Inmigración internacional en Chile. Baldomero Estrada Turra

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Inmigración internacional en Chile - Baldomero Estrada Turra

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República. Todo lo que viniese del exterior teñido de herejía, atentaba en contra de la seguridad nacional, como el caso de seis de los nueve marinos ingleses de Cavendish, y que fueron ahorcados en la plaza de Armas de Santiago17, y que a nuestro juicio eran los más dogmatizados de aquel grupo con ideas puritanas. No solo un celo religioso había crecido lo suficiente en los siglos XVI y XVII, también se reflejaba en un encono a lo extranjero no católico, como el macabro caso de llegar a exhumar al navegante calvinista Hendrick Brouwer después de muerto, estando sepultado en los alrededores de Valdivia para 1643, he aquí lo que afirma a aquello la crónica de Medina: «En odio a esos enemigos religiosos, el primer capitán español que llegó a aquellos sitios hizo desenterrar el cadáver del jefe enemigo que había sido allí sepultado, “y por ser hereje lo quemó”»18.

      Para la segunda mitad del siglo XVIII, la condición íntima emocional a lo extranjero no católico que se avistaba en nuestras costas no había cambiado, solo se había moderado. En un estado de sentimiento religioso tal, con una escasez de solvencia en lo comercial, se vence la desconfianza, y se hacen los primeros intentos de acercamiento a la sociabilidad chilena, por medio de los británicos en periodos de paz, y a causa de tratados de amistad con España, y acuerdos comerciales para entrar en sus colonias, al darse cuenta de la condición de capacidad comercial de ellas, de escasa riqueza y desarrollo, se añadía otra condicionante:

      “Lo que era aún peor, no había esperanzas de que estas colonias, bajo el dominio de España, iniciaran un camino hacia un mayor desarrollo debido a numerosas causas entre las cuales no eran las menores el bajo nivel de productividad, la autosuficiencia de la economía local, así como las características de la sociedad. Esta presentaba una estructura estática, jerárquica y muy conservadora, defectos estimulados por la dominación colonial…, y por el espíritu de resignación que patrocinaba la Iglesia Católica de Hispanoamérica”.19

      La corona española se vio obligada a emitir un decreto en 1797, donde se permite a naciones neutrales comerciar con las colonias, en este caso, con Norteamérica. De esta forma, un segundo actor decididamente provocador en favor de los cambios políticos, comerciales, sociales y religiosos entra a tratar con la distancia a lo foráneo que aún manifiesta la sociabilidad chilena producto en gran parte de una religiosidad antiprotestante. Desde el puerto de Boston, llegarán bostonenses principalmente, más otros de localidades de alrededor, todos descendientes de la colonia puritana de la bahía de Massachusetts con sus navíos a los puertos hispano-chilenos que “fueron visitados por doscientos veintiséis navíos entre 1797 y 1809”20. J. Eyzaguirre, ante dicho advenimiento que es solo parte de una muestra mayor, hace un resumen generalizado, pero ajustado al propósito que perseguimos con nuestro artículo, que con respecto a un encuentro de lo Norteamericano con lo público hispano-chileno, nos afirma:

      “Era el primer pueblo del continente que había alcanzado la libertad política y que se había constituido de manera ordenada en un régimen republicano y democrático. Estas circunstancias fueron señaladas más de una vez a los habitantes de Chile por navieros norteamericanos que visitaron sus costas, como pescadores de ballenas o contrabandistas, en los años circundantes a 1800. Las conversaciones privadas y la difusión subrepticia de algunos escritos, entre ellos la Declaración de la Independencia y la Constitución Política de los Estados Unidos, dejaron huella y alentaron el espíritu revolucionario”21

      Por nuestra parte, añadimos en cuanto a la libertad de creencias, que no fue tolerancia, sino libertad religiosa en su total sentido.

      2) Estadounidenses puritanos peregrinos y emigrantes desde su tierra a Valparaíso

      Las colonias inglesas con herencia calvinista, y en menor grado su afluente de escoceses-irlandeses presbiterianos, fueron el mayor contingente de personas que darán forma a la fundación de Norteamérica en sus inicios. Una parte importante de ellos tenían el calificativo de puritanos, indistintamente a ello podían adherirse a un anglicanismo más radical, al presbiterianismo o al congregacionalismo, en razón a sus particulares creencias en cuanto a la relación al obispado monárquico, a la Iglesia y el Estado, y a libertades políticas civiles. Junto a dicha convivencia, sus expresiones religiosas, comerciales y políticas son una extensión del genio inglés en el Nuevo Mundo, las que se relacionarán en medio de la vida diaria habiendo navegado hasta Valparaíso.

