Libérate. Valeria Vegas

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Libérate - Valeria Vegas

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la música de baile en el disco Dancing Queen, del que fue madrina en las labores de promoción junto a Carmen Xtravaganza, Liz Boa, Amnesia, La Prohibida, Antoñita Glamour y La Plástika. Aquella recopilación, que fue noticia hasta en el telediario, sirvió para que Alaska concediese entrevistas que no tenían desperdicio. Ya por aquel entonces, habló sobre pequeñas cuestiones que se encontraban a años luz de como las concebimos hoy, como cuando le preguntaron qué era eso de las drag queens:

      Una drag queen es un chico que se viste de chica con mucho glamour. Luego resulta que no es lo mismo travesti que travestido o transexual ni drag queen. Esto es algo festivo, una celebración. […] Para mí la cuestión sexual no es tan importante, es decir, no es tan importante que sea un chico. Yo soy muy drag, y soy mujer.

      Su empeño en la visibilidad se reiteraba en una entrevista en El País Semanal:

      —Afirma usted que la música de baile influye en su manera de entender el sexo, ¿cómo es eso?

      No influye en el acto sexual en sí, pero sí en mi postura sexual ante la vida. Cuando yo tenía doce años, quería ser David Bowie. Tenía un problema de identidad muy grande. En el ambiente en que yo me muevo, la gente está más abierta y es más permisiva con estas cosas, no solo en el terreno sexual. Y resulta que en el ambiente gay se oye mucho este tipo de música. Yo tengo una cultura gay.

      —¿El mundo de las drag queens, las plataformas y los travestidos es frívolo?

      Sí. Pero hay de todo. Para muchas solo hay dos salidas: artista o prostituta. No se les ofrecen otras alternativas. Los gais han conseguido ya muchas cosas y la revolución pendiente ahora es la liberación de los travestidos, que consigan puestos de trabajo dignos.

      —¿Qué cualidad aprecia más de un hombre?

      Que sea lo bastante hombre como para dejar que aflore su lado femenino.

      En 1996, la artista se sube a la primera carroza de la primera manifestación del Orgullo LGTBQ de la capital, promovida por Shangay, a la que asistieron menos de trescientas personas. Por muy modernos que parezcan en la lejanía los noventa, todavía no había llegado el momento de que las celebrities se sumaran a la causa. A partir de entonces, la presencia de la artista en el Orgullo se vuelve constante. Espectadora confesa de los shows de transformismo desde que en su adolescencia acudiese a Centauros, mítico local del Madrid de la Transición, su vinculación con la causa travesti se acrecentó en 1997, cuando, ya con Fangoria, organizó la gira Xpandelia, en la que La Prohibida, La Plástika y La Baker ejercían de gogós, recorriendo una España todavía reticente a la tolerancia.

      Siempre dispuesta a romper los roles de género, en 1999 Alaska declaró en la revista Zero: «Estoy a favor del hombre sin pantalones. No es que la mujer haya ganado algo poniéndose pantalones, es que el hombre ha salido perdiendo al no ponerse faldas». En el año 2000, le preguntaron en el diario ABC acerca de las causas que más la conmovían, y la artista no dudó en responder:

      Me da mucho pudor asistir a determinados actos reivindicativos donde se puede confundir la buena voluntad con el afán de promoción. Me tocan la fibra especialmente los asuntos relacionados con los derechos de los homosexuales y los transexuales, quizá porque los de los demás sensibilizan a un número mayor de la población y están, por así decirlo, más cubiertos.

      Cuando en 2001 la futura Ley de Matrimonio Igualitario todavía removía actitudes intolerantes, Alaska respondió así al periodista de Interviú que le preguntó el porqué de tanto empeño en casarse por parte de los homosexuales:

      Se trata de conseguir el derecho a poder hacerlo, de tener los mismos derechos que los demás… Otra cosa es que luego se utilice ese derecho o que sean pocos los que decidan llevarlo a la práctica.

      Igual de destacable fue cuando en ese mismo 2001 la cantante acudió al programa Moros y Cristianos, en el que se debatía acerca del sexo sin amor. En un momento dado, una madame de burdel, allí invitada, comenzó a increpar a los hombres que se vestían de mujer, asegurando que eso era «peor que maricón». La respuesta de Alaska, exaltada ante tamaña homofobia, no se hizo esperar: «Un momento, no estoy dispuesta a que aquí nada sea peor que maricón. Un momento, señora, usted juzgue por su propia moral, cuidado». Sobra decir que a ningún otro contertulio le llamó la atención aquella descalificación: solo la artista puso los puntos sobre las íes. Su desilusión social quedó también reflejada en el suplemento Mujer de hoy, cuando, en el año 2002, puntualizó:

      A mí no hay ningún partido que me hable de legalizar las drogas, del aborto, de un trabajo digno para las transexuales o de una prostitución regularizada. Ninguno habla mi lenguaje.

      En 2003, publicó el libro Transgresoras, en el que hace un repaso a las mujeres que marcaron su vida y rompieron moldes en distintos ámbitos. En esta obra, dedica un extenso capítulo a las mujeres trans, en donde alaba su lucha con respeto y admiración. En definitiva, Alaska llegó para hacer de España un lugar más bonito y reivindicar la diferencia con orgullo y dignidad.

       Alto Standing

      Compuesto y producido por Luis Miguélez y publicado en 2001, Alto Standing fue el primer disco que reunía a distintas drags, travestis y cabareteras del panorama nacional, llevando por bandera su disidencia sexual y reivindicando el canalleo. Las canciones fueron grabadas entre 1985 y 2000, seleccionadas posteriormente por Miguélez e interpretadas por Psicosis Gonsales, La Prohibida, Belén Ventura, Glamour to Kill, La Plástika, Jill, La Bella Tatoo, Josephine, Paranoika González y el dúo Diossa y Malyzzia. El disco incluía versiones de Brigitte Bardot, Raphael, Françoise Hardy, Raffaella Carrà y Alejandro Sanz (cuando su nombre artístico era Alejandro Magno). En definitiva, un álbum de culto que recogía el espíritu de una cultura underground que, como bien recalcó su autor, había estado muy bien reflejada en la prensa y la televisión, pero nunca en un disco.

      En una entrevista promocional a Luis Miguélez con motivo de Alto Standing y Rock Station, grabado junto a McNamara, le preguntaron en el diario ABC, en junio de 2001, si aquello suponía una vuelta al espíritu de los ochenta. Esta fue su respuesta:

      No son los discos los que recogen ese espíritu, sino la compañía. Porque ambos materiales estaban grabados desde hacía tiempo. A otras discográficas no les interesó, a pesar de que sus ejecutivos van de modernos y ahora lo bailan como locas. Pero no se atrevían a transgredir esa barrera. […] Es apto para todos los públicos. Se trata de artistas con mucho glamour, cosa que han perdido los rockeros en España. Y eso gusta a todo el mundo.

      El single principal del LP fue Somos iguales, cantado por Miguélez en compañía de todas las componentes del disco. Un tema con conciencia de himno cuya letra dice así:

      Mañana, tomorrow

      No pienses que voy a cambiar

      Mañana, tomorrow

      Mi vida seguirá tal cual

      Mañana y ahora

      Un precio siempre hay que pagar

      Por nada, por nadie, por todos, por ser divinas de verdad

      Sigue luchando, amigo

      No dejes que te importe el qué dirán

      Qué

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