Conciencia akáshica. Eric Barone
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Podría ocurrir en el futuro, que la continuación de estas investigaciones sobre ambas energías, y su efecto catalizador en el diafragma terminara explicándonos los fundamentos de la astrología. Las posiciones planetarias desde la concepción hasta el nacimiento, influyen a través del cosmotelurismo sobre la metabolización de la bioenergía de vida del feto en su diafragma, y pueden estar codificando su futuro comportamiento por modulaciones particulares impuestas a la kundalini del bebé.
Una vez digerida, la bioenergía que ya es asimilable se transfiere al coxis, donde una fábrica inmaterial la transforma en manjar de lujo, característico de la consciencia humana: la kundalini, energía inteligente por excelencia.
Esta sube por la médula espinal, donde tal vez encontrará trabas físicas (malformaciones), espirituales (el alfomega desequilibrado) o psicológicas (las raíces de los chakras y sus bloqueos diversos).
En su recorrido irriga los meridianos para que alimenten al cuerpo físico, distribuye parte de su energía a los chakras para que su función emisora/receptora se vaya cumpliendo, por fin llega al cerebro al que alimenta como un supercombustible del pensamiento.
Aquí se hizo el nexo con la Supermente, y el hipno o autohipnotismo.
Cuando practiqué miles de acciones hipnóticas en Paris para enseñar idiomas en un mes, deportes o artes en seis meses, conducir en 24 horas o mecanografía en 4 horas... dejé pendiente una pregunta cuya respuesta llevó 20 años de investigaciones suplementarias:
“Ahora que está demostrado que el cerebro humano puede acelerar su rendimiento hasta cuarenta veces... ¿de dónde sacaremos cuarenta veces más combustible para alimentarlo y permitirle mantener este desempeño en todos sus aprendizajes futuros?”
Obviamente no podíamos aumentar la cantidad de alimentos o complementos alimentarios; no podíamos dar al alumno ninguna droga química -que por otra parte no existe en este uso específico-; no podíamos pedirle que respirara cuarenta veces más rápidamente para aumentar su oxigenación cerebral; no había energía conocida de ningún tipo que pudiera alimentar el cerebro y hacerlo funcionar cuarenta veces más... a menos que acláraramos de cuál cerebro estamos hablando, o mejor dicho: que cambiáramos de cerebro.
La línea de investigaciones que seguí partía del análisis de las actividades verdaderamente demostradas del cerebro neuronal... sólo encontré las relacionadas con el mundo tridimensional al cual tenemos acceso mediante nuestro sistema sensorial.
En efecto, todo lo que pensamos en concreto, puede existir, ser percibido, aprendido y utilizado por el cerebro neuronal.
¿Y el resto?
¿Por dónde pasaba la abstracción, la facultad de síntesis, la intuición, la memorización abstracta, el pensamiento y los procesos cognoscitivos, lo no racional, la matemática moderna, la fe, el genio, la creatividad, tanto artística como industrial, y las rupturas epistemológicas? en pocas palabras, todo lo valioso del hombre ¿de dónde nacía, cómo se administraba, cómo funcionaba?
Sería largo contar todos los experimentos, viajes e indagaciones que fue necesario hacer. La respuesta pasaba por saltar sobre científico, lanzarse en el análisis de las energías no medibles, buscar la pista histórica de los que las emplearon, hasta llegar a las culturas asiáticas, despojar dichas energías de los contextos místico-religiosos, hacer lo mismo en Occidente, y luego, enunciar nuevos conceptos, echar las bases de tecnologías reproducibles en el laboratorio, aunque los fundamentos queden desconocidos, ya que por ahora la ciencia no puede captar y medir estas energías sutiles.
Reconozco haber indagado el yoga, particularmente kundalini yoga y el laya yoga, de ellos nació el libro “Manos de Fuego” y toda la filosofía de la Tecnoconsciencia, que se refleja hoy en día en la indumentaria, la decoración, muebles, arquitectura, entre otros rubros...
Investigué sobre la magia antigua, tanto de oriente como de occidente, y de allí nació la “Enciclopedia de la Magia Científica”, con 10.000 técnicas disponibles despojadas de todo contexto religioso y una colección de libros relacionados con ella.
En cuanto a la bioenergía, quise crear un sistema coherente, que contuviera a un tiempo, su propio sistema de indagación, sus técnicas de diagnóstico y evaluación, sus técnicas de terapias aplicables por la mayor parte de la gente. Escribí el libro “Bioenergía Revelada”, que contiene todo lo citado y que permitió a miles de lectores aplicar de inmediato las técnicas de correcciones bioenergéticas en sus vidas y las de sus familiares, amigos o pacientes.
Por fin, llegué a los Registros Akáshicos (memoria central del universo), gracias a experiencias trascendentales y que he descripto en los libros: “Los 20 Senderos del Despertar Espiritual” y “Psytech 33”. Gracias a ellas pude desarrollar métodos de indagaciones en la fuente misma del conocimiento, y crear aparatos cuyo uso se dicta en la “Terapia Akáshica”, movimiento terapéutico que empecé en Sudamérica.
La conclusión tras veinte años de investigaciones sobre la consciencia es que:
“No podíamos pretender aumentar en forma constante la velocidad de aprendizaje y funcionamiento cerebral, sin:
- introducir el concepto de un cerebro bioenergético que funcionara en forma autárquica, dueño de todo lo abstracto e inmaterial del conocimiento humano,
- demostrar la existencia de una energía invisible, que sería el superalimento del cerebro definido anteriormente, pudiendo aportarle cantidades en aumento exponencial a medida del crecimiento de sus necesidades: esta energía se llamaría la bioenergía.
- dicha energía es diferente de todas las demás en el hecho de que por “ser el constituyente energético” de la mente, obedece a las instrucciones de la misma, aunque perpetradas a distancia, lo que la hace fácil de manipular en los sentidos más provechosos para el ser humano.”
No considero haber inventado ni descubierto una energía nueva... -la vida nunca habría podido existir sin ella-, sino más bien codificado y hecho accesible en forma metódica su uso y su aumento a medida que nos topemos con las necesidades crecientes del aprendizaje y desarrollo humano. La Terapia Akáshica (TAK) es una buena prueba de la necesidad que tiene la humanidad de estar abastecida en forma creciente con una energía de consciencia cada vez más elevada e intensa; podemos satisfacer tal necesidad desde que el público empieza a aplicar las técnicas de la TAK.
El lector comprenderá entonces por qué motivos pretendo que no podemos poner en funcionamiento la “Supermente”, es decir el poder de consciencia activa del “Superhombre”, si no estamos en situación de alimentarla con una energía cualitativa adecuada y en cantidades ilimitadas. Los ejercicios que encontrará en el capítulo 7, “Conseguir la Supermente: sólo se puede combinando el autohipnotismo y la bioenergía” fueron concebidos para satisfacer tal condición.
Por otra parte, para tener acceso a la Supermente