Un novio en el mar. Debbie Macomber
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2005 Debbie Macomber
© 2019 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Un novio en el mar, n.º 302 - noviembre 2020
Título original: Navy Husband
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.
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Imagen de cubierta utilizada con permiso de Dreamstime.com
I.S.B.N.: 978-84-1348-962-9
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
ES una broma, ¿verdad? —preguntó Shana Berrie con tono inseguro a su hermana mayor, Ali, por teléfono. Ali era la más sensata de la familia. A ella, al contrario que a Shana, jamás se le habría pasado por la cabeza renunciar a su antigua vida, comprarse una pizzería-heladería y comenzar de nuevo en otra ciudad. Sólo una persona absolutamente necesitada de un cambio, mejor dicho, de un cambio drástico, habría sido capaz de una cosa así.
—Lo siento, Shana, pero tú me dijiste que sí a lo de la tutela.
Su hermana era enfermera de la Marina y estaba destinada en San Diego. Varios años atrás, cuando le pidió que se encargara de su sobrina en caso necesario, Shana aceptó inmediatamente. En aquel momento le había parecido una perspectiva muy lejana e irreal… pero eso fue antes de que su hermana enviudara.
—Sí que lo hice, ¿eh? —masculló mientras daba vueltas en torno a una caja de cartón. El piso que había alquilado estaba atiborrado de objetos de su nueva vida y restos de la antigua.
—No tengo otro remedio —le recordó Ali.
—Ya lo sé —apartándose el pelo color castaño oscuro de la frente, Shana se apoyó en la pared de la cocina y soltó el aire lentamente, con la esperanza de serenarse un poco—.