La comunicación en la construcción del mundo social. Fredy Eduardo Vásquez

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La comunicación en la construcción del mundo social - Fredy Eduardo Vásquez

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que tienen lugar en el mercado los sábados exceden el interés por los productos que se venden, alusiones a la vida personal, dan cuenta de la cercanía entre ellos. Son 16 años de crear vínculos y construir comunidad. El consumidor “nuevo” es identificado de inmediato.

      De otra parte, la comunicación entre productores y distribuidores está mediada tanto por los procesos de certificación de confianza como por los procesos de organización del negocio o emprendimiento. Un primer acercamiento nos revela relaciones de compañerismo frente a la búsqueda de estrategias para lograr el objetivo compartido de mantener activo el mercado agroecológico en la ciudad de Cali, sin embargo, estas conversaciones no están exentas de relaciones de poder que los enfrentan al conflicto.

      El Festival Ecológico, difiere radicalmente de la experiencia anterior por cuanto es un evento ocasional que tiene lugar en diferentes parques de Cali y convoca a un encuentro entre unos agentes heterogéneos y alternativos9. En él se reúnen productores, intermediarios y consumidores de estilos de vida saludables, pero también de personas preocupadas por el cuidado del entorno que nos alberga. Éste, que es el eje de la convocatoria, atrae también artesanos y artistas callejeros que aportan otra dimensión ética y estética al estar juntos. El carnaval, la fiesta, la conversación, impone el ritmo de las interacciones que allí ocurren.

      Es notorio el deseo por volver a lo “humano”, por encontrarse en un espacio que permite el reconocimiento de los asistentes como personas y en el que son aceptados en toda su diversidad. La hospitalidad es manifiesta. La idea del Festival no es crear vínculos permanentes o formalizar el evento sino estar juntos por un rato en un ambiente de “amigos”. La autogestión en torno a emprendimientos muy experimentales es el común denominador de este intercambio, así como consumidores motivados por ideas innovadoras.

      Este evento es un esquema de negocio inclasificable dentro del canon moderno. Rompe con él y lo desvirtúa. En este escenario junto a los productos de consumo alternativo circulan nuevos saberes y nuevas formas de relacionamiento que se caracterizan por ser fugaces y momentáneas. La comunicación se vuelve itinerante como corresponde a una experiencia nómada y desterritorializada.

      El Festival, la forma que toma el encuentro, diluye a sus gestores quienes se mimetizan con los asistentes. Su interés no es económico, es político, aprovechan la ocasión para hacer visible el poder de la sociedad civil, todavía fragmentado. Aunque no aceptan la figura de liderazgo, los implicados en la organización del evento no pueden escapar de ella. Sin su intervención este escenario no sería posible.

      La Milpa es otra de las iniciativas observadas. Es una huerta a cargo de una persona, hortelana, como ella se define, que se toma amigablemente un lote urbano para iniciar en él un proceso de producción orgánica cuyo propósito es acercar a la comunidad en general, a estas prácticas. El acceso al sitio es libre y la repartición de productos, gratuita. El propietario del solar simpatiza con estas acciones y por lo tanto ha permitido su transformación.

      La adecuación del lote se basa en la creación de suelos para la siembra. Actividades como el compostaje son centrales a esta puesta en práctica de la huerta que se ha extendido a los vecinos. Ellos aportan la materia orgánica para el compostaje y en tal intercambio se asoman a conocimientos y sensibilidades nuevas que los involucran. Es un proceso de intercambio de conocimientos que empieza en el suelo y pasa por experiencias como la gastronómica y la artística, asentadas en la posición política de la gestora de esta experiencia que está articulada al discurso ambiental de la diversidad desde una visión ecosistémica, a la soberanía alimentaria y a la autonomía de las personas.

      Emerge pues otra sensibilidad que impulsa un cambio en las maneras de apreciarnos a nosotros mismos y en las maneras de relacionarnos con los otros. Lo ético y estético hacen presencia en las actividades de la Milpa mediante talleres sobre alimentación, música, pintura, entre otros. La alimentación sana, el cuerpo saludable y no manipulado, según esta hortelana, son el resultado de vivir conscientemente las sujeciones que impone el sistema de vida actual y de tomar distancia crítica frente a ellas.

