Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones. Joel G. Ramírez Rodríguez
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En dicha presentación, se transita desde los primeros manifiestos feministas, característicos por el radicalismo de la década de 1970, pasando por las variaciones en torno al uso de términos frecuentes como patriarcado, y cómo es que éste es conceptualizado diversamente. Se avanza a la teoría de la performatividad con relación a las múltiples connotaciones que adquiere el género en las sexualidades; de la misma forma, se habla de los estudios de masculinidades para retomar análisis alternos que se dirijan a eliminar las desigualdades sociales con base en el sexo biológico.
Los sistemas de sexo-género son conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual anatómico-fisiológica, y que dan sentido a la satisfacción de los impulsos sexuales, a la reproducción y a las formas de relación social. (De Dios, 2004, p. 18).
En tanto, los aportes relativos a la construcción de los modelos masculinos, femeninos y demás variaciones, permiten comprender los procesos de interacción mutua, afectividad, sexualidad, cotidianidad, coparticipación y subsistencia que se desencadenan en la convivencia continua entre sujetos dentro de un sistema jerárquico, ya que “el género que se nos adjudica al nacer nos confiere un lugar en la jerarquía social” (De Dios, 2004, p. 18). Por su parte, dichos modelos han sido estudiados a la luz de las teorías tanto sociales como políticas, constituyéndose un intercambio de saberes que profundizan en la condición de las mujeres y varones, estos últimos enmarcados en los estudios de masculinidades.
Los estudios en torno al tema de la masculinidad que utilizan la perspectiva de género han logrado aportes significativos en diferentes campos de conocimiento, aportes que además son valiosos en la medida en que han hecho evidente el contenido político de esta perspectiva orientada a modificar un orden social marcado por la injusticia. Muchos varones que se han dedicado a esta tarea comparten con las mujeres el interés en una sociedad más segura y más justa, también están interesados en eliminar la discriminación en todas sus formas e incluso en promover una economía menos jerárquica y más incluyente. (Guevara, 2010, p. 44).
Perspectiva de clasificación binaria2
Es producto de teorizaciones multidisciplinarias, cuya cobertura en las cátedras y fundamentaciones políticas es amplia. Parte de un profundo material crítico que denuncia un sistema social que erige prácticas de dominio y opresión, con lo que se conduce a identificar las condiciones de exclusión, discriminación y violencia que se ejercen contra las mujeres dentro de un marco donde el varón es colocado como el centro en los espacios de decisión y el principal referente en la historia de la humanidad (androcentrismo).
El uso del término patriarcado en esta perspectiva, así como su transversalización, tiene importancia fundamental en la epistemología y teorías de género, ya que de él se parte para categorizar órdenes estructurales. Al respecto, Varela (2005) refiere que “es el feminismo radical, a partir de los años setenta del siglo xx, el que utiliza el término patriarcado como pieza clave de sus análisis de la realidad” (p. 177).
Debido a ello es que se abren brechas para analizar el sistema político que promulga control y dominio sobre las mujeres; por lo tanto, “buena parte de la riqueza teórica del feminismo de las últimas décadas procede de aquí” (p. 177) y, en consecuencia, surgen los grupos de autoconciencia que determinaron el surgimiento de la visibilización de la violencia de género (Varela, 2005, p. 178).
De acuerdo con Alfarache (2012):
Para el feminismo la crítica al paradigma dominante de la sexualidad es el punto nodal de su reflexión filosófica y de su práctica política, por considerar que el control patriarcal de la sexualidad femenina es la base de su opresión, subordinación y discriminación. (p. 68).
Este propulsor crítico, cuyo análisis de denuncia se basa en la erradicación del patriarcado como forma de organización política, permite comprender el soporte y el alcance de los trabajos subsecuentes de dicho periodo histórico, pues “el objetivo fundamental del feminismo es acabar con el patriarcado como forma de organización política” (Varela, 2005, p. 179).
Por su parte, García-Mina (2003) agrega que para comprender la vinculación entre género y feminismo, debe hacerse un recorrido de las mujeres en la historia, de tal manera que se pueda captar lo que ha supuesto esta categoría para el movimiento, ya que fue en el siglo XX donde las históricas condiciones adversas hacia las mujeres alentaron subsecuentes trabajos de crítica política y sociocultural en favor de sus derechos; tal como lo advierte Chávez (2015) “no se puede hablar de género sin tomar en cuenta el papel que han desarrollado las mujeres dentro del movimiento feminista” (p. 107).
Algunos de los trabajos más representativos son:
El segundo sexo (Simone de Beauvoir, 1949).
La mística de la feminidad (Betty Friedan, 1963).
Política sexual (Kate Millett, 1969).
La dialéctica del sexo en defensa de la revolución feminista (Shulamith Firestone, 1970).
Este periodo se conoce como la segunda ola del movimiento feminista, la cual se caracterizó por cuestionar el que las experiencias y percepciones de los varones fuesen el único referente de la humanidad (García-Mina, 2003). Ante esta estrecha relación, se advierte la complementariedad que se gesta entre el movimiento y el desarrollo de esta perspectiva específica, sustentada por corrientes filosóficas y políticas particulares, cuyas demandas estriban (aun en la actualidad) en mejorar las condiciones de las mujeres y erradicar las prácticas hegemónicas que se ejercen impunemente contra sus derechos.
De ahí deriva la importancia de conocer el sustento teórico ligado al movimiento que permite comprender el qué de la perspectiva y el porqué de ella.
El enfoque feminista abonó el terreno para pensar sobre la maleabilidad, la flexibilidad y la transformación de las relaciones de género. A las fatalidades y políticas conservadoras que se derivan de la perspectiva socio-biológica, el feminismo antepuso la lucha política y social para transformar el orden jerárquico y el sistema moral inherentes a las dicotomías público/privado, masculino/femenino, inherentes a la inequidad en la distribución de prestigio y bienes materiales que las relaciones de género aseguran a un grupo de personas (no únicamente a ciertos hombres, sino a algunas mujeres también). (Gutiérrez, 2008, p. 28).
Una de las lecturas que de manera puntual identifica y explicita dicha parcela de la realidad es aquella que realiza Poal (1993) referente a la distinción de los papeles sociales que se crean a partir del sexo hombre-mujer.
Tabla 1. Proceso de socialización diferencial mujer-varón
A los niños/chicos/hombres | A las niñas/chicas/mujeres |
Se los socializa para la producción.Se los socializa para progresar en el ámbito público (laboral, profesional, político, tecnológico). Así:Se espera de ellos que sean exitosos en dicho ámbito.Se les prepara para ello.Se les educa para que su fuente de gratificación y autoestima provenga del ámbito público. | Se las socializa para la reproducción.Se las socializa para permanecer en el ámbito privado (doméstico, afectivo) Así:Se espera de ellas que sean exitosas en dicho ámbito.Se las prepara para ello.Se las educa para que su fuente de gratificación y autoestima provenga del ámbito privado. |
Consecuentemente a lo anterior | Consecuentemente a lo anterior |
Se les reprime la esfera afectiva (sentimientos, expresión de afectos).Se les potencian libertades, talentos, ambiciones diversas que faciliten la autopromoción.Reciben bastante estímulo y poca protección.Se les orienta
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