El bienestar emocional. Joan Piñol

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El bienestar emocional - Joan Piñol Psicología

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la fuerza y la decisión, ya sea para tratar de escapar de un incendio, de pelear con un felino, o de enfrentarte a un enemigo del poblado vecino. Salir corriendo o luchar serán las dos mejores opciones para enfrentarte a esas amenazas. Ahora, imagínate en una fábrica o una oficina, o en el campo en el que trabajas de sol a sol… ¿Qué temes? ¿Inclemencias, felinos y tribus? Seguro que no, tal vez tendrías miedo a perder el trabajo, a no conseguir tus objetivos, a no poder llegar a terminar un trabajo a tiempo, a disgustar a tu jefe, o a diferentes problemas de índole profesional o familiar. Sin embargo, ninguna de estas amenazas se puede resolver corriendo o luchando. En unos pocos miles de años, hemos pasado de solucionarlo todo con el uso de la fuerza a resolverlo con la inteligencia. No obstante, un cambio de paradigma tan rápido no permitió a nuestro cerebro y al resto del organismo adaptarse a la misma velocidad, lo que provocó, y sigue provocando, que nuestro cuerpo reaccione a las amenazas tal y como lo venían haciendo nuestros antepasados, a pesar de que ahora estas amenazas sean muy distintas y requieran de estrategias completamente diferentes.

      ¡Conozcamos nuestro cerebro para poder elaborar las estrategias que necesitamos con el fin de afrontar los problemas con inteligencia!

      3. Conozcamos nuestro cerebro

      «Cuando entendamos el cerebro,

       la humanidad se entenderá a sí misma».

      RAFAEL YUSTE

      ¿Por qué considero vital un capítulo sobre el cerebro humano? Pues, como dijo Chaplin, «nuestro cerebro es el mejor juguete que se ha creado. En él están todos los secretos, incluso el de la felicidad». Cuando estudiaba Psicología tengo que decir que una de las asignaturas que más me fascinaba era la psicobiología. Siempre hemos oído que solo utilizamos una muy pequeña parte de nuestro cerebro, pero, en realidad, se trata de un mito, ya que usamos el 100%, aunque eso no quita que no podamos extraer mucho más potencial. Hoy, proyectos como el BRAIN (USA) sobre investigación del cerebro a través de la neurotecnología permiten conocer con más detalle los componentes y la actividad cerebral y, además, prometen aumentar cada vez más el nivel de resolución y analizar los miles de datos obtenidos en todos los niveles. Pero ¿qué características tiene este maravilloso órgano? ¿Cuánto pesa el cerebro humano? ¿Cuál es su tamaño exacto? ¿Con cuántas neuronas cuenta?

      Qué curioso que la respuesta la encontremos en la evolución del ser humano. Todo, al fin y al cabo, se relaciona, se conecta y nos lleva al entendimiento.

      Así pues, descubramos cómo se estructura y funciona, ya que de esta forma pasaremos del desconocimiento a la luz y el bienestar, porque no hay que olvidar que la evolución nos ha dotado de este complejo y misterioso órgano.

      En el Homo sapiens, el volumen del cerebro oscilaba en unos 1.200 cm3, en cambio el promedio global actual es de 1.350 cm3. Sin embargo, no solo es importante su volumen, sino también cómo se dispone y estructura el sistema nervioso central y en particular el cerebro. Un dato curioso sobre cómo se forma es que en el momento del parto está aún muy poco desarrollado, pues el proceso no se realiza solo durante la gestación del feto, sino que se prolonga extrauterinamente hasta los cuatro primeros años. A los tres años, el cerebro ya ocupa casi el 80% del tamaño que tendrá en la edad adulta. Además, el sistema límbico y el córtex cerebral ya se encuentran bastante desarrollados. Esto permite a los niños expresar y reconocer emociones, jugar, empezar a contar y hablar. Por ese motivo, la infancia se considera la etapa en la que el cerebro tiene su máxima capacidad de plasticidad, aproximadamente hasta los 10 años, por eso es muy importante dar la mayor cantidad de información y estímulos durante la niñez.

