Entrenamiento total. Jürgen Weineck
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Por su parte, la ventaja de las investigaciones de campo radica en su mayor especificidad por modalidad deportiva, y en un registro mejor y más preciso de los cambios de la capacidad de rendimiento deportivo en el transcurso del entrenamiento; su desventaja radica en la dificultad de estandarización, reproducción y ejecución (cf. Keul y cols., 1981, 382). Los estudios de campo resultan especialmente adecuados para observar y, dado el caso, corregir la intensidad de trabajo en las formas de entrenamiento aeróbicas y anaeróbicas; aquí interesa sobre todo comprobar la concentración de lactato en sangre durante una carga de entrenamiento (cf. Kindermann/Keul, 1977, v. pág. 199).
Como resumen podemos afirmar que la planificación del entrenamiento, la evaluación del rendimiento y la organización del entrenamiento presentan interrelaciones muy estrechas.
Sobre la base de la planificación del entrenamiento, y con la ayuda ofrecida por los procedimientos de evaluación del rendimiento, la organización del entrenamiento intenta dirigir de forma selectiva un valor real dado hacia un valor ideal planteado; de forma paralela se planifican las cargas de entrenamiento en función de la situación, se controlan y se evalúan de forma individual.
6 El proceso de entrenamiento a largo plazo
La práctica deportiva muestra cada vez con más claridad que los rendimientos máximos sólo se consiguen si los fundamentos necesarios se han consolidado ya en las edades infantil y juvenil. Ello requiere una planificación sistemática y a largo plazo del proceso de entrenamiento.
Aquí se trata de configurar el desarrollo del rendimiento a largo plazo como un proceso unitario, en etapas coherentes en cuanto a sus contenidos y limitadas temporalmente, y de avanzar gradual y sistemáticamente desde una formación básica, orientada hacia la modalidad, hasta un entrenamiento especializado en la modalidad/disciplina específica (cf. Reiss y cols., 1993, 12).
Para el proceso de entrenamiento a largo plazo es muy importante consolidar los fundamentos de rendimiento que previsiblemente se necesitarán más adelante, garantizar las estructuras temporales necesarias –enfoque consecuente hacia la edad de rendimiento máximo (v. también pág. 55)– y crear condiciones marco para la preparación a largo plazo y el desarrollo de rendimientos de elite.
Figura 19. Modelo de desarrollo del rendimiento a largo plazo sobre el ejemplo de la carrera/marcha (modificado de Reiss y cols., 1993, 13).
AT = Atletismo
CEJ = Campeonatos europeos junior
CMJ = Campeonatos mundiales junior
EDT = Entrenamiento de transición
Figura 20. Etapas del desarrollo del entrenamiento en el trabajo orientado hacia el deporte de elite.
En la consolidación del rendimiento a largo plazo se ha de tener en cuenta la complejidad y la unidad de la modalidad deseada, sin perder de vista el perfil de exigencias específico de dicha modalidad (cf. Reiss y cols., 1993, 12).
La figura 19 ilustra estas exigencias sobre el ejemplo del desarrollo del rendimiento a largo plazo en las modalidades atléticas de carrera y de marcha.
Estructuración del proceso de entrenamiento a largo plazo
El proceso de entrenamiento a largo plazo se divide, de forma muy general, en diferentes etapas de entrenamiento (v. fig. 20), con objetivos, métodos y contenido relativamente autónomos, y con una organización del trabajo en correspondencia con las etapas de edad.
Esta división se efectúa al margen de las edades correspondientes a cada etapa, pues, por ejemplo, en patinaje artístico, gimnasia de aparatos o en natación se alcanzan niveles de alto rendimiento en la edad juvenil, mientras que en otras modalidades esta misma edad corresponde al inicio del entrenamiento infanto-juvenil.
El objetivo del proceso de entrenamiento a largo plazo es el aumento progresivo de las exigencias de entrenamiento y la mejora continua de la capacidad de rendimiento deportivo. La capacidad de rendimiento deportivo depende de capacidades físicas, psíquicas, técnico-tácticas e intelectuales (v. pág. 19). Para alcanzar un nivel máximo en todos estos componentes parciales de la capacidad de rendimiento, se necesita una planificación meticulosa y prospectiva del proceso de entrenamiento.
Formación básica general
La formación básica general (Joch [1992, 245], en el contexto de las medidas de promoción de talentos, designa esta etapa de entrenamiento también como “entrenamiento motor básico”) incluye sobre todo el desarrollo de las capacidades coordinativas (v. pág. 479). En primer plano se sitúa el aprendizaje de destrezas motoras y combinaciones de movimientos múltiples, sencillas y adecuadas al estadio momentáneo del desarrollo, como “vehículo” para el progresivo perfeccionamiento de las capacidades coordinativas, sobre todo las de equilibrio, de ritmo, de reacción, de diferenciación muscular, de orientación espacio-temporal, de acoplamiento y de reorientación.
En la formación básica general se ha de buscar un planteamiento divertido, variado y ameno de las exigencias, para ampliar sistemáticamente el repertorio de movimientos y acopiar las más variadas experiencias motoras y corporales. Este trabajo se efectúa, en correspondencia con la edad, de forma exclusivamente lúdica. Padres, empleados del jardín de infancia y preparadores físicos proporcionan “oportunidades de aprendizaje” y actividades lúdicas y de ejercicio, como, por ejemplo, “paisajes de movimiento”, recorridos de escalada, etc., que subrayan el aspecto de vivencia conjunta entre compañeros generacionales, contribuyendo así de forma importante a la socialización.
La variedad de la oferta debería reflejarse en una formación polideportiva, sin modalidad específica, incluyendo también un trabajo selectivo y variado con el balón.
El principio de la carga progresiva (v. pág. 26) en relación con las exigencias se debe respetar ya en esta etapa de entrenamiento: la mayor complejidad de los movimientos o de las series de éstos, su mayor velocidad y precisión no sólo favorecen la capacidad de rendimiento coordinativo, sino que mejoran también la capacidad de aprendizaje motor mediante la creación de un gran número de “bucles motores”.
Entrenamiento infantil y juvenil
El objetivo del entrenamiento infantil y juvenil consiste principalmente en reconocer las dotes específicas y desarrollar las potencialidades individuales en la modalidad deportiva planteada. En este sentido, el uso de indicadores específicos de la modalidad desempeña un papel importante. Para el ámbito de las disciplinas atléticas de carrera podrían utilizarse los “indicadores de talento” expuestos en la tabla 5.
El entrenamiento infantil y juvenil se puede dividir en tres segmentos, concretamente entrenamiento de base (de principiantes), de profundización (deportistas