Miradas sobre la subjetividad. Jorge Eliécer Martínez Posada

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Miradas sobre la subjetividad - Jorge Eliécer Martínez Posada Cátedra Institucional Lasallista

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máquinas inteligentes. Uno de los resultados de esto es la crisis del sindicalismo, pues los viejos sindicatos, dominados aún por los trabajadores fordistas, ya no logran aglutinar a los precarios (trabajadores no asalariados) que son contratados como outsourcing o subcontratación externa.

      De la sociedad disciplinaria a la sociedad de control

      Visto ya, muy a grandes rasgos, el universo conceptual en el que se enmarcan los primeros trabajos de Mauricio Lazzarato, es tiempo de analizar su obra posterior, articulada básicamente hacia finales de la década de los noventa en un diálogo transdisciplinario con pensadores como Deleuze, Foucault, Bajtin, Guattari, Leibniz y Tarde. Me concentraré primero en el modo en que Lazzarato se apropia del concepto de sociedad de control y lo utiliza para realizar una crítica tanto de los filósofos operaístas, como de Foucault y Deleuze.

      El concepto sociedad de control aparece por primera vez en un pequeño artículo que publicó Deleuze en el año 1990 titulado “Poscriptum sobre las sociedades de control”. Allí afirma que, actualmente, vivimos una crisis del modelo disciplinario teorizado por Foucault, pues hoy día las relaciones de dominio ya no se asientan en instituciones de secuestro como la fábrica, el hospital y el cuartel general, sino que se mueven por otros lugares. No se trata ya de un poder seriado, cuadricular, que se manifiesta delimitando tareas y funciones, sino de un poder “liso”, flexible, que constituye la vida de los ciudadanos, integrándola en estrategias molares, pero a través de movilizaciones en el ámbito molecular. Es decir, que hoy día los sujetos ya no son constituidos desde la base de instituciones disciplinarias, sino desde afuera de esas instituciones a través de un nuevo tipo de máquinas que él denomina máquinas informáticas. Con ello, se refiere básicamente al marketing, instrumento básico para las nuevas estrategias empresariales. Deleuze realiza una distinción conceptual entre fábrica y empresa. No es lo mismo una fábrica que una empresa, porque, mientras aquélla opera sobre los cuerpos (cuerpos limpios, cuerpos rendidores, cuerpos obedientes) de acuerdo con el ritmo de las máquinas industriales, ésta, por el contrario, actúa sobre los deseos conforme a la operación de las máquinas informáticas. Es decir, mientras la fábrica disciplina los cuerpos, la empresa modula los deseos.

      Lazzarato retoma estas observaciones de Deleuze y las pone en diálogo con Foucault y con las tesis ya estudiadas de los operaístas italianos. Contra éstos, Lazzarato dirá que el capitalismo no puede ser entendido solamente según la relación capital-trabajo y conforme al modelo de la dominación colonial, la dominación estatal, etcétera. El capitalismo no puede ser explicado solamente por sus inscripciones molares, sino que requiere de un análisis del modo como los sujetos son constituidos en el ámbito molecular. El problema del marxismo es que se concentra en molaridades y desconoce que los fenómenos constitutivos del capital no pueden ser pensados sin tener en cuenta el modo en que los sujetos viven “capitalísticamente”, por así decirlo. La pregunta que ignoran los operaístas es por qué se desea el capitalismo. No es gracias a determinaciones de orden socioeconómico como surgen estas subjetividades deseantes, sino gracias a las tecnologías de gobierno magníficamente descritas por Foucault.

      Ahora bien, Lazzarato coincide con Deleuze en que Foucault sólo pensó las tecnologías del gobierno para la sociedad disciplinaria, pero no alcanzó a entrever el advenimiento de la sociedad de control. Pero, más aún, Lazzarato piensa que lo que Foucault denomina sociedad disciplinaria corresponde en realidad a lo que los operaístas denominan fordismo, mientras que lo que Deleuze denomina sociedad de control correspondería, más bien, al modus operandi del posfordismo. Por lo tanto, aunque Foucault entendió el modo en que ciertas tecnologías de gobierno, como la “anatomopolítica” y la “biopolítica”, funcionan como pez en el agua en el fordismo, habría que pensar en una nueva tecnología que explique el funcionamiento hegemónico del poder en el capitalismo posfordista, y es a esta tecnología que Lazzarato denomina la noopolítica.

