Entrenamiento total. Jürgen Weineck
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El microciclo se ha de organizar de modo que las sesiones de entrenamiento especialmente exigentes para las capacidades de velocidad, fuerza rápida, técnica o coordinación se efectúen en los días de capacidad de rendimiento óptima (cf. Harre, 1976, 95).
Tanto el ciclo anual como el macrociclo y el microciclo presentan una variación en forma ondulada de la carga de entrenamiento (cambio de la relación entre volumen e intensidad). No obstante los esquemas de periodización, como deberían reflejar las figuras 23 y 24, se diferencian de forma sustancial en el entrenamiento de principiantes y jóvenes, en el ámbito del rendimiento medio y en el deporte de alto rendimiento. Para el entrenamiento de principiantes y jóvenes es válido el esquema de Matveiev (1972, 95), en el cual el volumen y la intensidad, con un incremento muy progresivo, determinan un transcurso en oleada de gran amplitud. En el entrenamiento de principiantes y juvenil y en el nivel de rendimiento medio se requiere una periodización en ondulación grande, pues el desarrollo de la forma deportiva aún está sometido aquí a las regularidades del proceso de entrenamiento a largo plazo (p. ej., al principio del aumento progresivo del rendimiento), aún se consiguen efectos de entrenamiento suficientes con volúmenes elevados (esto es válido también para el uso de contenidos de entrenamiento generales) y, circunstancia muy importante, se evita una sobrecarga debido a cargas de entrenamiento demasiado intensas.
En la gráfica de la periodización del deportista de alto rendimiento (fig. 23), las ondulaciones, producidas por un cambio de carga marcado y frecuente, adquieren un trazado con amplitudes pequeñas y una altura elevada (referida al porcentaje de capacidad de carga individual). Este resultado es inevitable, pues en el deportista de elite el trabajo muy centrado en el volumen no produciría ya las necesarias reacciones de adaptación.
Otros rasgos típicos de la estructura de entrenamiento del deportista de elite son el predominio de la intensidad de carga en sesiones de entrenamiento relativamente breves y el carácter de la carga, muy específico de la competición (v. Tschiene, 1976, 18).
Periodización en las edades infantil y juvenil
El objetivo de una mejora razonable del rendimiento debería ser que los niños se aproximaran, de una forma prudente y respetando las particularidades de las fases de desarrollo físico y psíquico, a los resultados óptimos en la edad de máximo rendimiento (v. Schmidt, 1974, 148 s.); por tanto, la periodización doble, como ya hemos mencionado, está fuera de lugar en estas edades, pues inevitablemente se plantearían exigencias excesivas para la capacidad de rendimiento corporal, así como conflictos con las exigencias en el ámbito escolar.
Un esquema de este tipo (fig. 24, cf. también Bley, 1977, 398 s.) ofrece una posibilidad de solución adaptada a los niños y a la escuela:
•Se tiene en cuenta las circunstancias escolares debidas a las vacaciones.
•La distribución de competiciones a lo largo de todo el ciclo anual impide que entrenamiento se considere como un fin en sí mismo; éste gana en amenidad y por tanto en eficacia.
•Las competiciones permiten controlar de forma continua la eficacia de los métodos y contenidos aplicados, y por tanto organizar el proceso de entrenamiento en condiciones óptimas.
•Los períodos de entrenamiento relativamente breves garantizan fases suficientes de recuperación y regeneración, circunstancia importante para el organismo en crecimiento del niño o del joven.
Figura 23. Esquema de periodización para el deportista de alto rendimiento (de Tschiene, 1977, 278).
Figura 24. Esquema de periodización del entrenamiento infantil (de Tschiene, 1977, 277).
Finalmente, hemos de insistir en la utilidad de las competiciones como herramienta para relajar el entrenamiento y mantener la motivación, y en la conveniencia de no obstaculizar el proceso de entrenamiento a largo plazo con una preparación específica.
8 Importancia de la competición y su planificación para el desarrollo del estado de entrenamiento
Entre los contenidos para el desarrollo del estado de entrenamiento distinguimos, como ya se ha mencionado (v. pág. 20), ejercicios de desarrollo generales, ejercicios específicos y ejercicios de competición. El rendimiento máximo personal sólo se consigue cuando todos los tipos de ejercicio mencionados se utilizan en el momento correcto y con el volumen y la intensidad correctos.
Las competiciones deportivas interesan desde distintos puntos de vista. Sirven para consolidar sistemáticamente el rendimiento, para desarrollar el estado de entrenamiento del deportista, para poner a prueba el estado de rendimiento, para alcanzar puestos de podio y para controlar la eficacia del entrenamiento (cf. Colectivo de autores, 1982, 113/114; Neumann, 1994, 49).
Competición y consolidación sistemática del rendimiento
Por lo general, las competiciones deportivas no tienen sentido al margen del entrenamiento. Entrenamiento y competición forman una unidad (cf. también Lehmann, 1994, 21; Thiess, 1994, 5, entre otros).
El entrenamiento sirve para “desarrollar el rendimiento”, y la competición, para “desplegar el rendimiento” (cf. Hotz, 1994, 16).
El entrenamiento sin competición pierde valor para el deportista, pues es la preparación destinada a aprobar el examen planteado por la competición (Colectivo de autores, 1982,113).
La extendida opinión de que el entrenamiento incluye siempre la participación en una competición debe relativizarse a la vista de las experiencias realizadas en los ámbitos del deporte de tiempo libre y terapéutico; en estos ámbitos el entrenamiento resulta posible sin competición ni revisión del rendimiento (cf. Neumann, 1994, 49).
En general, el deportista de rendimiento no entrena por el hecho de entrenar, sino para mejorar su capacidad de rendimiento con un grado de eficacia máximo y para confirmar o invalidar los contenidos practicados en las competiciones, competiciones de control o tests.
Desde los puntos de vista de la metodología, la pedagogía y los contenidos, la capacidad de rendimiento deportivo no sólo necesita para su optimización una METODOLOGÍA DEL ENTRENAMIENTO, sino también una MEDOTOLOGÍA DE LA COMPETICIÓN, tal como pretende, por ejemplo, Thiess (1994, 5). La literatura especializada reciente se hace eco una y otra vez de esta necesidad (cf. Barth, 1980; Regner, 1991; Reiss/Pfeiffer, 1991; Lehnert, 1994, 10; Thiess, 1994, 5, entre otros).
A la hora de seleccionar las competiciones, hemos de tener en cuenta:
•La sucesión correcta de las competiciones, manteniendo fases de recuperación suficientes.
•Un número suficiente de competiciones: Matveiev (1972, 165) ha constatado que, por ejemplo, en atletismo, el mejor rendimiento personal se suele conseguir entre la 10a y la 14a competición.
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