esto tal vez pueda ser explicado por la presencia, de forma legítima, de un cierto temor a perder lo ganado en la lucha feminista por la igualdad entre hombres y mujeres.
No puedo dejar de mencionar que Joel optó en principio por realizar una serie de entrevistas a profundidad y otras semiestructuradas, pero por la relevancia y significación, así como por motivos de disponibilidad y predisposición de los 5 varones estudiados, se convirtieron en relatos de vida y para su sistematización se consideró un modelo basado en las palabras Etic, Emic y el análisis de contenido, lo cual requirió de un enorme esfuerzo como se puede observar en su trabajo.
No me queda sino felicitar a Joel Gustavo, no solo por concluir su licenciatura, o por realizar su tesis bajo el Programa de Jóvenes a la Investigación de la Escuela, sino asimismo por abordar un tema, la violencia en contra del hombre por su pareja en relaciones heterosexuales, bajo consideraciones como las que me he permitido presentar en este prólogo. Felicidades Joel Gustavo y te transmito mi gran satisfacción por haber sido tu tutor y acompañarte en este proceso, con la seguridad que tienes un futuro promisorio en la profesión y en tu vida personal.
Mtro. Carlos Arteaga Basurto.
Introducción
Uno de los fenómenos que ha permanecido comúnmente incomunicado respecto a los temas relacionados con la violencia, es aquél que implica la violencia en la pareja que se ejerce contra los hombres en el núcleo heterosexual, ya que los artículos periodísticos, revistas en línea y señalamientos académicos que en su mayoría son investigaciones, representan una proporción de referentes que esporádicamente se difunden, quedando limitados en los márgenes de la mira social como eventos poco relevantes.
Desde Suzanne Steinmetz (1978) en investigación, Silvia Fairman (2005) en periodismo y Ginger Gentile (2014) en videos documentales, las claves de análisis han sido propositivas a la par que consistentes, pues cada una, dentro de sus ámbitos de estudio, han logrado visibilizar las complejas aristas de este fenómeno. A partir de ello han surgido células de discusión donde se ha incitado a la reflexión crítica y a la producción de materiales que contemplan la situación genérica y específica de los varones, empatando en cierta escala con declaraciones internacionales, convenios de paz, tolerancia, cero discriminación y demás tratados donde México se ha adherido.
La violencia de pareja colinda con una línea temática evolutiva que se ha consolidado en las últimas décadas, relativa a los estudios de género, cuyas propuestas deconstructivas permiten comprenderla desde análisis multifactoriales e interrelacionados, que esclarecen las construcciones simbólicas, efectos corpóreos y experiencias personales de los agentes involucrados.
Los estudios de género, por su parte, permiten abordar bajo la lente, no sólo las situaciones que originan las violencias hacia varones en sus relaciones de pareja (o también llamadas relaciones íntimas con mujeres), sino también las diferentes maneras en las que se han redimensionado los procesos de conflicto en los miembros de una pareja heterosexual, los efectos graduales de ello y las disputas simbólico-materiales entre los sexos cuando establecen vínculos afectivos.
De este aspecto se deriva la posición primordial que este trabajo toma (una posición horizontal e incluyente), y que se presenta desde la realización del protocolo en su modalidad de investigación social, hasta la redacción de las conclusiones en su modalidad de ejemplar editorial, donde fue importante contemplar los estudios que rinden cuenta de la violencia ejercida contra las mujeres en sus relaciones de pareja, como un soporte de referencia imprescindible que coadyuva a la comprensión científica del fenómeno que aquí se cuestiona.
Para ello, fue necesario partir del hecho de que varones y mujeres son identidades propensas a experimentar los efectos adversos de las violencias en la pareja; en el caso de las mujeres violentadas, el fenómeno se distingue en estadísticas, investigaciones, estrategias de derechos humanos, políticas de asistencia social evidentemente más frecuentes. Ello deriva porque los simbolismos metaculturales que promueven estas prácticas, como los religiosos, inciden en los preceptos culturales de los usos y las costumbres, así como en los estatutos jurídicos tradicionalistas que permiten que en los procesos de interacción y socialización estas violencias se reproduzcan,1 por lo que en los miembros de una sociedad y en las parejas, el fenómeno se naturaliza expandiéndose en cifras exorbitantes.
Se retoman antecedentes que muestran la violencia contra los varones por sus parejas mujeres en condiciones distintas a las anteriores, que no precisamente se fomentan meta, ni macrosistémicamente, por ejemplo, no se promueve en la religión cristiano-católica, la religión con más seguidores en México, que los varones dependan, obedezcan y sirvan a sus parejas mujeres como en el caso contrario, es decir, no se les institucionaliza la dependencia servil, ni en el ámbito humano ni en el divino (Castañeda, 2012).
Tales cánones milenarios han traído como consecuencia que se consoliden acondicionamientos basados en estereotipos, como la tendencia de que