Militares e identidad. Samuel Rivera Páez

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Militares e identidad - Samuel Rivera Páez Colección Encuentros - Doctorado en ciencias sociales y humanas

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Esto se refleja en la penosa ignorancia de las élites políticas sobre los temas referidos a la defensa nacional, un hecho que ha tenido efectos muy negativos: si “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, como decía el gran teórico militar de Occidente, el general prusiano, Karl von Clausewitz, en Colombia la política y la conducción de las operaciones militares han sido dos instancias no siempre debidamente conectadas la una con la otra. Por ello, cada día existe mayor conciencia en el país de la necesidad de pensar el tema militar desde la sociedad y la academia. La Pontificia Universidad Javeriana es, sin duda, una de las líderes en esta nueva y necesaria tendencia.

      El autor cuenta que, asimismo, por recomendación de sus tutores, mantuvo un diario desde el primer hasta el último día de la investigación, que se prolongó durante cuatro años. Definitivamente una tesis doctoral es una síntesis del proyecto de vida de su ejecutor: refleja sus intereses intelectuales, sus experiencias personales y sus sueños futuros. Marca también un antes y un después. Creo que el autor de esta tesis ha abierto una trocha investigativa inédita que difícilmente podrá abandonar en el futuro. Sus aportes van a constituir una fuente indispensable para quien escriba en adelante sobre el tema militar en Colombia.

      El general Álvaro Valencia Tovar lamentaba que las Fuerzas Militares se hubiesen convertido en un gueto, con débiles lazos de comunicación con el resto de la sociedad. Sin duda, el conflicto armado tan prolongado que ha vivido Colombia, la construcción de redes de amistad limitada a sus congéneres en los cuarteles bajo amenaza constante, el fenómeno del autorreclutamiento (es decir, que los oficiales provienen, principalmente, de familias con tradición militar) y la ausencia de derechos políticos básicos, como el voto, reforzaron este sentimiento de grupo cerrado, autosuficiente, que el autor describe como sentimientos de pertenencia a una ciudadanía paralela. El Hospital Militar, el Club Militar y la Universidad Militar eran tres símbolos de este encerramiento que conllevaba un riesgo de incomunicación: “nosotros”, con nuestros símbolos, trajes, ritos y tradiciones y “ellos”, el resto de la sociedad, con sus propios signos de identidad.

      Ante esta realidad, Samuel Rivera-Páez se propuso, entonces, abrir la “caja negra” y mostrarnos el rostro real de los oficiales colombianos. Rompiendo mitos y prejuicios arraigados, el autor de este libro nos muestra a una oficialidad con un alto sentido de identidad institucional, pero diversa en sus orígenes sociales (aunque predominen los oficiales de clase media urbana, debido a los altos costos de la matrícula y el sostenimiento en las escuelas de formación), en sus valores (los hay muy conservadores que quieren preservar el statu quo, pero, igualmente, existen corrientes reformistas arraigadas), en sus visiones sobre la institución y el país e, incluso, de manera creciente, en su composición de género. “De hecho, como afirma el autor, Colombia es en la actualidad el único país en América Latina que no restringe a las mujeres para ocupar cualquier cargo en el interior de la organización militar”. Constituyen hoy en día el 9,2 % de los oficiales activos: 1346 de los 14 649 oficiales son mujeres.

      Un dato, entre muchos otros, sorprende en este estudio: alrededor del 54 % de la oficialidad de las Fuerzas Militares se ubica en el centro del espectro ideológico. Es decir, la idea de que se trata de una oficialidad rabiosamente conservadora no tiene fundamento real. Esta es una buena noticia para quienes creemos que el país requiere cambios profundos para consolidar la paz y construir una sociedad más equitativa. Y que las Fuerzas Militares pueden ser un actor clave: basta pensar en los batallones de ingenieros que pueden realizar obras, en zonas apartadas e inseguras, que la empresa privada no está dispuesta a realizar.

      Para el autor de esta investigación, sus resultados no tienen solamente un gran valor heurístico. Además, puede ser una herramienta para adelantar transformaciones positivas en el ámbito militar: por ejemplo, para ampliar sus redes de comunicación con la sociedad, para ampliar sus interlocutores externos con personas y organizaciones con agendas diversas e, incluso, críticas, para ahondar su compromiso con la paz no solo comprendida como el silenciamiento de los fusiles (la paz negativa como la denominaba Johan Galtung), sino como los cambios sociales que el país requiere para construir una sociedad más justa (o la paz positiva, en el discurso del sociólogo noruego). El alto nivel educativo de la oficialidad en Colombia —que se halla muy por encima del promedio nacional— es un capital muy valioso que el país debe aprovechar para avanzar más hacia el desarrollo.

      El autor nos recuerda en sus páginas finales el principal lema de los mensajes actuales de las Fuerzas Militares destinados a la opinión pública: “Estamos en el corazón de los colombianos y allí nos vamos a quedar”. Este libro puede contribuir a que ese hermoso lema eche cada día raíces más profundas.

      Eduardo Pizarro Leongómez

      4 de marzo de 2019

       INTRODUCCIÓN

       Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos.

      JORGE LUIS BORGES

      A finales de 2016, en un conversatorio donde se estaban discutiendo las incidencias del referéndum aprobatorio del Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), liderado por el Instituto de Derechos Humanos y Construcción de Paz de la Pontificia Universidad Javeriana y una organización no gubernamental protectora de los derechos humanos, tuve una experiencia muy particular que resume el objetivo principal de este trabajo. En medio de una mesa de trabajo, el director de esta organización, al enterarse de mi pasado como militar y mi estatus de candidato a doctor en Ciencias Sociales y Humanas, me preguntó por qué me había pasado de “ese lado para este lado”, a lo que le conteste que no me consideraba “ni de ese lado, ni de este lado”, que me visionaba en medio de un puente que uniera dos mundos que se han caracterizado por construir estigmas de lado y lado. Este trabajo busca, desde las ciencias sociales, construir puentes de diálogo entre la academia y las instituciones militares del país, por medio de algo básico como es descubrir mundos que antes estaban despoblados de información.

      El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Álvarez, Garzón, Tellería y Fiumara, 2012), al dar a conocer las publicaciones ganadoras del concurso El papel de las Fuerzas Armadas en América Latina, se refería a los desafíos relacionados con la problemática de estas a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, planteando que

      estos desafíos demandan una reflexión seria por parte de los científicos sociales para comprender la nueva institucionalidad en el actual contexto internacional y local; y un compromiso intelectual en la formulación de principios de políticas públicas que puedan ser apropiados colectivamente y aplicados desde las instancias de poder. (Álvarez et ál., 2012, p. 9)

      Esta reflexión se entiende como una invitación a realizar investigaciones que aborden tales problemáticas y retos, con miradas integrales que involucren las formas como el grupo social conformado por los militares se constituye, organiza y relaciona con la sociedad dentro de los contextos sociales, políticos y económicos específicos de cada país. Si bien el Gobierno del presidente Santos fue vehemente al anunciar que las reformas en temas militares y de seguridad y defensa no fueron discutidas en el marco de la negociación de La Habana con las FARC —lo cual es razonable—, los cambios inminentes en la realidad nacional suponen que la discusión sobre las transformaciones de la fuerza pública en Colombia debe darse de forma democrática e incluyente, dando cabida a todos los sectores de la sociedad. La institucionalidad oficial, la academia, los partidos políticos, los gremios, las minorías, las organizaciones sociales y la sociedad civil están llamados a aportar para crear un sentido común, que desde diversas perspectivas represente lo que la nación colombiana desea y quiere que sean las FFMM.

      No se puede desconocer

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