La coordinación y el entrenamiento propioceptivo (Bicolor). Violetta Schuba
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• Receptores cutáneos: registran el tacto y la presión.
Estas informaciones serán procesadas de diferentes formas en el sistema nervioso central. A nivel de la médula espinal se responde mayoritariamente a los estímulos recibidos de la periferia a través de patrones reflejos preestablecidos.
En el cerebro se recuperan las secuencias motoras ya aprendidas y memorizadas. Los husos musculares permiten que el cuerpo reaccione rápidamente a los estímulos cinéticos externos mediante los arcos reflejos. Estas rápidas reacciones son imprescindibles cuando se producen cambios de dirección súbitos o irregularidades en el terreno en el transcurso de una secuencia motora.
El entrenamiento y la mejora de la coordinación revisten una gran importancia, puesto que influyen en todos los aspectos de la motricidad e incluyen la percepción, la decisión y la ejecución de los movimientos.
El fundamento de la coordinación descansa en los siguientes componentes:
• Capacidad de orientación.
• Capacidad de reacción.
• Capacidad de diferenciación.
• Capacidad de acoplamiento.
• Ritmo.
• Equilibrio.
• Capacidad de anticipación.
• Capacidad de adaptación.
Capacidad de orientación
Es la capacidad de moverse en un espacio libre y hacia un objetivo determinado, y de mantener la orientación durante la realización de movimientos voluntarios e involuntarios, siempre respecto a un espacio y a un tiempo.
Cuando nos encontramos en un entorno habitual o un entorno desconocido, especialmente en la oscuridad, y en muchos tipos de juegos y disciplinas deportivas que conllevan una variación constante de la posición, la orientación espacial y temporal están ligadas a una buena capacidad de orientación.
Los mecanismos necesarios para garantizar una buena orientación son esencialmente las cualidades de los sentidos óptico, acústico y cinestésico.
Capacidad de reacción
Comprende la actuación rápida y dirigida a determinados estímulos o la respuesta a exigencias constantemente cambiantes.
Tendremos una capacidad de reacción rápida y adaptada cuando el tiempo transcurrido entre la percepción del estímulo, la elaboración del estímulo y la modificación del tono muscular sean muy cortos. En este proceso desempeñan un papel muy importante los elementos analizadores ojo, oído y piel, así como la acción motora que resulta de su percepción.
Tanto si se trata de agarrar rápidamente un objeto que se cae como de reaccionar a las diferentes situaciones del tránsito, siempre se debe valorar muy rápidamente un estímulo externo.
Capacidad de diferenciación
Este término designa la capacidad de ejecutar una secuencia motora de forma segura, exacta y económica, en relación con la posición y la dirección de movimiento de unas partes del cuerpo respecto a las otras y a su entorno. En este proceso, la dosificación de la fuerza desempeña un papel esencial.
Nos referimos tanto al manejo de objetos pequeños, grandes, ligeros y pesados, y a la aplicación de una fuerza correcta, como a la adecuada valoración de alturas, profundidades, distancias y velocidades. Son especialmente los propioceptores situados en músculos, articulaciones, tendones y ligamentos los encargados de informar al sistema nervioso central de los cambios de posición del cuerpo para permitir la realización de un movimiento preciso y adaptando la fuerza tras la elaboración de la respuesta. Evitando la aplicación de una fuerza demasiado importante o demasiado leve, conseguiremos economizar la aplicación de fuerza.
Capacidad de acoplamiento
Define la capacidad de coordinar diversos movimientos aislados o movimientos parciales del cuerpo para alcanzar un movimiento global en relación con un determinado objetivo de actuación.
El acoplamiento de movimientos será más difícil cuantos más movimientos parciales deban combinarse en un movimiento de conjunto. La realización de movimientos fluidos, armónicos y rítmicos –por ejemplo, en la práctica de gimnasia, aerobic, danza, etc., y la economía de fuerza que va unida a ellos– son muestra de una buena capacidad de acoplamiento. La simultaneidad de movimientos durante las actividades de la vida cotidiana, como, por ejemplo, ponerse unos guantes mientras caminamos, está basada en el acoplamiento de movimientos que se pierde visiblemente con la edad y que, por lo tanto, deben ser ejercitados siempre de nuevo.
Ritmo
Define la capacidad de poder ejecutar una secuencia motora a un ritmo determinado. Es decir, de distribuir una secuencia motora rítmicamente en el tiempo.
En las actividades de la vida cotidiana y deportiva, la existencia de un buen sentido del ritmo al realizar los movimientos, así como la coordinación entre el ritmo de los movimientos y de la respiración, es condición previa para poder llevar a cabo una tensión y relajación progresiva de la musculatura, y así elevar el umbral de fatiga. Si comparamos, por ejemplo, una caminata efectuada a un ritmo de movimiento normal con un paseo yendo de compras por la ciudad, nos daremos cuenta de que el paseo por la ciudad nos fatiga mucho más, y esto es debido a la realización de movimientos no rítmicos.
Equilibrio
Comprende la capacidad de mantener el equilibrio del cuerpo o de recuperarlo, y de reaccionar de forma más o menos adecuada y rápida a los posibles estímulos externos que nos alejan de nuestro centro de gravedad.
Una buena capacidad de equilibrio facilita el control de los movimientos y reduce el riesgo de caídas. El equilibrio dinámico depende esencialmente del órgano vestibular presente en el oído interno, puesto que éste registra los movimientos de la cabeza.
Capacidad de anticipación
La capacidad de anticipación es la posibilidad de prevenir posibles situaciones futuras, de adaptarse previamente a ellas y de prevenir mentalmente la modificación necesaria de las secuencias motoras.
Esto requiere un análisis a tiempo cuando la situación cambia, para poder reaccionar con el patrón de movimiento y de acción correspondiente.
Capacidad de adaptación
Designa la capacidad de adaptarse de forma rápida y segura a nuevas situaciones mediante diversos actos, o modificando nuestra actuación en correspondencia.
Todas las situaciones que nos fuerzan a introducir modificaciones de nuestros actos habituales estimulan la capacidad de adaptación; por ejemplo, cuando el trayecto que recorremos diariamente hacia el trabajo se ve modificado por unas obras, o cuando debemos trasladarnos a vivir a otra ciudad, debemos adaptarnos a unas circunstancias y un entorno nuevos.
En el transcurso de la práctica