Rasputín. Alexandr Kotsiubinski

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Rasputín - Alexandr Kotsiubinski General

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los dos años y medio,62 «y cuando comenzó a hacerlo, pronunciaba las palabras con descuido», aunque «no era disléxico» y, de hecho, muy pronto adquirió un elevado volumen de vocabulario.63

      «Su principio fundamental en la vida era la egolatría»

      El conflicto interno entre las características «suficientes» y «deficientes» de la constitución psíquica provocado por el trauma de nacimiento constituyó el fondo sobre el que se formó un tipo psicopático de carácter en Grigori Rasputín. Lo más sencillo sería considerar que nos hallamos en este caso ante un «trauma orgánico», ante una psicopatía que fuera consecuencia directa de un trauma de parto, es decir, «orgánico». Sin embargo, no es este el caso, porque las psicopatías orgánicas se caracterizan por el embrutecimiento y la primitivización de los aspectos psíquicos de la personalidad y en ningún caso por la colisión entre «una mentalidad capaz de tener una visión de Estado» y «una memoria obtusa».

      Antes de intentar responder con mayor o menor exactitud a por qué corresponde dar el tratamiento de psicópata a Grigori Rasputín, qué tipo preciso de psicopatía presentaba y cuál fue el papel que jugó el trauma sufrido durante el parto en su desarrollo, probablemente convenga dedicar unas palabras a las psicopatías en sentido general. A toda persona normal le son inherentes una serie de rasgos de uno u otro signo que permiten establecer cuál es el tipo de su carácter, lo que supone, a su vez, la «ley fundamental» que rige su comportamiento. El carácter de una persona puede ser «histeroide», «esquizoide», «hipertímico», «epileptoide», «conformista», hasta un total de unos quince tipos distintos. Aun cuando el tono psiquiátrico de estos términos pudiera asustarnos, es menester dejar claro que no implica que todos estemos un poco locos. De hecho, lo que esto indica es que en las personas comunes, normales, están contenidas las mismas características, los mismos rasgos de la personalidad, que encontramos en las personalidades patológicas: ser sociable o reservado, avaro o dadivoso, agresivo o apocado, etc. La diferencia sólo estriba en que esas características se manifiestan en forma hipertrofiada en las personalidades patológicas.

      En los casos en que los mencionados rasgos de carácter se desarrollan sin rebasar determinado límite, no sólo no obstaculizan, sino que más bien estimulan el desempeño de la persona en la carrera que convenga a sus características psíquicas individuales. Un histeroide, por ejemplo, cuyo lema en la vida suele ser del tipo: «¡Miren cuán maravilloso soy!», podrá realizar cualquier tipo de actividad que le permita concitar la atención general. Podrá intentar convertirse en artista, maestro, guía turístico, etc. Y si cosecha éxitos en su profesión, el histeroide en cuestión puede considerar sin lugar a dudas que ha tenido suerte con su carácter y que sus rasgos de personalidad no rebasan el marco de lo normal.

      Por el contrario, cuando el carácter más que favorecer obstaculiza la adaptación social —es decir, el desempeño laboral productivo o el establecimiento de relaciones sociales—, y no sólo en circunstancias determinadas, sino en cada momento y en cualquier situación, entonces corresponde diagnosticar ese carácter como psicopático, es decir, marcado por una extravagancia patológica.

      Las manifestaciones psicopáticas se pueden atenuar parcialmente si el psicópata se encuentra rodeado por condiciones que le sean favorables, en el sentido de que permitan «perdonar» los rasgos más vulnerables de su carácter.

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