Entrenamiento total. Jürgen Weineck
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Así pues, la regulación del entrenamiento incluye la modificación selectiva del valor real momentáneo bajo la perspectiva del estado ideal planteado.
La planificación del entrenamiento debe ser el inicio de todas las acciones de entrenamiento organizadas (cf. Brack, 1993, 62).
Según Adams y cols. (1972, 9), la carga es una magnitud organizativa decisiva para el entrenamiento. Su dosificación correcta constituye el estímulo adecuado para la mejora del rendimiento.
Dependiendo de los diferentes objetivos planteados (rendimiento deportivo máximo, salud o rehabilitación, entre otros), la organización del entrenamiento permite, a través de una gestión minuciosa de los componentes regulables (métodos y contenidos de entrenamiento, etc.), un desarrollo óptimo del rendimiento, teniendo en cuenta también las regularidades de la adaptación y las posibles magnitudes de distorsión.
Dado que la noción de organización del entrenamiento se adoptó como préstamo del lenguaje informático, la expresión “organización del entrenamiento” debería sustituirse, desde un punto de vista científico, por el concepto “organización y regulación” del entrenamiento deportivo (del rendimiento deportivo) (cf. Grosser/Brüggemann/ Zintl, 1986, 12). Aquí entendemos organización como un proceso en un sistema dinámico, en el cual, partiendo de un objetivo planteado, una o varias magnitudes de entrada (input) influyen, basándose en las regularidades propias del sistema, sobre una o varias magnitudes de salida (output) (cf. Carl/Grosser, 1992, 528).
Figura 15. Modelo simplificado de la organización del entrenamiento (de Carl/Grosser, 1992, 528).
El proceso de la regulación se puede representar, de forma esquemática y fuertemente simplificada, con la cadena que se muestra en la figura 15.
No obstante, dado que este modelo no incluye información retroactiva sobre la magnitud de salida ni comparaciones entre valor ideal y valor real, se amplió en la dirección del modelo de circuito regulador (v. fig. 16). En contraposición con el esquema rígido esbozado anteriormente, el modelo del circuito regulador ofrece como ventaja la posibilidad de variar la planificación del entrenamiento sobre la base de controles constantes del entrenamiento y de la competición.
Grosser (cit. en Röthig, 1992, 529; cf. también Grosser y cols., 1986, 17) adaptó este modelo para el ámbito de la metodología del entrenamiento, en función de las necesidades prácticas (v. fig. 17).
En este modelo se distinguen componentes intrínsecos, variables y limitadores (cf. Grosser y cols., 1986, 16, y Grosser/Carl, 1992, 529).
Como componentes intrínsecos –que forman parte de la organización del entrenamiento– se consideran:
•evaluación del estado de rendimiento momentáneo;
•planteamiento de objetivos y normas, planificación del entrenamiento (periodización/distribución en ciclos y sesiones de entrenamiento);
•realización del entrenamiento;
•controles del entrenamiento y de la competición;
•evaluación y comparación de normas;
•informaciones sincrónicas, rápidas y tardías.
Como componentes organizables y conducibles (son intercambiables, modificables, y actúan parcialmente como limitadores) se mencionan los siguientes:
•contenidos de entrenamiento: capacidades físicas, coordinativas y táctico-físicas;
•regularidades de la adaptación y principios generales del entrenamiento;
•métodos de entrenamiento, medidas de regeneración, principios pedagógicos y psicológicos generales;
•momentos situacionales/magnitudes de distorsión, condiciones externas.
La organización y regulación del entrenamiento recorre cinco pasos parciales, estrechamente vinculados entre sí (v. fig. 18).
Como muestra la figura 18, el análisis de los factores que determinan el rendimiento en una modalidad deportiva es requisito indispensable para cualquier proceso de organización y regulación.
En un primer paso se registra, con los procedimientos de evaluación del rendimiento (v. explicaciones posteriores), el estado de rendimiento momentáneo, de forma directa, a través del rendimiento deportivo complejo, o indirecta, a través de componentes aislados. De aquí se deduce, en niños y jóvenes, la clasificación en las llamadas etapas de entrenamiento (v. pág. 53).
En un segundo paso se determinan los objetivos planteados en la planificación del entrenamiento a corto, medio o largo plazo, que se pueden orientar en función de las normas correspondientes a cada período del desarrollo. Al mismo tiempo se busca un ajuste óptimo entre las fases de entrenamiento y las competiciones.
En el tercer paso se ponen en práctica los planes de entrenamiento y competición.
Figura 16. Circuito regulador del entrenamiento deportivo (de Carl, cit. en Röthig, 1992, 529, y 1989, 219).
Figura 17. Modelo de la regulación del entrenamiento (de Grosser, cit. en Röthig, 1992, 529).
Figura 18. Pasos de la organización y regulación del entrenamiento y la competición (modificado de Grosser y cols., 1986, 48/49).
El cuarto paso incluye el control del entrenamiento y la competición mediante las correspondientes observaciones, mediciones y pruebas.
Finalmente, en el quinto paso se evalúan las mediciones, observaciones o pruebas registradas; en caso de ser necesarias, sirven para corregir de forma inmediata el transcurso del entrenamiento y de la competición, o para modificar o mantener el régimen de entrenamiento o competición aplicado hasta el momento (cf. Grosser/Brüggemann/Zintl, 1986, 48/49).
El tema central de la organización del entrenamiento es, por una parte, la organización y regulación de los factores que determinan el rendimiento, y, por otra, las medidas acompañantes del entrenamiento.
En el primer plano de la organización y regulación de los factores