      El Encuentro de Ruralidades Urbanas es una iniciativa de colectivos estudiantiles de la Universidad del Valle, quienes se se unen para crear un espacio de intercambio de experiencias entre agentes involucrados en prácticas de transformación social en relación con la agricultura urbana. La idea del encuentro es la de crear una red de apoyo e intervención de manera transdisciplinaria10, con el fin de consolidar alianzas con otros sectores y realizar colectivamente un diagnóstico de experiencias de agricultura urbana en la ciudad de Cali. En el encuentro se realizan, además, intervenciones orientadas a la reflexión y el reconocimiento del otro, de sus manifestaciones culturales y conocimientos heredados, que se articulan con reflexiones sobre la autonomía y las alternativas de construcción de la idea del “buen vivir”11. En este sentido la categoría de soberanía alimentaria es relevante.

      Los colectivos de Semillas de Libertad y Sembrando Ando, organizadores del encuentro, son grupos interdisciplinarios, interesados en la recuperación de semillas nativas; así mismo en promover prácticas y saberes ancestrales campesinos enfocados en el tema de la agroecología en la ciudad de Cali. Su discurso gira en torno a la soberanía alimentaria, los contextos y políticas que inciden en su concepción, la memoria y prácticas campesinas, concepto en el que reconocen una herramienta colectiva, de praxis social y pedagógica para mejorar el estilo de vida de la comunidad. Estos colectivos han impulsado dos huertas urbanas dentro la Universidad del Valle, sede Meléndez, en las cuales se engloba la actividad de producción, circulación y consumo de productos orgánicos. Llevan a cabo jornadas formativas y de exploración con el entorno. Es un laboratorio abierto fundamentado en la participación activa. Sus miembros conciben las huertas como un espacio de solidaridad, de aprendizaje y sentidos compartidos en relación con la agricultura urbana.

      Su discurso reivindica la comunión con el entorno y una noción de ciudad que le apuesta a la relación estrecha entre lo rural y lo urbano. Valores como la solidaridad y el respeto, hacen parte de su repertorio. Las actividades diseñadas son participativas y experimentales. Se caracterizan por propiciar una amplia circulación de diferentes conocimientos y enfatizar el reconocimiento de lo propio, en pocas palabras, fomentan relaciones interculturales mediante una mezcla de conocimientos y vivencias. Se trata pues de un escenario abierto donde cada agente habla de su experiencia y su trayectoria sin desligarse de su contexto biográfico.

      Los colectivos utilizan sus propias huertas para algunas de las actividades realizadas, como, por ejemplo, la observación participativa de la naturaleza, la práctica de la siembra y las historias contadas por los gestores, que generan debate y evocación de memorias ancestrales. Así mismo la experimentación culinaria permite crear sabores, texturas y colores exóticos en relación con la producción y consumo de productos orgánicos a través de técnicas tradicionales campesinas.

      Los estilos de comunicación son dialogales, con sentido colectivo, abunda la comunicación directa. Es un espacio fugaz donde se aprovecha la ocasión para hacer visible el poder de la sociedad civil, sin crear vínculos permanentes y sin figuras de liderazgo. Estos colectivos hacen uso de las redes sociales para comunicarse de manera informal entre ellos. El correo electrónico, los grupos en WhatsApp o grupos cerrados en Facebook, son algunas de sus formas, pero se destaca la comunicación directa, cara a cara.

      Rincón Verde, es otra de las experiencias observadas. Es una organización que surge de la necesidad de buscar alternativas para mejorar las condiciones ambientales de la ciudad. Promueve proyectos educativos amigables con el entorno, entre ellos, un proyecto de servicio, en unión con la Institución Educativa Manuel María Buenaventura de Siloé, cuyo propósito es acercar a la comunidad a prácticas de agricultura urbana.

      El proyecto con Siloé busca generar un acercamiento entre lo rural y lo urbano a través de talleres de huertas caseras con la comunidad educativa y padres de familia. Promueve la educación en cuanto medio

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