E-Pack HQN Jill Shalvis 2. Jill Shalvis

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E-Pack HQN Jill Shalvis 2 - Jill Shalvis Pack

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tienes el costado? Ya sabes, ahí donde recibiste un balazo.

      –Ya no tengo herida de bala. Se ha quedado en un arañazo. Me he recuperado lo suficiente como para volver a trabajar.

      –Um… –murmuró Archer, que no se había quedado muy impresionado. Más bien, se había puesto de peor humor todavía–. No he recibido el alta de tu médico.

      Lucas tuvo que contener un gesto de contrariedad. Su médico le había dicho repetidas veces que tenía que seguir de baja una semana más.

      –Tenemos una pequeña diferencia de pareceres.

      –Mierda –dijo Archer, y se pasó una mano por la cara–. Sabes que no puedo ponerte a trabajar mientras él no te dé el alta.

      –Si me quedo en casa otro día más, me vuelvo loco.

      –Solo hace dos semanas que te pegaron un tiro. Estuviste a punto de desangrarte antes de llegar al hospital. Hace muy poco tiempo de eso.

      –Eso es prácticamente un episodio de la antigüedad.

      Archer cabeceó.

      –De eso, nada. Y te dije que abortaras la misión. En vez de eso, enviaste al equipo a un lugar seguro y te metiste solo en ese barco, sabiendo que se estaba quemando porque los culpables querían que se hundiera para cobrar el seguro.

      –Entré porque sabía que todavía quedaba alguien a bordo –respondió Lucas–. Querían incriminar a un adolescente que se había refugiado allí y se había quedado dormido viendo la tele. Si no lo hubiera sacado, habría muerto.

      –Y, en vez de eso, el que estuviste a punto de morir fuiste tú.

      Lucas exhaló un suspiro. Habían tenido aquella discusión en el hospital. Y, desde entonces, otras dos veces más. No quería volver a hablar de ello, porque, además, no se arrepentía de haber desobedecido aquella orden directa.

      –Salvamos a un chaval que era inocente. Tú habrías hecho lo mismo. Cualquiera de nosotros habría hecho lo mismo.

      Archer miró a Joe, que había guardado silencio durante toda la conversación.

      Joe se encogió de hombros, admitiendo que sí, que él habría hecho mismo. Y Archer, también. Lucas lo sabía perfectamente.

      –Mierda –dijo Archer, por fin–. De acuerdo. Voy a dejar que trabajes, pero solo algo ligero, hasta que el médico me diga personalmente que ya estás al cien por cien.

      Lucas no se atrevió a sonreír, ni a dar un puñetazo al aire en señal de triunfo.

      –Muy bien.

      A Archer se le pasó el mal humor. Sonrió ligeramente.

      –Todavía no sabes cuál es el trabajo ligero que te voy a encomendar.

      –Cualquier cosa será mejor que seguir en casa –dijo él, fervientemente.

      –Me alegro de que digas eso –respondió Archer, y señaló con el dedo hacia la puerta–. Molly va a querer que nos tomemos en serio a esos elfos. Lleva meses pidiéndome que le asigne un caso, pero todos han sido demasiado arriesgados hasta el momento.

      Lucas se frotó el costado. Lo que había dicho Archer era la pura verdad.

      –¿Y?

      –Y tú vas a tener que asegurarte de que no acepta el caso de los elfos. Todavía no está preparada.

      Joe asintió, y a Lucas se le escapó una carcajada seca. Entendía por qué el jefe de Molly no quería permitir que se hiciera cargo de un caso, pero su hermano, Joe, debería tener más sentido común.

      –Pero vosotros la conocéis, ¿no? –les preguntó Lucas–. Nadie puede decirle a Molly lo que tiene que hacer.

      –Improvisa –respondió Archer, sin dejarse conmover–. Y ten en cuenta que todavía estás de baja, así que ten cuidado –añadió. Después, miró a Joe–. Danos un minuto.

      Joe miró a Lucas y salió de la habitación.

      –¿Tienes algo más que decirme? –le preguntó Lucas a su jefe

      –Sí. No estropees esto. Y no te acuestes con ella.

      Por supuesto, él nunca había sido demasiado exigente con respecto a las mujeres, pero en aquella ocasión estaban hablando de Molly. Era la hermana pequeña de un amigo y compañero de trabajo, lo cual significaba que no estaba dentro de sus límites. Por lo menos, de día.

      De noche era otra cosa, porque Molly había aparecido en varios de sus sueños y fantasías. Era su secreto, porque le gustaba estar vivo.

      –No, por supuesto que no. Nunca me acostaría con ella.

      Archer miró hacia atrás para asegurarse de que Joe se había marchado.

      –Elle y yo te vimos tonteando con ella ayer, en el pub.

      –¿Qué?

      –Sí. ¿En qué demonios estabas pensando? Tuviste suerte de que Joe llegara tarde.

      ¿Que él había tonteado con Molly? ¿Se había vuelto loco? Hacía mucho tiempo que había aprendido a ignorar la corriente de electricidad que había entre ellos, porque no tenía intención de mezclar trabajo y placer, y menos en hacerle daño a Molly.

      Porque sabía que, al final, iba a hacerle daño.

      Eso, sin tener en cuenta lo que le haría después Joe a él. Y, si Joe no lo mataba, Archer estaría encantado de rematarlo. Los dos tendrían derecho. Pero él no iba a pensarlo. Su trabajo ya había sido un obstáculo insalvable, en varias ocasiones, entre la mujer de sus sueños y él, así que había cambiado de prioridades. Adoraba a todas las mujeres, no solo a una.

      Salvo que… En algunas ocasiones, como hacía dos semanas, cuando había estado a punto de morir en el trabajo, sabía que estaba engañándose a sí mismo. Durante aquella baja, por ejemplo, se había sentido más solo de lo que quería admitir. Veía a tipos como Archer y Joe, que habían conseguido que sus relaciones sentimentales funcionaran, y se preguntaba qué era lo que estaba haciendo mal.

      Pensó en la mujer a la que había dejado en su cama. Tal vez, para empezar, debiera recordar el nombre de las mujeres con las que se acostaba.

      –De verdad –le dijo a su jefe–, no ocurrió nada con Molly anoche.

      –Um…

      –No, de verdad. Parece que estuve con otra persona.

      Archer enarcó las cejas.

      –¿La morenita nueva de la barra? –preguntó. Después, le dio una palmadita en el hombro a Lucas–. Bueno, pues me alegro de saber que no vas a tener que morir hoy.

      –Bueno, la verdad es que, cuando Molly se entere de que me has puesto a vigilarla, nos va a matar a los dos.

      –Por eso no se va a enterar.

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