Historia de la estrategia militar. Jeremy Black

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Historia de la estrategia militar - Jeremy  Black

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atractivo para algunos teóricos que pretenden crear modelos, pero ha sido en general descartado en favor de alguna versión de la idea de la racionalidad limitada.

      En la actualidad, la estrategia tiene una relevancia obvia. El modelo clásico de la confección racional de la estrategia, esbozado en el siglo XIX, ha dejado de existir bajo esa forma, aunque la idea de una solución óptima trata de proporcionar una ruta distinta. Adicionalmente, como otro de los obstáculos para la racionalidad, al tiempo que métodos cada vez más sofisticados nos proveen de datos más fiables para la toma de decisiones —datos que provienen de diversas perspectivas y fuentes—, faltan habilidades para cribar, procesar y codificar datos de manera apropiada. Todas estas son ya trabas para quienes toman decisiones.

      Aparte, tanto en las sociedades religiosas como en las seculares se daban diferentes explicaciones sobre los sistemas providenciales de comportamiento y los resultados previsibles en cuanto al deber-ser. La implicación era que un correcto entendimiento llevaría a un resultado seguro. Esta aproximación llegaría a ser muy común en el debate que siguió a la introducción de un lenguaje formal sobre la estrategia a finales del siglo XVIII. Dicha implicación era a la vez tranquilizadora y equívoca, y contribuye a la idea actual de un «arte perdido de la estrategia», una noción que en parte se sustenta en un supuesto pasado primigenio vinculado a una teoría del declive.

      Comparados con los procesos formales e institucionales para la discusión y planificación estratégica de las décadas más recientes, sobre todo su contexto militar como una actividad supuestamente distintiva, la estrategia anterior al siglo XIX parece, al menos en ese contexto, limitada y ad hoc en el mejor de los casos, y también se echa en falta tanto una estructura como una doctrina bien desarrolladas que den cuenta del proceso empírico del aprendizaje y la generación de ideas. Así, durante la guerra de Independencia norteamericana (1775-1783), la estrategia británica en Norteamérica la crearon esencialmente los comandantes sobre el campo de batalla antes que el Gabinete o el Secretario de Estado para América, Lord George Germain. Esto fue así incluso aunque la estrategia perteneciese a su ámbito de responsabilidad y aunque él mismo fuera un antiguo general, y pese a haber tenido experiencia en la guerra de contrainsurgencia.

      El carácter limitadamente institucional de la educación militar y la práctica del mando, durante la mayoría de la historia, ha reducido la posibilidad de avanzar desde la cultura estratégica a la estrategia o al menos a la planificación estratégica. A la inversa, la ausencia de un mecanismo para la creación y la diseminación del saber institucional sobre la estrategia ha provocado que el cuerpo de suposiciones y normas referentes a la cultura estratégica fuese más efectivo, incluso más normativo. Este cuerpo de suposiciones y normas afectó tanto a los pensadores como a los actores estratégicos, y a su vez ellos hicieron sus suposiciones. Diferenciar la cultura estratégica de la estrategia en términos muy taxativos tampoco es que sea muy útil en la práctica, aunque el intento puede captar hasta qué punto hay puntos de contraste.

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