En la lucha. Juan David Mesa
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Agradezco también a la Universidad Icesi, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, al Departamento de Estudios Sociales, al Departamento de Estudios Políticos y a todas las personas que integran cada una de esas extraordinarias instancias y que me apoyaron en mi proceso de formación en investigación y docencia. Gracias a Daniella Castellanos con quien he tenido la fortuna de compartir este proceso en pregrado, en posgrado y ahora en la vida más allá de la academia. Gracias a la Universidad del Rosario por creer en este proyecto y apoyarlo en la coedición con la Universidad Icesi.
A todas, a todos, gracias. Seguimos en la lucha.
A tres años y un poco más de haber firmado el acuerdo de paz con las Farc y a catorce años de la desmovilización de los paramiliatares, en medio de una coyuntura como la que atravesamos hoy, encerrados en casa, con miles de vidas que luchan contra el Covid-19, otras contra el hambre y la pobreza, otras contra el estigma y el odio, otras por el reconocimiento y la dignidad, y el mal llamado distanciamiento social se nos implanta como un imperativo para la supervivencia, el título y espíritu de este libro, En la Lucha, resuena más que nunca. Un retrato experiencial de 4 excombatientes en una fábrica en Cali, captado en un momento en que la incertidumbre le gana espacio a la esperanza representada en sueños que se desmoronan tras el fin anunciado de “Ganchos y Amarres”, cuya promesa de seguridad para sus cubiertas, como reza su eslogan, no arropó así la existencia de sus personajes. En una escritura etnográfica que se abre entre notas de campo, reflexiones personales, autores, paisajes sonoros puestos en palabras que mezclan voces de trabajadores, pero también de máquinas y materiales, diálogos, e imágenes en blanco y negro y a color, recorremos un camino de saltos temporales o de “desorden cronológico” y “desorden espacial” (pp. 18-19).
Utilizando el “desorden” como una estrategia de escritura, se despliega una narrativa cinematográfica, cuya escritura visual (no solo por las imágenes que crea, sino también por las distintas tipografías usadas), evocativa y deliberadamente “caótica”, con fotos y letras que tienen la misma fuerza, nos va adentrando en un universo rico y complejo, plagado de detalles de cuerpos en movimiento, laboriosos y marcados por la guerra. Este libro experimental, que retrata a su vez el experimento de la reintegración de puertas para adentro de una fábrica, es sin duda una importante contribución a los estudios sobre ´post-conflicto´, desde las experiencias de aquellos cuyas vidas han atravesado cambios drásticos para volver a la legalidad.
Creado en el 2011 pero oficialmente inaugurado en 2012, en el marco de las políticas de reintegración laboral y con el apoyo de empresarios vallecaucanos, más que un proyecto productivo, Juan David Mesa retrata los vaivenes del esfuerzo de un grupo inicial de 11 socios, que al momento de la primera llegada del investigador, de tipo exploratoria en 2016, se habían reducido a 8 miembros, tres de los cuales eran exguerrilleros y un exparamilitar, todos en proceso de reintegración. En el ir y venir de un año, y en su segunda primera llegada en 2017, ya para quedarse y con 2 socios menos, el autor vivencia cómo esta apuesta pierde impulso hasta agonizar ante dificultades técnicas, administrativas, logísticas, humanas y económicas. La lucha de los socios no dio fruto, pese al cambio de gerente, las innovaciones productivas, nuevos pedidos, en fin, a los diversos intentos por revivirla. Seguramente el autor del libro hubiera querido escribir otro final para esta historia. Así mismo, nosotros los lectores, quisiéramos leer un final más esperanzador. En cambio, el paradójico momento en que la fábrica obtiene un contrato cuantioso es también la estocada final, un quiebre en la vida de los socios y así mismo para los lectores empáticos que nos ilusionamos también con sus sueños. Estas tensiones, solo posibles por la escritura bien lograda y rítmica de Mesa, es el hilo que nos lleva por la caída libre de quienes venidos del campo, buscando una oportunidad, esta vez no en la guerra, sino en la fábrica, pusieron de sí para cambiar sus vidas.
