Triatlón con salud. Arturo Guede Seara
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Antonio Rossi, periodista y triatleta
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Mi historia y qué me llevó a escribir este libro
Mi afán por la salud y mi paso al triatlón: Un amor a primera vista
Desde temprana edad empecé a jugar al baloncesto y lo que al principio era una actividad extraescolar se convirtió en una pasión a la que dedicaba muchas horas del día. A lo largo de esos años de insistente dedicación sufrí innumerables lesiones musculares de los miembros inferiores e incapacitantes dolores de espalda a nivel lumbar. Por otro lado, y sin parecer que tuviese relación, sufría ardor, molestias gastrointestinales, gingivitis, aftas bucales, manchas en la piel, alergia al polen, a la fruta y a los frutos secos… A esto último no le daba excesiva importancia por considerarlos males menores para mi práctica deportiva, aunque no tan menores para mi día a día. Acudí a diferentes sitios, a muchos de ellos sin saber si mis quejas eran competencia suya, y nadie me facilitó una explicación clara de por qué me sucedía eso. Mucho menos me aportaban la clave para solucionarlo y prevenir futuras recaídas.
Sin duda, ver lo desnudo que estaba ante este tipo de problemas por la poca eficacia de los profesionales a los que acudí fue el detonante de mi pasión por la salud. Pensaba que este tipo de dolencias tendrían una respuesta y habría otra forma de atacarlas y ponerles fin. A día de hoy afirmo con rotundidad que sí, que esto es posible.
Cuando tenía 14 años, un médico me dijo que abandonase el deporte y me limitase a caminar el resto de mi vida, debido a la aparición de una hernia muscular en el hueco poplíteo que me mantuvo muchos meses con dolores intensos cada vez que intentaba realizar cualquier actividad física. Doy gracias de no haber hecho caso por aquel entonces, de haber buscado sin cesar a un profesional a la altura de lo que mi cuerpo requería y, sobre todo, de haber empezado a estudiar la anatomía humana para entender cómo funciona. Por ello, llevo tatuado en el gemelo izquierdo el símbolo del reto deportivo más exigente que me he planteado nunca: un triatlón de distancia Ironman.
Años después y recién llegado a Madrid con la carrera de fisioterapia bajo el brazo, decidí hacer cursos en diferentes ámbitos con el afán de saciar la necesidad de tener respuesta al mayor número de preguntas que pacientes y deportistas pudieran plantear. En este transcurso de tiempo, y por diferentes motivos, decidí dejar el baloncesto.
Fue una liberación en aquel momento, pero alguien que ha practicado deporte toda la vida siente la necesidad de seguir activo. Como siempre me había llamado la atención el triatlón por su exigencia y por parecerme el deporte más completo, decidí probar. En mi tierra, Galicia, es muy popular, y en mi pueblo, concretamente, se celebra una prueba del campeonato gallego por la que han pasado ilustres de este deporte, como Iván Raña y Gómez Noya cuando estaban en categorías inferiores.
Accedí a un equipo en Madrid en el que empecé a conocer todos los entresijos de este deporte. Saborear el nuevo reto de finalizar un triatlón, realizar actividad física al aire libre, conocer gente fabulosa… me enganchó y se produjo «un amor a primera vista».
A la par, y sin darme cuenta, empezó otro reto, que consiste en querer transmitir los conocimientos ligados a mi experiencia en el triatlón. He leído mucho sobre este deporte tan complejo. Un gran número de publicaciones están escritas por grandes deportistas o entrenadores que, centrándose puramente en el entrenamiento de las tres disciplinas, muestran unos conocimientos abrumadores. Sin embargo, y ahí creo que radica la importancia de este libro, descuidan otros aspectos que pueden significar el éxito o el fracaso. No quisiera parecer dramático, es solo una forma de hablar, pero creo que se le puede sacar mucho partido.
El triatlón, extremismos y consumismo de la mano
Solo hay dos cosas que no me gustan de este deporte. Por un lado, todo el consumismo que envuelve al material. Al principio, sobre todo si nunca has hecho bicicleta de carretera y no dispones de una, la inversión es muy grande. Lo más difícil es saber dónde colocar la barrera, porque parece que nunca se posee todo lo necesario y, mucho menos, de la calidad suficiente. No te dejes engañar, pues dista mucho de la realidad.
Agradezco haber contado con un presupuesto limitado para gastar en alta gama cuando empecé esta experiencia, porque seguramente hubiese invertido mucho más sin hacerme falta verdaderamente. Además, creo que de haber desembolsado 4.000 euros más mis resultados no hubiesen variado prácticamente nada.
No comparto lo que hace alguna gente que lleva un mes en este deporte y sin haber finalizado un solo triatlón o sin saber al menos si le gustará ya está equipado con el último Garmin y la mejor bici con sus correspondientes ruedas de perfil, por poner solo un par de ejemplos. Podría seguir con esa lista. El triatlón es un deporte que muchas veces no termina de enganchar o resulta muy exigente, y todo ese material acaba cogiendo polvo.
Sin embargo, no estoy criticando a la gente que va a la última porque así lo ha decidido y puede permitírselo. Critico a las marcas que te hacen creer que necesitas todo eso para practicar este deporte. Espero que se entienda bien lo que quiero decir, porque soy el primer enamorado de una buena bicicleta de contrarreloj y posiblemente algún día adquiera una.
A continuación expongo una idea aproximada de mi presupuesto para comprar material (básico) cuando empecé desde cero (tabla 1.1).
Tabla 1.1 Equipo básico para el triatleta principiante
Al presupuesto total aproximado (1.520 euros) habría que añadir las inscripciones del equipo (si vas a pertenecer a uno), la piscina, las competiciones y la ficha federativa; y, por otro lado, los arreglos de la bici, los suplementos nutricionales, etc. Tengo compañeros que tienen bicicletas espectaculares con un valor mucho mayor que todo este material junto.
En mi opinión, es un presupuesto ajustado, pero si tu intención es no gastarte mucho dinero (tarea complicada en el triatlón), porque no te lo puedes permitir o prefieres invertirlo en otra cosa, sé consciente de que también es posible afrontar grandes retos como un Ironman sin la última tecnología; yo llevo así tres años y he conseguido finalizar tres.
Comentaba al principio de este apartado que hay dos cosas que no me gustan de este deporte. Pues bien, tratada la primera, la segunda es el extremismo en el que caemos la mayoría de nosotros sin darnos cuenta.
Creo que muchos de los que llevan tiempo en esto me entenderán cuando diga lo siguiente. De nuevo es difícil colocar el límite en el número y la duración de los entrenamientos de cara a la preparación de un triatlón o un Ironman; incluso si estás supervisado por un entrenador, no es fácil establecer qué pauta debes seguir.
Es habitual quedarse en diversas ocasiones con la sensación de «no he recorrido los suficientes metros lo bastante rápido» o de «hoy no he tenido tiempo para doblar sesión». Es un continuo fluir de sentimientos de culpabilidad de este tipo; así que repito de nuevo: no caigas en eso. Disfruta del entrenamiento que tu horario te haya permitido hacer y no te culpes por no ir a casa con el cuerpo hecho papilla cada día.
Mi primer Ironman y por qué no he vuelto a preparar tal reto deportivo a ese coste
Os dejo un fragmento redactado al finalizar mi primer