Inmigración internacional en Chile. Baldomero Estrada Turra

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Inmigración internacional en Chile - Baldomero Estrada Turra

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la imposibilidad de quedarse radicaba en ciertos puntos, que también afectaban a todo Chile, como “Libertad de conciencia y de cultos; Libertad de ejercer cualquier industria; Libertad política y libertad en la participación en todos los goces sociales y fácil adquisición de los derechos de ciudadanía”97. Estos impedimentos se siguieron haciendo públicos, en respuesta a un artículo de prensa aparecido en Copiapó:

      “Hay República, es verdad, pero los bienes que dispensa son bien limitados. No existe el elemento democrático, tal como aparece en la Unión Norteamericana, necesitamos levantar el proletarismo a la condición democrática, asegurarla igualdad entre todos los ciudadanos, y sobre todo borrar del código político la intolerancia religiosa, establecida en principio, y sostenida por los ultraconservadores98.

      Haciendo una comparación de ejemplos con los Estados Unidos, con estados confederados a lo cual J.D. Alberdi estuvo muy atento, en función de una reforma política y administrativa para Chile, a pesar que Valparaíso era un lugar único de adelanto, se denunciaba que las provincias y la capital quedaban imposibilitadas de ser atractivas para los extranjeros que quisieran allí radicarse definitivamente, estaban en el atraso:

      “Tenemos el ejemplo de Estados Unidos, cuya prosperidad general es debida al engrandecimiento de cada provincia o estado… Con la independencia de las provincias las ideas penetrarían fácilmente, y los principios no sufrirían choques ni resistencias de la ignorancia o cultura relativa. Por ejemplo, la tolerancia religiosa es un hecho en Valparaíso: las sectas disidentes tienen aquí medios externos de adoración, capillas y un cementerio. No así Santiago, donde prevalece el absurdo principio inserto en la Constitución, de negar el derecho a los otros cultos, de modo que el protestante que allí fallece no encuentra un lugar para su eterno descanso sin bajar a Valparaíso”99

      Para ir concluyendo este espacio, el puerto de Buenos Aires ya tiempo que adelantaba a Valparaíso, ya que “la inmigración es de 1.000 hombres cada mes…, y sin un peso de gasto al tesoro”100. Junto a ello, son decenas los artículos que principalmente aparecerán en la prensa de Valparaíso, desde 1850 hasta 1865, en razón a que se diera una solución a los impedimentos a la emigración por causas de la religión que imperaba. Por medio de dichas publicaciones, relacionadas desde el ámbito político con respecto a emigración, es que comprobamos que estaban unidas la religión, principalmente con los inmigrantes provenientes de zonas protestantes. Para dar, solo en parte solución a una de las condicionantes de la inmigración es que se vino aplicar, dentro de una Constitución conservadora el criterio de reformar pero conservando, y conservar reformando, aprobando para 1865 la reinterpretación del Artículo 5°, previo a eso, copiamos algunas de las declaraciones con diversos calificativos a los extranjeros que se fueron formando por años los congresistas, y que emitieron en el hemiciclo del Congreso, he aquí algunos: “hombres industriosos”, “la inmigración extranjera proporcionaría al país hombres honrados e industriosos, y familias respetables que darán un gran impulso al desarrollo del país”, “la inmigración que es fuerza y que es riqueza…”. A nuestro entender, uno de los resúmenes mejor logrados en pocas palabras con respecto al aporte de los emigrados a Valparaíso, fue emitida por el diputado de apellido Varas, en la cesión 6° del 30 de junio:

      “No humillemos a los extranjeros, esos hombres de industria, laboriosos, que han traído al país sus capitales, su actividad, y han aumentado el bienestar común. ¿A qué obras de beneficencia se ha invitado a estos disidentes a que no se hayan prestado gustosos? Ahí está el cuerpo de bomberos de Valparaíso, en el cual figuran muchos extranjeros; y la Cámara sabe que estos individuos cuando llega el momento del peligro se presentan gustosos a arrástralo, y muchos han tenido que sufrir por el bienestar común… No los humillemos, señor, busquemos otras palabras que no hieran, reconozcámosles su derecho”101

      3.2) Valparaíso como puerto generador y exportador de ideas a procesos migratorios

      Para 1855, de una población chilena de 1.419,451 los inmigrantes extranjeros eran 19.669, estacionados en todo el territorio correspondiente a esos años. De los cuales, en nacionalidades y sus porcentajes, entre ingleses 1.934, alemanes 1.822, franceses 1.650, americanos 680, prusianos 107, daneses 45, belgas 33, noruegos 11, suizos 31, holandeses 24, suecos 22, y más de otras 30 nacionalidades en porcentaje mínimo, los argentinos era la inmigración de mayor cantidad, con un total de 11.551, personas102.

