E-Pack HQN Sherryl Woods 2. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 2 - Sherryl Woods Pack

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y a sus electricistas y fontaneros, como hicieron en el spa.

      —Parece caro.

      —Como he dicho, me tengo que fiar de Helen y de Ronnie. Dicen que las cifras están a nuestro favor. Esta noche te lo contaré todo.

      Ella le dio un beso en la mejilla.

      —Será mejor que vuelva a Sullivan’s. He dejado a Erik solo.

      —Yo recogeré a Frances de camino a casa. Nos vemos sobre las siete.

      Antes de que se marchara, Elliott la tomó en sus brazos y la besó de nuevo.

      —Gracias por venir a verme. Significa mucho para mí.

      Y, en sus ojos, Karen pudo ver que era cierto.

      —Por tu bien, debería haberlo aceptado antes.

      —¿Entonces no tienes más dudas? —le preguntó.

      Ella suspiró.

      —No he dicho eso, pero voy a intentar controlarlas.

      —Pues eso es un comienzo —respondió aliviado—. Y yo intentaré asegurarme de reconfortarte para que no tengas que preocuparte.

      Karen asintió. Era uno de los mejores tratos del día.

      Helen y Ronnie habían preparado un balance de lo que supondría comprar la casa de Palmetto y alquilar un local en Main Street y Elliott se llevó el documento a la cena con Karen.

      Ver a Karen en la visita a la casa le había dado esperanza de que pudieran seguir adelante sin que ello causara desacuerdos en su matrimonio.

      Sentado a su lado en un banco de Rosalina’s, sin embargo, le estaba costando concentrarse en los números. Estaba más fascinado por su aroma y por el calor que irradiaba su muslo pegado al suyo. Ella, sin embargo, parecía totalmente centrada en las páginas que había extendido sobre la mesa. La oyó emitir un grito ahogado y supo que había llegado a las últimas líneas.

      —Elliott, ¡es muchísimo! —dijo impactada.

      —No voy a invertirlo todo. Y hay socios, ¿recuerdas?

      —Lo sé, pero incluso siendo seis, hay mucho dinero que tardaréis años en recuperar. No empezaréis a obtener beneficios de inmediato, eso nunca pasa en los negocios. ¿Y si tenéis que seguir invirtiendo más y más para poder tener abierto? ¿De dónde saldrá? Nosotros no lo tenemos.

      Él volvía a ver el pánico en sus ojos y supo que su determinación de seguir adelante informándola de cada fase probablemente había sido un error. De todos modos, había sabido que no le quedaba otra opción que revelarle todo.

      —Habrá capital suficiente para un año desde las inversiones iniciales —le dijo con seguridad.

      —¿Y después?

      —Todos estamos convencidos de que para entonces ya estaremos sacando beneficios.

      —¿Y si no es así?

      —Lo será —contestó con impaciencia—. Hemos sido muy prudentes con las estimaciones y tenemos el The Corner Spa en que basarnos.

      Ella cerró los ojos intentando claramente controlar el pánico.

      —¿Estás seguro?

      —Sí. Y lo más importante es que Helen, Maddie y los demás lo están. No nos estamos metiendo en esto a la ligera, Karen. Todos nos jugamos algo en su éxito.

      —Pero tú eres el que puede perder más. Los demás tienen negocios de éxito y probablemente tendrán ahorros que los respalden. Nosotros estamos empezando —lo miró a los ojos—. ¿Y qué pasa con el bebé? ¿Cuánto tiempo vas a posponerlo? Creía que era algo que querías de verdad.

      —Y lo quiero más que nada —le respondió con sinceridad—. Lo sabes.

      —¿Más que esto? —le preguntó retándolo.

      —¿Es que tiene que ser o una cosa o la otra?

      —De momento, sí.

      —Pero aunque te quedaras embarazada mañana, pasarían nueve meses hasta que llegara el bebé.

      —¿Te haces idea de lo ingenuo que es eso? —dijo con desaliento—. Hay visitas al médico, vitaminas para el embarazo y otros gastos. ¿Y si las cosas no van bien y tengo que hacer reposo?

      —No te pasó ni con Daisy ni con Mack —le recordó decidido a mantener la sensatez frente a la consternación de ella.

      —Por entonces era más joven. Todo el mundo sabe que los riesgos pueden aumentar con la edad. ¿Qué pasa entonces, Elliott? No podríamos apañarnos sin mi sueldo, no si tenemos todo lo demás metido en ese negocio.

      Él suspiró y se ablandó.

      —Vale, tienes razón, pero ya te he dicho que habrá más ingresos. Y tendré más clientes privados que nunca —por supuesto, lo que aún tenía que explicarle era que parte de ese dinero estaba destinado a devolverle a sus socios su inversión que le habían adelantado.

      Aunque su recordatorio pareció hacerla callar, estaba seguro de que no estaba convencida del todo.

      —¿Qué? Vamos a poner todas las cartas sobre la mesa.

      —Me dijiste que no te ibas a plantear lo de hipotecar la casa.

      —Y no lo haré. Ya sé que no estás nada de acuerdo con eso.

      —Entonces ¿de dónde viene la inversión adicional, Elliott? Te conozco. Tu orgullo no te permitirá no contribuir con la parte que consideras justa. ¿De dónde lo sacarás? No le habrás pedido un préstamo a tus hermanas o a tu madre, ¿verdad?

      Y ahora llegaba el momento en que todo se derrumbaba.

      —Claro que no. Los demás socios me harán un préstamo y yo se lo devolveré a medida que el gimnasio dé beneficios.

      —Entonces, ¿te has metido en un préstamo, aunque no sea con nuestra casa? Se lo estás pidiendo a nuestros amigos.

      —Yo no se lo he pedido, se han ofrecido —respondió a la defensiva—. Y me darán mucha flexibilidad para devolvérselo, Karen.

      —¿Pero habrá documentos legales? ¿Les deberás este dinero?

      —Claro.

      —¿Y si no se lo puedes pagar?

      —Hay flexibilidad para la devolución —repitió porque estaba claro que Karen no lo estaba escuchando.

      —Seguro que Ray se convenció a sí mismo en muchas ocasiones de eso —contestó con amargura.

      Y eso desató la rabia de Elliott.

      —No me gusta nada esa comparación.

      —No te culpo,

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