E-Pack HQN Sherryl Woods 2. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 2 - Sherryl Woods Pack

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mucho más en nuestra comunicación, cariño. No podemos seguir haciéndonos daño de este modo.

      —Tienes razón. ¿Podemos hablar de esto en otro momento? Frances se quedará con los niños mañana por la noche. Prepararé una cena especial y hablaremos. Tenemos que decidir cómo vamos a manejar esta clase de situaciones cuando surjan.

      Elliott la miró fijamente.

      —Lo que tenemos que decidir es qué papel desempeño con tus hijos. No quiero ser una figura paterna que solo es poco más que una niñera de vez en cuando.

      —Por supuesto que no. Tú nunca has sido eso.

      —Y tenemos que solucionar todo esto antes de que nos planteemos tener un hijo. No podemos aplicar unas normas para nuestro hijo y otras para Daisy y Mack.

      —Estoy de acuerdo.

      La miró fijamente.

      —Antes de que cenemos mañana, tal vez deberías pensar en si me permitirías adoptar a los niños. Su padre lleva años sin aparecer. Creo que Helen podría arreglar los papeles, si quieres. Sé que sí que es lo que yo quiero. Llevo mucho tiempo diciéndotelo, pero cada vez que saco el tema me ignoras.

      Karen lo miró sorprendida.

      —Siempre he pensado que al hablar de ello lo hacías de manera hipotética. Supongo que no me daba cuenta de cuánto significaría para ti. Debería haberlo entendido.

      —Es duro ser el extraño de la familia.

      Karen estaba asombrada de saber que lo había hecho sentir así.

      —Jamás he pretendido que te sintieras así. Eres más padre de los niños de lo que nunca fue Ray. Así es cómo te ven. Lo sabes.

      —¿Y tú?

      —Yo también lo veo así —insistió.

      —Pues no lo parecía hace dos minutos.

      —Lo sé y lo siento mucho. He hablado sin pensar.

      —¿Sabes qué es lo más irónico? Que Maddie casi me había convencido de que solo estabas molesta porque eres madre y las madres tienen ese miedo arraigado a que sus niños se hagan daño jugando al rugby, pero está claro que yo tenía razón. Me parece que tiene más que ver con el hecho de que no tengo derecho a decidir nada cuando se trata de los niños.

      Ella lo miró extrañada.

      —¿Has hablado de esto con Maddie?

      —Sí —respondió con aire desafiante—. Quería otro punto de vista y Cal y ella estaban allí cuando he llegado al spa. Tienen experiencia con el tema de los padrastros.

      —¿Y no deberías hablar conmigo de esas cosas en lugar de con nuestros amigos? —preguntó consciente de que no estaba siendo razonable. Estaba claro que tenía que hablar con sus amigos y pedirles consejo, sobre todo cuando ellos habían pasado por situaciones similares.

      —Lo habría hecho, pero estabas enfadada y no quería empeorar las cosas, y menos cuando estabas en el trabajo. Quería comprender cuánto me había equivocado —se encogió de hombros—, pero está claro que no me ha servido de nada, porque ha sido Maddie la que se ha equivocado. Todo esto es por mí.

      La miró a los ojos.

      —¿Sabes? Si Ray estuviera en vuestras vidas, esto no sería ningún problema para mí porque me mantendría al margen si pensara que comportarme como un padre iba a perjudicar a su relación con sus hijos. Pero no es el caso. ¿Qué piensas de que adopte a los niños? Y quiero la verdad, Karen.

      —Supongo que no he pensado en ello —admitió—. Creía que las cosas estaban bien como están. Saben que los quieres.

      —Pero también saben que tú eres la verdadera figura de autoridad.

      Karen frunció el ceño.

      —Eso no es verdad. Te escuchan.

      —Solo cuando tú no estás. Mira, esto no tiene por qué pasar, pero creo que podría ser importante para ellos ver que los quiero como si fueran míos y que podría aclarar la situación en cuanto a quién tiene que tomar las decisiones o imponerles disciplina. Lo haremos conjuntamente. Puede que esto no importe ahora que son pequeños, pero la adolescencia no está tan lejos, al menos para Daisy, y entonces sí que podría importar.

      Ella entendía lo que quería decir.

      —Hacerlo conjuntamente está bien —dijo de inmediato y sabiendo que no solo Elliott tenía razón, sino que ella había sido injusta al sugerir lo contrario—. Sé que no me he expresado bien antes, pero eso es exactamente lo que quiero decir. Tenemos que hablar de las cosas y decidirlas juntos. No hablo de comprar helado después del colegio o regañarlos por portarse mal. Tenemos que estar de acuerdo en las cosas más importantes.

      Elliott asintió.

      —Como el rugby.

      —Como el rugby.

      —¿Vas a insistir en que Mack no juegue?

      Por mucho que quería hacerlo, porque solo tenía siete años, no decepcionaría a su hijo ahora que estaba tan emocionado con la idea. Y tampoco quería socavar la autoridad de Elliott y darle la razón actuando como si sus decisiones no contaran.

      —No, pero si vuelve a casa con cortes, moretones o huesos rotos, ten cuidado —le advirtió.

      —Tomo nota —respondió él con seriedad.

      Volvió a entrar y la rodeó con sus brazos.

      —A lo mejor algún día dejamos de discutir tanto por estas cosas.

      Ella le acarició la mejilla y se relajó por primera vez desde que había empezado la discusión.

      —Cuento con ello.

      —¿Y hablaremos sobre la posibilidad de que los adopte formalmente?

      Ella asintió. No sabía por qué había estado mostrando reticencia a dar un paso que les daría a sus hijos una gran estabilidad, pero sabía que eso era lo que había estado haciendo. Había creído que él solo hablaba en teoría porque eso era lo que la había convenido. Tenía que averiguar por qué había sido tan reacia y entonces tal vez Elliott, ella y los niños podrían dar el paso para convertirse en una familia totalmente unida.

      Karen se quedó sorprendida cuando, unos días más tarde, Raylene llamó a la puerta de la cocina de Sullivan’s, y entró con gesto de disgusto.

      —Sé que te prometí que me pasaría a tomar un café hace unas semanas, pero mi vida ha sido una locura. ¿Aún sigue en pie la oferta?

      —Claro que sí. Y has elegido una mañana fantástica. Erik ha hecho café y se ha marchado a comprar unas cosas. Dana Sue tardará una hora en volver.

      Sirvió dos tazas de café y le indicó que tomara asiento en una butaca al lado de su puesto de trabajo.

      —Espero que no te importe,

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