En medio de estos cambios, del “monte” por la ciudad, de los fusiles por troqueladoras, vulcanizadoras, inyectoras, computadores y facturas, del camuflado por el overol, Mesa explora las sincronías y conflictos entre las trayectorias de vida de sus interlocutores y sus otroras luchas armadas, al trajín de la producción, venta y despacho a intermediarios, en las luchas de una fábrica. Como nos mostrará, la fábrica es un microcosmos con cuerpos. Allí se dan ritmos que los sujetos asumen desde posturas y con disposiciones adquiridas en su diferentes vidas y en los espacios que han habitado antes de su llegada a la fábrica. Son cuerpos humanos disciplinados, resilientes y vueltos combativos en diferentes régimenes de poder. Pero esta vez, le hacen frente a la adversidad con sus armas que son máquinas, inventarios, productos, estrategias de venta, cuerpos trabajando. La lucha no se detiene. Aquí se combinan y reajustan disposiciones forjadas por su pasado, y reinterpretadas en el presente de nuevos aprendizajes, una maraña de técnicas y tecnologías a través de las que se concreta esta lucha. Para otros cuerpos, no humanos, también hay cabida. Me refiero por ejemplo a la troqueladora o “mocha dedos”, máquina también protagonista (más bien antagonista) y resabiada, y que pese al buen trato, un día de mucha presión y estrés, dejó tirados a los socios.
Los cambios no solo comprometen a los observados, sino también a quien ha encajado las partes de este montaje-película vuelta texto. Como nos dice Mesa en su preludio, las muestras de cambio en su postura hacen parte importante de su estrategia metodológica, esto es en la realización de la investigación y en la apuesta narrativa, que otra vez apelando al “desorden”, salta de la primera persona del singular, cuando es el autor quien nos habla, a la tercera persona cuando es descriptivo y reflexivo, y un cuerpo más luchando con otros en la fábrica, y a veces a la segunda persona, cuando nos hace partícipes de las conversaciones y diálogos con sus interlocutores. Otros de sus cambios los he podido observar y acompañar yo en calidad de profesora. De estudiante a profesional y colega, del pregrado al posgrado, de escritor de ensayos y tesis, a autor de su primer libro.
Volviendo a la fábrica, con todo y sus tormentas, esta es paradójicamente un lugar seguro para los socios. Allí, contrario a lo que se podría pensar al ser el espacio de trabajo de personas que alguna vez estuvieron en bandos enfrentados, es más fácil estar y convivir que afuera en sus barrios y junto a sus vecinos. Afuera, están expuestos al estigma de haber pertenecido a un grupo ilegal. Adentro, no tienen que dar explicaciones al respecto y sus luchas son por otro tipo de reconocimiento. Pese al cierre de este hogar intermedio y transitorio donde se fabrica la reintegración, las múltiples luchas de los protagonistas siguen, tal como nos muestra el final del libro. Mesa ofrece una instantánea de este período de sus vidas bajo este fascinante experimento social y político de fabricación ‘protegida’ para ‘la reintegración’, que no logra establecerse como autosostenible y no resiste las fuerzas y presiones del sistema capitalista colombiano de producción económica, algo para lo cual, como nos muestra el autor, no fueron capacitados los socios. En este sentido, el libro espera marcar nuestros ojos e imaginación mientras nos transporta a los mundos y ritmos cotidianos de los trabajadores de la fábrica a través de esta atrevida crónica etnográfica multisensorial.
¿Qué postura(s) demanda de nosotros los lectores un libro como este? ¿Cuáles son las pretensiones de quien ha ensamblado esta máquina, qué como otras de la fábrica, produce en nosotros marcas? Ante las expectativas más bien modestas del autor frente a sus lectores (que contrastan con otros aspectos en donde se muestra más ambicioso), los efectos de esta puesta en escena en quien la observa, no han sido suficientemente anticipados. Siendo una pieza narrativa y también artística, las reacciones del público lector, completan la obra. Y dado el carácter experimental en muchos sentidos de este trabajo, este no es un tema menor. Incluso, su lectura puede ser también un asunto de nuestros cuerpos, no sólo de nuestros ojos, así pienso que lo quisiera Mesa, con toda la historia que ellos traen sedimentada, lo que a su vez nos dispondrá de mejor o peor modo