Bioestética y salud humana. Javier Barraca Mairal
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Junto a eso, cabe notar que la relación entre el desarrollo de nuestras aptitudes creativas estéticas y nuestra unicidad e identidad se da ya desde nuestro mismo origen. Así, en la infancia, existe ya un germen de creatividad artística y estética que hemos de cultivar por cuanto colabora, con una enorme fecundidad, a la fragua o forja y a la expresión o traslación de nuestra singularidad, de nuestro yo, en su irrepetibilidad y unicidad. Así lo han revelado las experiencias, en este campo, de los especialistas:
Para el niño y la niña, la creatividad se expresa tempranamente en la vida de manera natural, cuando por ejemplo escucha sus propios sonidos y la voz de quien lo arrulla, los distingue y descubre que puede re-modular los suyos o también cuando orienta sus movimientos y sus gestos manifestando lo que le dicta su sentir. Aunque la imitación está presente en estos actos, es la singularidad de su expresividad la que le permite reconocerse a sí mismo como diferente del otro, conformando la noción de su unicidad y creando una huella propia.22
¿QUÉ OCURRE A ESTE TENOR CUANDO LA PERSONA VE LIMITADA SU CAPACIDAD CREATIVA ESTÉTICA?
Si la posibilidad de desplegar nuestra creatividad estética contribuye, tal como se ha mostrado en este lugar, a que valoremos nuestro existir, ¿qué sucede cuando esta se ve cercenada? ¿Comporta esto un debilitamiento, una minoración o socavamiento respecto a nuestra estima de la propia vida?
Desde luego, en ocasiones, los sujetos ven limitadas, incluso en un alto grado, sus capacidades expresivas estéticas o artísticas. Ello, por muy diferentes motivos, tanto sociales como individuales, que van desde lo físico a lo sociopolítico. En estos casos, incuestionablemente, ello constituye una fuente de sufrimiento. Cuando a alguien se le censura, prohíbe o vulnera el ejercicio de su derecho humano y fundamental a la libertad de expresión —el cual incluye una faceta artística o estética—, esto provoca un intenso daño en dicho sujeto. Tal daño o perjuicio puede deteriorar su salud psicofísica, conducirle a la tristeza y causarle un severo dolor interior que fracture su interior o personalidad. Con algo en parte semejante a esto, por ejemplo, conectan determinados episodios de la célebre y evocadora novela La montaña del alma, del premio nobel chino Gao Xingjian.23
Ahora bien, a pesar de lo precedente, cabe, a este propósito, notar que nunca perdemos del todo nuestra creatividad estética. Ello, por cuanto esta habita siempre en nuestro interior, aunque pueda encontrarse muy restringida por lo que se refiere a su manifestación exterior.
En efecto, todo ser humano crea estéticamente desde su yo o identidad más hondos, y estos no desaparecen ni se extravían o separan de nosotros jamás, pues nos constituyen. Además, cualquier persona, en cuanto existe, posee y exhibe ante su propio interior su originalidad más profunda: la de su propio ser radicalmente diverso del de otros, único e irrepetible. Esta «originalidad ontológica»24 es el manantial de toda otra originalidad, el «origen» de nuestra creatividad. Dicha originalidad-creatividad más honda nunca deja de acompañarnos. Por otra parte, en condiciones de fuerte limitación de nuestra expresión estética o artística, cabe hallar, en determinado alcance, ciertas vías o cauces para exteriorizarla, aunque sea parcialmente.
CONCLUSIONES
Esta investigación ha explorado el tema de las relaciones entre la capacidad humana para la creatividad estética o artística y el aprecio de la propia existencia y, de este modo, obviamente, la estima y defensa de la salud personal. De acuerdo con el resultado de lo analizado, aparece que, en efecto, la existencia y consideración de nuestras aptitudes creativas, en estos campos, contribuye a que valoremos con vigor nuestra vida y salud. Ello obra un benéfico efecto sobre la necesaria estima del propio existir y contribuye a nuestro mejor estado de salud, entendida esta en su alcance integral como un estado total de bienestar completo. Entre otras consecuencias, incide positivamente en el enfrentamiento de las dificultades y sufrimientos vitales. De modo indirecto, actúa frente a la proliferación de tendencias autodestructivas y suicidas.
Sin embargo, nuestro trabajo no se ha contentado con examinar y contrastar esta hipótesis. Junto a ello, ha buscado las razones más hondas de este hecho a través de una reflexión filosófica. Gracias a ello, ha advertido la raíz más profunda de este fértil vínculo entre nuestra creatividad estética y la estima de la existencia y de la salud. Así, se ha manifestado que su fundamento reposa en la ligazón de esta creatividad con nuestro tenor irrepetible, con nuestra unicidad. A su vez, esta unicidad o singularidad radical enlaza con la expresión de nuestra identidad, y esta última con la originalidad ontológica a la que responde nuestra subjetividad. Es la fecundidad, en fin, de nuestro ser personal, en cuanto insustituible, la fuente de la que arranca la creatividad, y ello también en su vertiente estética o artística. Mas al ponernos tan estrechamente en contacto con esta unicidad y originalidad personales en su sentido radical, la creatividad estética propia colabora de una forma intensísima a facilitarnos el captar y reconocer el valor inmenso de nuestra existencia y salud.
A causa de lo anterior, resulta a todas luces crucial que derivemos de esto la conveniencia de promover la sensibilidad y la creatividad estética o artística en los sujetos y comunidades humanos. Al hacerlo así, estaremos defendiendo y favoreciendo la estima de la salud y, a la larga, la vida humana misma.
Ahora bien, en estos momentos, parece esencial que acertemos a fomentar con celo la maravilla y el inmenso valor de la vida, así como su atento y delicado cuidado. Ello a causa de muy variadas razones de todo tipo, como las demográficas, socioeconómicas e incluso las éticas o morales. La vida humana representa una realidad de enorme significación que, sin embargo, se ve vulnerable frente a los poderosos embates y desafíos de nuestro tiempo.
De todo ello, se extrae la conclusión del fecundo beneficio que cabe esperar, hoy, de una solícita y fértil promoción de las aptitudes y capacidades estéticas o artísticas presentes en los seres humanos. Así, la Bioética actual no puede orillar ni menospreciar esta honda interpelación que se le dirige por parte de lo estético. De algún modo, aparece entonces que Bioética y Estética están llamadas a encontrarse con un inmenso fruto recíproco. Hacia este encuentro cargado de valor y de fertilidad apunta el novedoso término interdisciplinar de bioestética, que busca aunar, de forma integradora, estos elementos. Dentro de este escenario, una noción que ha revelado su peculiar alcance y fecundidad es la de creatividad, algunos de cuyos tópicos fundamentales se han revisado críticamente en el presente trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
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BEETHOVEN, LUDWIG VAN (1802). Carta a Carl y Johann, Heiligenstadt: 6 de octubre de 1802.
DÍAZ,