Hacia la periferia. Fernando Calonge Reillo

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Hacia la periferia - Fernando Calonge Reillo

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han intentado imponer modelos de lectura de las sociedades presentes que, sin embargo, resultan harto incompletos. Hacia la periferia, por el contrario, intenta poner el foco de atención en otros viajes, en lo que podemos llamar las micromovilidades, en los incesantes desplazamientos de las otras poblaciones que, por un cambio sustancial en la forma de constituirse los sistemas políticos y económicos del presente, encarnan una ciudadanía excéntrica.

      Este libro no habla así de grandes gestas, pero sí de movilidades modestas y cotidianas; refiere las pequeñas proezas con las que se consiguen hacer vivibles, de forma inestable, esos lugares cada vez más vastos que se sitúan a las orillas de las ciudades. A partir de una mirada lanzada desde el centro, desde esas amplias movilidades, o desde unas élites que constituyen el poder, las poblaciones periféricas por fuerza se ven alienadas, ajenas a las formas predominantes de apropiarse de recursos políticos, económicos o territoriales. Así, la periferia ha sido considerada como vacío, como un espacio tan deteriorado o abstracto difícilmente apropiable. Sin embargo, la mirada tiene que salir y residir en la misma periferia. Es preferible abandonar esos cánones explicativos sobre las amplias movilidades, sobre las formas de apropiación y consumo de aquellas élites globales, para rescatar otro tipo de aproximación que sea capaz de mostrar cómo hay vida en esos intersticios, cómo se tejen proyectos al seno de las movilidades periféricas.

      De la periferia acaso no haya que hablar tampoco como territorio; quizá sí como terreno. La periferia no detenta un término sobre el que se imponga una jurisdicción, no implica tampoco un orden marcado o una estructuración. La periferia es más bien un terreno en que se producen eventos, un plano inestable donde tienen lugar temporales acuerdos y desacuerdos entre poblaciones y espacios. Hablar de periferia por esencia implica conversar de movimientos; en la periferia no es viable permanecer quieto, porque ésta nunca es suficiente. Las periferias son terrenos que, por su propia insuficiencia o escasez, fuerzan siempre a desplazarse a otro lugar, a la búsqueda de lo imprescindible o lo necesario. Presenciar una periferia, por eso, es asistir a una multiplicación de los desplazamientos, a un ir y venir constante aunque discreto, a la proliferación de lo que hemos llamado las micromovilidades.

      En ese sentido, la periferia exige también una forma de repensar la relación entre las identidades y el espacio. Lejos estamos de los cuadros bucólicos que se presentan desde toda la semántica del lugar. La periferia no es un lugar, porque en ella son difíciles los arraigos, los compromisos íntimos y estables entre las formas de vida y las cualidades de un espacio. Sin embargo, tampoco es un “no lugar”, un plano inasible e inapropiable donde el sujeto esté condenado a vagar sin rumbo y fuera de todo sentido vital. Las periferias imponen otra forma de pensar los procesos de apropiación de los espacios, formas que se desarrollan no en la verticalidad del echar raíces, sino en la horizontalidad de todos aquellos pequeños desplazamientos que componían las micromovilidades. Las identidades y los proyectos de vida que se consiguen construir sobre la periferia, se articulan desde ese constante ir y venir, desde una búsqueda tan animosa como trágica de otros retazos socioespaciales que ayuden a componer el sí mismo.

      Este libro lo he redactado también desde una sospecha, acaso desde una hipótesis que nos resistimos a aceptar. Si le he dado la importancia a este tipo de escenario, y he ubicado en él a las clases populares, la inquietud consiste en saber si no vamos todos camino de esa periferia, y si no somos o seremos todos nosotros, conservando las diferencias, clases populares. La hipótesis es si este orden económico que vivimos no será un mecanismo para producirnos como periferia, y todos, de alguna forma, no estemos ya instalados en esos ires y venires entre los intersticios. Quizá nos resistamos a la hipótesis, porque, de lo contrario, tendríamos que pensar ya sin las certidumbres pasadas; pensar sin un centro, sin planes de desarrollo, sin ciudadanías, sin derechos sociales.

      La investigación que ha sido soporte de este libro se desarrolló gracias a la financiación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de México, a través de dos de sus programas: la Convocatoria de Consolidación Institucional de Grupos de Investigación en el año 2013, y la Convocatoria de Ciencia Básica en el año 2014. Esta investigación se ha realizado en el municipio de El Salto, que en las dos últimas décadas se ha conurbado con el Área Metropolitana de Guadalajara. El trabajo de campo lo realicé entre los meses de octubre de 2013 y mayo de 2015, y ha consistido en una gran diversidad de técnicas de investigación: explotación de bases estadísticas de datos, entrevistas en profundidad con población local, observación participante en las principales localidades de El Salto, y realización de una encuesta de movilidad en los municipios del sur del Área Metropolitana de Guadalajara.

      Este libro se ha construido de manera progresiva, desde los orígenes lejanos de mi interés por las identidades y el espacio, pero también desde mi agrado presente por las movilidades urbanas. Como todas las cosas buenas de la vida, es fruto de un buen golpe de suerte que ayudó a alinear múltiples circunstancias preexistentes: mi entrada al Centro Universitario de Tonalá, de la Universidad de Guadalajara, que me dio la estabilidad necesaria para proponerme un programa de investigación de largo plazo; mi participación como coordinador de la Maestría en Movilidad Urbana, que me ayudó a repensar la relación de las identidades fuera de la lógica de los arraigos y los lugares; la consecución de varias convocatorias de Conacyt, en especial del programa de Ciencia Básica, que me proveyeron de los recursos y la financiación precisa; y la consolidación de un equipo de investigación, con colegas como el doctor Rodolfo Aceves y la maestra Carmen Martín, que se convirtió en un ambiente propicio y enriquecedor. A todos estos eventos y personas les doy mi agradecimiento.

      Capítulo 1

      ¿De qué manera podemos pensar que la movilidad es un elemento consustancial a la formación y la aparición de las identidades? Ésa es la pregunta que me ha guiado durante los últimos tres años de lecturas y que ha dirigido mis investigaciones sobre los fenómenos de la movilidad en el sur del Área Metropolitana de Guadalajara. ¿En qué punto se hacía consustancial para la definición de los caracteres e identidades de los sujetos y espacios estudiados, y de los fenómenos de movilidad que pude registrar? Ésta es una interrogante esencial, que requiere un pequeño alto para introducirnos por el camino de las discusiones sobre las identidades y el espacio, y que permitirá poner en mayor claridad la serie de fenómenos que se presentaban en el transcurso de la investigación.

      Para fundamentar este rechazo, no hay más que recuperar la argumentación de Bruno Latour (1991: 24-27) sobre las dificultades que han caracterizado al proyecto moderno de ciencias sociales, escindidas en un mundo exterior de objetos, regido por leyes físicas, y un mundo interior de intersubjetividades,

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