¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido

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¿Hubo socialismo en la URSS? - Jaime Canales Garrido

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socialización propiamente tal.

      De la afirmación de Lenin dimana la idea de que era tal su convencimiento de que el desarrollo de la sociedad y del Estado iría por esos derroteros, que se podía considerar a los medios de producción estatizados como socializados, porque, para él, lo relevante era que el poder político estaba en manos del proletariado. Y, en fin de cuentas, lo que importaba era de qué manera se irían a utilizar los medios estatizados, con qué fines.

      Con todo, como lo que importa es mostrar la visión “estatista” del marxista Lenin -ya sea tanto en lo atinente al “capitalismo de Estado”, como medida de política económica indefectible en las condiciones de Rusia, como al propio Estado proletario en su papel de agente económico en la época de la dictadura del proletariado- insistamos en encontrar, en el inmenso caudal de su obra, otros datos que nos permitan demostrar que sus planteamientos en torno de esta cuestión fueron inmutables y persiguieron un objetivo, indiscutiblemente, preciso: la transformación de la atrasada economía rusa -fundamentalmente, campesina- a través de la creación de ciertas relaciones capitalistas de producción -controladas, es claro, por el Estado Soviético-, como uno de los recursos para crear las bases materiales de la economía socialista.

      Pero el susodicho “paso hacia el socialismo”, debido a las condiciones que se crearon en ese tránsito para que las relaciones capitalistas de producción florecieran y se desarrollaran, fue un fenómeno no exento de graves riesgos y problemas, sobre todo sociales. Por lo que -¡quién otro sino el Estado proletario!- debía velar por que ese proceso no se le escapara de las manos.

      Es, precisamente, allí donde está el quid de la cuestión y las inevitables interrogantes: siendo el socialismo -por definición- el “monopolio capitalista de Estado” “puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista”, ¿qué forma y contenido caracterizaron y, acaso, caracterizarán a la economía socialista en la época de la dictadura del proletariado, cuando todos los ciudadanos sean “empleados de un solo consorcio del Estado”? ¿Qué será esto en otras palabras?

      ¿No es lo encima descrito el más puro monopolio del Estado en la economía o el “estatismo” o “centralismo” que no le gustaba y continúa sin gustarle a los anti-estatistas?

      ¡Que manifestación más clara del monopolio del Estado en la economía!

      Por ello, hablar de “estatismo” y “centralismo” ante tal aserto leninista sería-como quien dice- un infantilismo.

      La cuestión que se coloca aquí estriba en consideraciones elementales de lógica: en las condiciones históricas imperantes en que la Rusia Soviética se vio obligada a subsistir -relaciones de producción precapitalistas, abrumadora mayoría de pequeños y medianos campesinos, nivel elevadísimo de analfabetos, resistencia violenta de parte de la burguesía desplazada del poder, intervención militar extranjera y guerra civil, falta de cuadros calificados en las filas bolcheviques, amenazas permanentes de nuevas agresiones militares, bloqueo económico del país de los Soviets, nacionalización y expropiación de los medios de producción, de la tierra entre otros, de la banca, monopolio del comercio externo, etcétera, etcétera, etcétera- ¿podría haber habido alguna alternativa al sector estatal de la economía como principal motor de desarrollo y de conservación del régimen que pretendía construir el socialismo en Rusia? La respuesta cae por su propio peso: ¡No, no había!

      Por tanto, de los postulados de Lenin se sigue que los críticos del “estatismo” o han interpretado incorrectamente a Marx, Engels y Lenin o, lisa y llanamente, los han ignorado con la nada loable finalidad de criticar por inercia a Stalin.

      En suma, de todo lo expuesto anteriormente -y entendemos por qué-, dimana una avasalladora verdad: en lugar de haber “responsabilizado” a Stalin por el “estatismo”, Millas y los otros críticos deberían haber dirigido su “dedo acusador” a la persona de Lenin, que, en verdad, fue el impulsor de la política económica “centralista” -siguiendo consecuentemente las enseñanzas de Marx y Engels- y de la creación de un poderoso sector estatal de la economía.

      Ya hablamos de la institución, un mes después del triunfo de la revolución, del CSEN. Y, si a ella acrecentamos la creación, primero, de la GOELRO y luego del GOSPLAN, tendremos el cuadro macizo y completo del origen del monopolio del Estado en la economía soviética. Pero -hay que decirlo- no solo y tanto por razones ideológicas, sino, principalmente, porque las condiciones objetivas así lo exigieron.

      Los que conocen la lucha de Lenin y luego la de Stalin por acabar con la burocracia, tanto en el seno del aparato de Estado como en el partido, con la falta de educación, formación profesional y cultura del proletariado ruso -herencia de su reciente pasado campesino- y del propio campesinado -casi en su totalidad analfabeto en el momento del triunfo de la revolución social-,

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