      En cuanto a aquella cantidad de argentinos, la mayoría de confesionalidad católica, un gran porcentaje se concentraba en el Valparaíso liberal. Dentro de estos, algunos personajes importantes, ya sea establecidos definitivamente en dicho puerto, como el Salteño, diplomático que prestó servicios con su especializada biblioteca a varios historiadores de la época, nos referimos a don Gregorio Beéche103, o residentes de paso por diversos motivos, como militares, juristas y políticos; algunos pasando un proceso de exilio como Bartolomé Mitre, o por sus comisiones profesionales haciendo el contacto con la burguesía mercantil y comercial protestante, como lo hace J. D. Alberdi, y D. F. Sarmiento, quien entre otros menesteres encomendados, acumula conocimientos del funcionamiento del comercio104.

      Valparaíso con su particular ambiente influenciaba a dichos argentinos, especialmente al pensamiento de Alberdi, no solo desde lo político105. Ambiente tal de la ciudad, que con un dinamismo creciente empujaba a una “población seria, ocupada, comercial, al adelantamiento, a la libertad, al desarrollo de la riqueza, y prohijara con ardor toda idea útil, adelantada que tienda al desarrollo del bienestar del mayor número”106. En sus calles y edificios no dejaban de ser llamativas en los días festivos la cantidad de banderas de los consulados establecidos, verdadera Cosmopolis al ritmo del comercio extranjero, el cual había generado “la fraternidad de las naciones”107, dejando atrás la inoperancia de las violentas discriminaciones religiosas que habían separado a los hombres por décadas; el comercio es visto como un bien público.

      Tanto Alberdi viviendo su tiempo de reflexión y maduración entre Santiago y Valparaíso, o un nacional pudiente, o inmigrante ya establecido, ya sea de paso, o recién llegado, todos quedaban sin ya impresionarse del brusco cambio de contraste social que evidenciaban esas dos ciudades. El motivo de la dinámica vida porteña al margen de la circulación del dinero, cheques de empréstito, y seguros, se refleja en un cuadro que representa muy bien lo que Alberdi procesaba, y Sarmiento proyectara a futuro en base a la siguiente descripción:

      “La población aumenta considerablemente en el puerto: la bahía está cubierta de bajeles: Valparaíso es denominado justamente el emporio del comercio del Pacífico. Todos advierten que es preciso facilitar la circulación de hombres, vehículos y riqueza; extrañan que una sola calle estrechísima entretenga la comunicación con la capital y demás pueblos interiores y a pesar de que abundan los medios de proveer a este grave mal, nadie acude a erradicarlo. Sería poco costoso construir otra calle sobre la bahía…”108

      Ante el bullicio de la descarga, y trajín de los carruajes, nuestro inmigrante se dedicará a estudiar profusamente la Constitución Norteamericana en el principal puerto chileno, cuyo modelo la incluirá en sus Bases, pues estaba consiente que su forma federal resguardaba libertades y derecho a profesar la diversidad de cultos sin impedimentos de ninguna índole, ideal que iba en apoyo a sus propuestas de inmigración. Para 1852, estando Alberdi viviendo en el propio Valparaíso, prosigue rodeado de una realidad que le llevaba a comprender el genio y ser del agente humano que producía su bienestar. Así, la inmigración extranjera por su capacidad de gestión paso a ser un factor fundamental dentro de sus meditadas propuestas. Los antecedentes para el jurista y político estaban a la vista, sus vecinos y compañeros de calles repetían una serie de afirmaciones de lo que son capaces, y un resumen de ellas aparecieron en el Telégrafo del 7 de octubre de aquel año, en Santiago:

      “Para nosotros la cosa necesita comentarios. Somos millares de hombres de todas las naciones establecidos en el país, y que profesamos el culto de nuestros padres. Lo hemos practicado sin obstáculos durante muchos años, y continuaremos practicándolo, en descargo de nuestra conciencia y en desempeño de nuestros deberes

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