Recuerdos de la prensa en Chile 1900-2000. Antonio Márquez Allison

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como profesor en la escuela de periodismo de la Universidad de Chile. Fue autor de la obra El teatro a tontas y a locas (1957) con la que registró sus recuerdos del periodismo tras las bambalinas.

      El gran aporte técnico de El Diario Ilustrado fue la introducción del fotograbado, con lo que pasó así a la delantera de la tecnología periodística de su época.

      Siempre las buenas plumas literarias encontraron espacio en la prensa nacional. Es así como en El Diario Ilustrado colaboraban Joaquín Díaz Garcés, Hernán Díaz Arrieta (Alone), Aurelio Díaz Meza, Luisa Larrazábal de Sutil, Germán Riesco Errázuriz, Jorge Iván Hübner, Rafael Maluenda y varios más.

      El Diario Ilustrado, fundado por Ricardo Salas Edwards, en 1903 pasó a la dirección de Misael Concha Pastene, y se estableció en calle Agustinas 956; pero se trasladó en 1904 a Agustinas 1961, y en 1910 a un local en la esquina de calle Moneda 1182, frente al palacio de gobierno. El espectacular edificio fue terminado en 1916 y en él se instalaron las oficinas y maquinarias del diario, pero solo hasta 1923, cuando el fisco compró la propiedad y la pasó a manos de la Intendencia de Santiago, que aún lo ocupa. El Diario Ilustrado se estableció en un nuevo edificio en calle Moneda 1158 al lado del anterior.

      Como no era muy rentable, el diario resolvió aumentar el precio de 5 a 10 centavos, lo que generó una huelga entre los suplementeros. Salas Edwards decidió vender la propiedad del diario a los dueños de La Unión de Valparaíso, en 1903. Con el nuevo cambio de dueño, el diario pasó al Partido Conservador, el que definió absolutamente su pensamiento, especialmente contra el gobierno de Arturo Alessandri Palma. El diario entregó la dirección a Misael Correa Pastene, quien le imprimió el sello ideológico que lo caracterizaría hasta su desaparición. De los 2 000 ejemplares diarios aumentó a 300 000, más un suplemento dominical profusamente ilustrado e incorporó la publicidad en espacios destacados, asegurando así el financiamiento de la empresa. Grandes redactores como Joaquín Díaz Garcés le dieron contenido al periódico. En 1920 se integró a la nueva Sociedad Periodística de Chile que tenía por presidente a Francisco Huneeus Gana, quien llamó en 1927 a la dirección del diario a Rafael Luis Gumucio Vergara. El diario entonces se vio enfrentado a la dictadura de Ibáñez y disminuyó su gran tiraje a 100 000 ejemplares, hasta que finalmente el director y varios reporteros fueron deportados del país. Jorge Délano Coke aportó sus grandes caricaturas en esos días tan complejos para el periodismo nacional.

      Fue en los años de la depresión cuando el Diario Ilustrado creó una sección dominical con historietas, la que se mantuvo durante la Segunda Guerra Mundial, con personajes como Dick Tracy y Anita la Huerfanita.

      Gumucio Vergara había nacido en 1877 y era un importante político y abogado conservador, pero en forma paralela era redactor en el diario El Porvenir del Arzobispado y en el Diario Popular, entre los años 1906 y 1908. Defensor de la Iglesia católica, también formó parte de los periodistas del Diario Ilustrado y La Unión de Valparaíso. Posteriormente, fue director del Diario Ilustrado y de Zig-Zag. Como político fue diputado, presidente de la cámara, y senador. Al regresar del exilio, viudo, se replanteó el pensamiento conservador y se sumó a la tendencia socialcristiana; en las elecciones de 1938 fue contrario a la candidatura conservadora de Gustavo Ross y formó la Falange junto a Leighton, Garretón y Frei. Este destacado periodista y político falleció en 1947.

      Cuán lejos estaba de imaginar Jorge Salas Edwards, el fundador del Diario Ilustrado, las batallas que daría su diario en los tiempos de Arturo Alessandri y de la dictadura de Ibáñez del Campo. Los tiempos cambiaron y con el triunfo de la Unidad Popular en 1970, desapareció el diario.

      Revista Zig-Zag

      Y, ya que hemos mencionado la revista Zig-Zag, es importante señalar que fue la primera revista gráfica que circuló en esos días, y cuya breve historia pasamos a relatar. Según cuenta el propio Edwards, comenzaba el año con el verano de 1904 cuando los redactores Joaquín Díaz Garcés, Carlos Silva Vildósola, Alberto Edwards y Humberto Fernández Godoy “deliberan conmigo, en mi escritorio de El Mercurio de Santiago, sobre la fundación de una revista ilustrada semanal, a guisa de apéndice del diario, que ya lleva en la capital cuatro años de existencia, de los cuales dos cumplidos con atavíos modernos”. (Prensa y periodismo en Chile, Raúl Silva Castro).

      Edwards, a quien nadie podría negar su espíritu emprendedor, partió a Estados Unidos a recabar los conocimientos necesarios, se contactó con la firma especialista, la Wessel Manufacturing Co., la que le facilitó todo el detalle del proceso técnico, desde el doblado del papel a la impresión mediante el fotograbado. Meses después llegaba Mr. William S. Phillips quien asumió el trabajo en los talleres.

      Así nació Zig-Zag, la primera revista, pionera en Latinoamérica, con la incorporación de tecnologías absolutamente revolucionarias para su tiempo, pues incluía la tricromía y el rotogravure (el rotograbado).

      Agreguemos a estos antecedentes el nacimiento de nuevas revistas por parte de la empresa, como lo serán El Peneca, Selecta, Familia y el Corre Vuela, destinadas a públicos específicos.

      Revista Sucesos

      El 18 de agosto de 1902 se publicó el primer ejemplar de la revista Sucesos, en Valparaíso. Fundada por los hijos de un pionero de la industria gráfica en Chile, el alemán Guillermo Helfmann, la revista adquirió rápidamente una gran popularidad, no solo por su fina presentación, sino por la variedad de sus artículos. En ١٩٠٥ la compró su hijo Gustavo, quien se asoció con Gustavo Ross Santa María. Sucesos destacaba en sus páginas precisamente los hechos más importantes del acontecer, y según lo señalaba en su editorial “su objetivo inicial era llenar el vacío que existía en nuestro país en materia de publicaciones ilustradas, reproduciendo gráficamente los sucesos que causaran admiración o interés entre la población”.

      En sus páginas destacaban las informaciones sobre crímenes y hechos policiales, sin censura, mostrando con toda crudeza las fotografías; fue una de las primeras revistas en propiciar la crónica policial en nuestro país. Circuló entre los años 1902 y 1932. La crisis de 1929 marcó un duro impacto para la revista, que cerró el año 32, y luego fue reeditada como los Nuevos Sucesos. Así circuló hasta su desaparición en 1934.

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