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complementos para ayudarte a tomar decisiones y revisar reflexiones cotidianas en esa materia. Iré haciendo referencias a dicho sitio para que encuentres material útil para ti.

       ¿Por qué de tú?

      Estimado lector, pensé mucho antes de decidir escribir este libro en la figura gramatical de primera y segunda persona, como si se tratara de una carta dirigida a un amigo y la finalidad fue acercarme a ti como un asesor de buena voluntad.

      Con todo respeto, la intención es comunicar los elementos básicos para tomar las mejores alternativas a nuestro alcance, como si reflexionara con un alumno, un colega o incluso con mi propia familia.

      Dicho esto, te invito al mundo de las decisiones en materia de finanzas personales.

       Alberto Tovar Castro

1 Toma de decisión

       1. El dinero: ¿La abundancia te conduce a la felicidad?

      Dice el dicho que «el dinero no es la felicidad, sobre todo cuando es poco». El problema es que la palabra «poco» resulta ambigua, pues habrá quien teniendo una gran fortuna se deprima al perder parte de su caudal, mientras otros, con ingresos exiguos, se sientan afortunados de contar con ellos.

      Como ejemplo basta recordar el caso del multimillonario alemán, Adolf Merckle quien se suicidó por los problemas que se derivaron de la crisis financiera global del año 2008. Si bien, perdió una parte significativa de su fortuna, con todo y la pérdida se hubiese quedado con suficiente riqueza como para ser la envidia de la mayoría de los mortales.

      Investigaciones internacionales concluyen que, a nivel de país, no necesariamente son más felices quienes poseen dinero en abundancia; es decir, pobres y ricos son igualmente proclives a sentirse felices. Aún cuando la medición de los índices de bienestar en México es escasa, uno de los estudios pioneros elaborado por investigadores de la Universidad de Monterrey muestra que aquellos que consideran muy importante el ingreso y las posesiones materiales son en promedio más felices.

      En el libro La felicidad y los valores en el área metropolitana de Monterrey, los investigadores apuntan que este fenómeno puede ser causado por el hecho de que las personas que consideran el ingreso como relevante, llevan vidas ordenadas desde el punto de vista económico.

      Entonces, si alguien se preocupa por ahorrar, planificar o mantener un estilo de vida acorde con sus capacidades económicas es probable que tenga una situación financiera estable y satisfactoria.1

      Creo que estarás de acuerdo en que los recursos monetarios en sí mismos no proporcionan la felicidad, pues lo que adquieres con el dinero son bienes materiales o servicios, mientras la felicidad es un concepto intangible de mayor profundidad.

      En todo caso, el recurso sirve para alcanzar otro tipo de satisfacciones como la sensación de seguridad, éxito, disfrute o sentido de pertenencia a un determinado grupo social.

      Si pensamos en una situación en donde el recurso económico es poco, seguramente lo asociaremos con estrés y preocupación, porque significa dejar de proporcionar los satisfactores básicos a nuestra familia.

      Vivimos en un mundo material y nos preocupan aspectos tales como cambiar de auto, comprar casa, la universidad en donde estudiarán los hijos, el lugar para salir de vacaciones; o, si somos más planeados, cuánto se requiere para una jubilación digna.

      Es un hecho que una buena parte de las enfermedades están ligadas al estrés y éste a la falta de dinero o la preocupación por administrarlo de manera correcta.

      Entonces, el dinero como tal no da la felicidad, sino que te proporciona una base para estar tranquilo en lo que se denominaría salud financiera; esa relación entre el ingreso y cómo se distribuye entre los gastos para alcanzar los anhelos de vida.

      Por eso, las finanzas personales son más cálidas de lo que parecen, al tener que ver con proporcionar a la familia y a uno mismo la tranquilidad sobre la parte material de la vida.

      Las finanzas personales no representan algo frío, trascienden los conceptos de inversión o el dejar de gastar. Al contrario, tienen que ver con el disfrute de las posesiones. Y la palabra «disfrutar» viene del latín, compuesta de dis (separar) fructus (fruto). Es decir, significa «sacar la fruta» o «gozar del producto de algo».

      Esto tiene una connotación a tomar en cuenta, pues significa que primero es necesario sembrar (trabajar) y luego cosechar (ingresar) para luego disfrutar (gastar con los seres queridos).

      Claro, ese disfrute es una responsabilidad de largo plazo, que nos permita gozar lo alcanzado sin comprometer el futuro. Ése, es el verdadero reto de la administración personal.

      Estamos reconociendo, dentro de las finanzas personales, que el ser humano tiene deseos, gustos, preocupación por el futuro, sueños y aspiraciones.

      Hagamos una analogía matemática muy simple. Si pensamos que la felicidad es estar satisfecho con lo que se tiene, entonces:

       Felicidad = Satisfacción

      Ahora bien, la satisfacción aumenta o disminuye por dos componentes; lo que tenemos (posesiones) y el cumplimiento de nuestras aspiraciones (deseos).

       Cambio en el nivel de satisfacción = Posesiones – Deseos

      Meditemos sobre esto. Si los deseos o aspiraciones son menores a las posesiones, entonces la satisfacción se eleva y, por tanto, se tiende a ser feliz. Imaginemos a un niño de un pueblo rural que se encuentra muy contento al jugar con su resortera, mientras que en el área urbana otros niños están tristes porque no poseen la última versión de un juego digital.

      Quiere decir que la resortera o el juego digital no son los mecanismos para elevar la satisfacción, sino la sensación de ver cubierto un deseo con una determinada posesión. Para el niño del pueblo rural, la resortera fue suficiente y cumplió sus deseos, mientras que para el niño del área urbana sus posesiones son insuficientes para satisfacer sus aspiraciones.

      Por lo tanto, la satisfacción financiera se eleva en dos vías: aumentando las posesiones o reduciendo los deseos.

      En el caso de las posesiones, se aumentan en la medida en que se tengan mayores ingresos. En tanto, los deseos bajan si me conformo con lo que tengo.

      Si te das cuenta, el enfoque de las posesiones tiende a ser materialista y apoya la idea de hacerse rico, mientras que el de moderar los deseos puede tener una arista espiritual.

      Sin entrar al terreno religioso, que siempre será controversial, las grandes corrientes espirituales proponen el abandono de sí mismo y la humildad. Se infiere que quien se desprende de todo lo material en el mundo terrenal alcanza un alto grado de satisfacción y surge la «iluminación».

      Esta idea tiene mucho sentido, pues al estar ausente el deseo, cualquier posesión por muy mínima que sea es exagerada y suficiente.

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