      Después que John Cabot, enviado por Enrique VII, descubriera Terra Nova, Labrador y Nueva Escocia, para 1497, vino una creciente necesidad de comercio en ultramar por la situación interna que vivía Inglaterra, lo cual incidió a que la idea de la colonización pasara con el tiempo a tomar mayor sentido.

      Para comenzar a establecerse en lo que es hoy el territorio de Virginia, se fundaron compañías, las cuales se les confieren derechos para colonizar por Jaime I en 1606. Ya para 1619, dichos colonos cuyas motivaciones eran de carácter económico en la mayoría, aun así, existía un ambiente religioso, pues se reúnen en la “Primera Asamblea de Virginia celebrada en la Iglesia [anglicana] de Jamestown el 30 de julio de 1619”22. La iglesia anglicana con su autoridad episcopal dentro de las colonias fue significativa, y en dicha misma colonia de Virginia para toda la Norteamérica poblada y por peregrinar en su conquista, estando por encima de otros protestantismos, perdió su poder a fines del siglo XVIII.

      El otro espacio territorial fue Maryland, al cual llegaron no solo católicos emigrantes, también protestantes, y ya para 1635, habiendo prosperado congeniaban en el gobierno tanto católicos, minoría, y una mayoría protestante, de lo cual para mantener un equilibrio, y contener la hostilidad protestante, a “más que para establecer el principio general de tolerancia religiosa, asumió la entrada en vigor del Acta de Tolerancia de Meryland en 1649”23. Este primer tratado en Modernidad sobre tolerancia religiosa en medio de colonias protestantes, se entiende en el contexto y sentido que una iglesia en particular se encuentra por encima de otras.

      Pero la diferencia más radical en lo ya narrado, y que es parte indirecta también de la historia de Valparaíso, se dará en la zona denominada Nueva Inglaterra. Los cambios se fueron gestando desde las relaciones bajo una monarquía constitucional, y puesta en un trance aquella formula, J. Perry nos indica que en Inglaterra, al asumir Carlos I: “Toda esperanza de presbiterianismo en la iglesia, y toda esperanza de gobierno parlamentario en el Estado, parecía disiparse por completo”24. Ante tal estado de cosas, incluyendo lo económico, inicialmente son un reducido grupo de puritanos, congregacionalistas, separatistas, los cuales en una cantidad de 110 saliendo de Inglaterra por causa de la persecución a sus creencias religiosas para 1609, y no adaptándose en la Holanda calvinista, desde allí en 1620 zarparon en el Mayflower para arribar en Cabo Cod, y establecerse en el puerto de Plymouth, en cuya travesía, aún en plena navegación, los Peregrinos redactaron a lo que los comprometía a ceñirse a una “política de organismo civil”.

      Posteriormente, salen en 1629, llegando a la Bahía de Massachusetts, otro grupo de puritanos, quienes fundan una colonia en la zona para 1630, la mayor parte de ellos puritanos prominentes, siendo separatistas, fue no menor su independencia, al caso de fundar una empresa propia, que en lo significativo dicha compañía no necesariamente permanecía su domicilio en Inglaterra, caso más que relevante para la futura historia. La religión, y el desarrollo del comercio comenzó a ser parte del desarrollo y la vida diaria de la colonia, pero a la vez, por su excesivo celo religioso, en ocasiones opresor tanto en rechazo a otras creencias como también en lo político, llevó a muchos a fundar nuevas colonias partiendo por Boston, Connecticut, Nueva Haven y Rhode Island, quienes en su peregrinar de fe adoptaron a futuro el sistema de iglesia congregacionalista, y del radio donde se desarrollan estas localidades se afirma que: “No solo otorgaron una entidad especial a Nueva Inglaterra, sino que crearon un pensamiento propio de carácter social, político y religioso, que posteriormente constituyó una parte integral de la cultura norteamericana”25. Para Parry, después de varias décadas tanto “Massachusetts y Connecticut comenzaron a desarrollar un imperialismo propio y a absorber a las colonias menores”26.

      Congeniando en dicho ambiente, y con amplias tierras vírgenes

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