      El cerebro no se termina de desarrollar hasta los 25 o 30 años, aproximadamente cuando se acaba de formar en su totalidad. La zona que tarda más en madurar son los lóbulos frontales, especializados en el control de la conducta, el razonamiento, la resolución de problemas, etcétera. Esto nos indica que somos capaces de moldear nuestras conductas y aprendizajes durante, al menos, media vida. Ya lo dijo Ramón y Cajal en su momento: «Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro». Pero, para poder moldearlo a nuestro favor, es necesario conocer cómo funciona.

      El aumento del cerebro y su especialización permitió la aparición de la lateralización, esto es, una diferencia notable entre el hemisferio izquierdo y el derecho, que se conectan entre sí mediante el cuerpo calloso.

      En síntesis, el cerebro es un órgano que sirve para gobernar nuestro organismo y nuestra conducta, así como para comunicarnos. Se puede definir como el encargado de controlar y regular las funciones vitales, como el acto de respirar o los latidos cardíacos, pasando por el sueño, el hambre o la sed, hasta las funciones más mentales, como el razonamiento, la memoria, la atención, el control de las emociones y la conducta, entre otras; en definitiva, todo lo que sucede en nuestra vida, en la vigilia y en el sueño, ya sea respirar o tragar, mirar, escuchar, tocar o degustar algo, leer o escribir, cantar o bailar, pensar en silencio o hablar sobre nuestros pensamientos, amar u odiar, caminar o correr, planificar o actuar espontáneamente, imaginar o crear, etc.

      La evolución es un hecho que también se da en la tecnología. Con la revolucionaria aparición de la IRM (imagen de resonancia magnética) a finales del siglo pasado, se ha podido cartografiar la actividad del cerebro.

      Como decíamos al comienzo de este capítulo, durante la evolución humana el cerebro aumentó considerablemente, ya que en un inicio pesaba 400 gramos y actualmente pesa alrededor de 1,4 kilos. Tenemos el mayor cerebro de todas las especies en proporción a nuestro peso corporal, por lo que requiere de mucha energía para funcionar. Asimismo, al ser un órgano tan complejo y delicado, la evolución nos ha dotado de unas membranas denominadas meninges que lo protegen de los golpes contra los huesos craneales. Y, además, dentro del cráneo, el cerebro también queda resguardado por el líquido cefalorraquídeo, que cumple funciones de protección, tanto físicas como inmunológicas.

      Se estima que el cerebro humano está compuesto por 100.000 millones de neuronas y que estas, a su vez, se conectan entre sí formando 1.000 millones de conexiones por cada milímetro cúbico de corteza cerebral.

      En suma, la complejidad de este sistema es tal que aun hoy en día con la aplicación de la última tecnología no hemos podido acabar de comprenderlo en su totalidad.

      Conociendo nuestro cerebro y gestionando nuestras emociones, mejoramos nuestra vida.

      Me parece interesante recordar algunos conceptos de anatomía cerebral con el fin de poder comprender de dónde provienen nuestras emociones. De esta manera, las podremos trabajar y gestionar para mejorar nuestra vida diaria.

      ¿Cómo es el cerebro humano?

      El cerebro es un órgano complejo que se ubica dentro del cráneo. Sin embargo, este término no se suele emplear de manera correcta, pues generalmente pensamos en todo el contenido de la cavidad craneal, cuando en realidad constituye el 85% del encéfalo formado por el cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo. Pero entraré con un poco de más detalle, para poder diferenciar entre el cerebro primario o reptiliano, el cerebro emocional y el racional.

      El tronco encefálico o cerebro reptiliano. Es la parte más primitiva del cerebro, pues hace 500 millones de años era lo único que existía. En cuanto a sus funciones, regula las más básicas, como la respiración, el latido cardíaco, el control de la temperatura corporal, la satisfacción del hambre o la sed mediante la búsqueda de alimentos, el deseo sexual, además de las respuestas de ataque o huida que aseguran nuestra supervivencia. No piensa ni siente emociones, solo actúa cuando nuestro cuerpo se lo pide.

      Sistema

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