      Por otro lado, Lazzarato dirá que, en el paso de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control, es decir, en el paso del fordismo al posfordismo, Deleuze no tiene en cuenta el modo en que se articulan todas las tecnologías anteriores descritas por Foucault. Es decir, que en la sociedad de control opera ciertamente la noopolítica como tecnología hegemónica de gobierno, pero articulada de forma compleja con tecnologías desplegadas en épocas anteriores de la historia del capitalismo. Es el caso de la soberanía, tecnología hegemónica durante el capitalismo mercantil (siglos XVI-XVIII), y de la anatomopolítica y la biopolítica, que fueron hegemónicas durante la época del capitalismo industrial (siglos XIX -XX). Lazzarato bebe aquí de la tesis de uno de los operaístas, Sergio Bologna, según la cual, el capitalismo es un conjunto de diversos modos de producción dominados por el más dinámico y desterritorializado de todos. En las sociedades de control, dirá Lazzarato, el modo de producción posfordista coexiste antagónicamente con el fordismo y con el prefordismo, pero los hegemoniza por ser más flexible y “abstracto” que ellos.

      Como puede verse, Lazzarato va desarrollando su propio pensamiento en medio de un triángulo discursivo en cuyos ángulos se encuentran Foucault, los filósofos operaístas y Deleuze. Sin embargo, el triángulo se convierte en cuadrado con el ingreso en escena de una cuarta fuente de inspiración: el sociólogo francés, Gabriel Tarde. En sociología, se suele ver la figura de Tarde como contrapuesta a la de su famoso contemporáneo y compatriota Émile Durkheim, pues mientras éste se interesaba por los grandes conjuntos de la vida social (la educación, la religión, el Estado), Tarde se concentraba, en cambio, en los ámbitos moleculares de la sociabilidad, muy influenciado por los resultados que en su tiempo estaba arrojando la física cuántica. Él pensaba que así como los grandes cuerpos físicos se construyen a partir de las fuerzas atómicas, también la vida social se construye a partir de lo pequeño, de lo infinitesimal, pues es en este ámbito donde se generan las dos fuerzas moleculares que dinamizan el cuerpo entero de la sociedad: la creencia y el deseo. Por eso, Tarde se interesa por la monadología de Leibniz, pues las mónadas están constituidas, en mayor o menor medida, por creencia, deseo, percepción y memoria. De todo esto, Tarde concluye que el mundo social no está hecho de unidades que se relacionan entre sí según leyes mecánicas, como pensaba el positivismo sociológico, sino de multiplicidades que se relacionan a distancia y cuyos hilos conductores son los deseos, los afectos, la volición y las creencias.

      La lectura que hace Lazzarato de la neomonadología tardeana será importante para la construcción de su concepto de noopolítica. El neologismo es tomado de dos fuentes: en primer lugar, del concepto aristotélico de nous, pues para Aristóteles el nous hace referencia no sólo a la vida intelectiva, sino también a la vida afectiva y volitiva y, en segundo lugar, del nombre de un proveedor de acceso a Internet llamado precisamente nous. Las dos fuentes explican también las dos acepciones del concepto. Por un lado, y como se dijo anteriormente, Lazzarato piensa que las técnicas de gobierno de las sociedades de control son muy diferentes de las técnicas hegemónicas en las sociedades de soberanía o en las sociedades disciplinarias, porque aquí ya no opera primariamente el castigo o el adiestramiento del cuerpo, sino la modulación de los afectos, las sensaciones y el deseo. Nótese aquí la influencia decisiva de Gabriel Tarde. En las sociedades de control, el gobierno sobre los hombres no se concentra en instituciones disciplinares orientadas a producir y reproducir la fuerza de trabajo, sencillamente porque en el posfordismo no se trata ya de producir a los productores (la clase obrera), cuanto de producir a los consumidores. Vivimos en una sociedad global de consumo y ya no en una sociedad de trabajadores asalariados, por lo que las técnicas de gobierno no se dirigen ya hacia el incremento de las fuerzas corporales para producir objetos, como era el caso del capitalismo industrial, cuanto hacia la modulación de la volición y los afectos para producir el deseo por la mercancía. En la producción de la comunidad de consumidores se presenta, entonces, el primer sentido del concepto de noopolítica.

      Por otro lado, el concepto de noopolítica hace referencia a la “vida” que se gestiona en las sociedades de control. No se trata de la vida en su acepción biológica de la que hablaba Foucault cuando desarrolla el concepto de biopolítica, pues lo que se gestiona en las sociedades de control ya no tiene nada que ver con la natalidad, la mortalidad, la higiene

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