E-Pack HQN Sherryl Woods 2. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 2 - Sherryl Woods Pack

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era el farmacéutico que dirigía el departamento de droguería de Wharton’s—. Estoy pensando que le vendría bien algo de ejercicio de vez en cuando —añadió en voz baja.

      —¿Tienes pensado regalárselo por su cumpleaños? —preguntó Frances sonriendo al imaginarse la reacción de Neville ante semejante regalo. Él se enorgullecía de poder entrar en su traje de boda, aunque la triste verdad era que hacía años que no podía abrocharse esos pantalones, según le había contado Grace a todo el que la había escuchado.

      Grace se puso derecha.

      —Eso es lo que pretendo. Nada expresa más amor que un regalo con el que recuperar la salud, ¿no crees?

      —No estoy del todo segura de que tu marido lo vea así —dijo Frances con delicadeza—. ¿Cómo te habrías sentido tú si te hubiera regalado la matrícula de The Corner Spa?

      Grace se detuvo.

      —Insultada, imagino, aunque no me habría importado un bono regalo para alguno de esos masajes que dan allí. ¡Esas cosas sí que me quitan los nudos de la espalda después de todo un día de pie aquí!

      Frances sonrió al imaginarse a Grace subiéndose a la mesa de masajes y dejándose mimar por aceites esenciales y masajes. No era algo que se hubiera esperado de una mujer tan llana y rústica.

      Grace le guiñó un ojo.

      —Y, además, mientras he estado allí, me he enterado de muy buenos cotilleos.

      Frances se rio.

      —Entonces está claro que vale la pena pagar lo que cueste. En cuanto al gimnasio, ¿por qué no le digo a Elliott que te traiga un folleto? Estoy segura de que los tendrán un día de estos. O puedo traértelo yo la próxima vez que venga.

      Grace asintió.

      —De acuerdo. Y ahora dime, ¿cómo te encuentras?

      —Genial.

      —¿De verdad? Sé que algunos han estado preocupados de que no estés al cien por cien.

      Frances, que hacía solo unos segundos había estado animadísima, se vino abajo. Sabía que una vez se desataban los rumores en Serenity, tomaban vida propia, sobre todo si Grace se hacía con ellos. Miró indignada a su amiga.

      —Bueno, pues diles a todos esos, sean quienes sean, que acabas de verme y que estoy en perfecta forma.

      Grace pareció desconcertada al ver su apenas disimulado mal genio.

      —Bueno, claro que lo haré —le agarró la mano—. Sabes que todo el pueblo te quiere. Solo están preocupados, Frances, no es una acusación ni nada parecido. Nadie piensa que estés acabada, te lo prometo.

      Racionalmente, Frances lo entendía, pero dado todo lo que había pasado últimamente, se sentía más bien como si la estuvieran juzgando y eso no le gustaba. No le gustaba lo más mínimo.

      Con todas las horas de más que Elliott estaba pasando en el gimnasio para prepararlo, Karen apenas lo había visto últimamente. Siempre les había costado sacar tiempo para estar juntos, pero era aún peor ahora.

      Al terminar su turno en Sullivan’s, llamó a María Cruz y le pidió que se quedara con los niños por la noche. Después preparó comida para dos y fue al gimnasio. Sería la primera vez que lo veía desde que los hombres habían empezado con la reforma.

      Elliott estaba colgando paneles de yeso cuando entró; los músculos de su espalda y sus brazos estaban tensos y marcados. Con una capa de sudor sobre su piel oliva, era una imagen digna de ver, pensó mientras lo observaba con placer. En ese momento, él miró atrás por casualidad y la vio.

      —¿Disfrutando de las vistas? —bromeó.

      Ella fingió sorpresa.

      —Ah, ¿eres tú? Creía que estaba devorando con la mirada a un extraño extraordinariamente sexy. Se me ha acelerado el corazón.

      Él cruzó la habitación y la besó en la frente.

      —¿Y por qué tienes que comerte con la mirada a extraños, cariño?

      —Bueno, ya sabes, resulta que mi marido pasa mucho tiempo fuera de casa últimamente y estoy empezando a ponerme nerviosa.

      Elliott se rio.

      —Puede que no sea el lugar apropiado para compensarte por ello —le dijo mirando a su alrededor—. Demasiadas terceras partes interesadas.

      Vio la bolsa que llevaba encima.

      —¿Es comida de Sullivan’s?

      Karen asintió.

      —Por desgracia solo he traído para los dos. Me temo que los demás no van a tener suerte hoy.

      Ronnie miró hacia ellos y vio los envases de Sullivan’s.

      —¿Por qué no ha venido mi mujer con comida para llevar? —gruñó con gesto de diversión—. Es la dueña del restaurante.

      —Lo cual significa que tiene que quedarse allí y ocuparse de los muchísimos clientes que tiene —le recordó Karen y girándose hacia Elliott, añadió—: ¿Hay algún sitio donde podamos tener algo de intimidad? Me sentiré culpable si comemos delante de todos estos hombres que se están muriendo de hambre.

      —Pues no deberías. Acaban de zamparse tres pizzas familiares.

      —¿Y tú también? —le preguntó decepcionada.

      —He tomado un poco, pero ya sabes que soy un pozo sin fondo, y eso que traes huele de maravilla. Podemos sentarnos fuera en las escaleras del porche. Hace una noche muy buena, o al menos la hacía la última vez que he salido a tomar aire fresco.

      —Hace una noche preciosa —le confirmó siguiéndolo afuera.

      Cuando Elliott metió la mano en la bolsa, ella lo observó. A pesar de todas las horas que llevaba trabajando, se le veía bien. Estaba claro que la ilusión de abrir el negocio pesaba más que todo el estrés y el esfuerzo necesarios hasta la inauguración.

      —¿Qué tal ahí dentro?

      —¿De verdad quieres saberlo?

      —Claro que sí. Si a ti te importa, a mí me importa. ¿Vais dentro del plazo previsto?

      —Ronnie dice que sí, yo tengo mis dudas.

      —¿Y eso qué quiere decir? —le preguntó frunciendo el ceño.

      —La apertura podría ser una o dos semanas después de lo que habíamos pensado, pero siempre hay fallos técnicos cuando se está abriendo un negocio. Tom y los demás dicen que no hay nada de qué preocuparnos.

      Ella no pudo refrenar el escalofrío que la recorrió y tampoco pudo evitar preguntar:

      —¿Estáis dentro del presupuesto?

      Elliott puso mala cara ante la pregunta.

      —Karen...

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