Capitanes generales de Ejército en la Restauración (1874-1923). José María García Baudín

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Capitanes generales de Ejército en la Restauración (1874-1923) - José María García Baudín monografías

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diez de ellos, es decir un poco más de un 12 %.

      En el período que transcurre entre la caída de Espartero, el año 1843 y los pronunciamientos de Prim del año 1866 —período que, como es de sobra conocido, se alternan en el poder los generales Narváez y O’Donnell—, entre los generales considerados, sólo asciende a la dignidad de capitán general de Ejército, Francisco Serrano Domínguez, con una antigüedad 18 de julio de 1856, a la edad de cuarenta y cinco años Hay que esperar más de una década para encontrar promociones a esa dignidad, ya en las postrimerías del reinado de Isabel II, el 10 de octubre de 1867, en el caso del conde de Cheste, cuando este tenía cincuenta y ocho, y el 24 de abril del año siguiente, para los marqueses de Novaliches y la Habana, que tenían una edad de cincuenta y tres y cincuenta y ocho años, respectivamente. El marqués de Sierra Bullones, no es promocionado a capitán general por la reina Isabel II, lo que hace que se pase a la conspiración contra ella,67 teniendo que esperar a que su compañero el duque de la Torre le ascienda cuando era presidente del Poder Ejecutivo de la República siendo ya el general Zavala septuagenario.

      Tenemos pues, que cuatro de estos militares, alcanzan la cúspide del generalato a edades muy tempranas, entre los treinta y los treinta y seis años, siendo el más joven en lograr el empleo de teniente general, Manuel Pavía y Lacy, que lo obtuvo cuando sólo tenía treinta años de edad, mientras que Zavala lo alcanza cuando ya rondaba la cincuentena.

      Respecto a la edad que tenían cuando fueron promocionados a la dignidad de capitán general de Ejército, Espartero y Serrano, están en la cuarentena, con 44 y 46 años de edad respectivamente, Pavía y Lacy, Pezuela y Concha, tienen entre cincuenta y sesenta años —Pavía y Lacy, 53 años y Pezuela y Concha 57 años— teniendo Zavala cumplidos los setenta años.

      En la Tabla XI, podemos observar las edades en que alcanzan las diferentes clases del generalato, los seis personajes considerados

      TABLA XI. Edades que tenían los capitanes generales de Ejército, al alcanzar las diversas clases del generalato.

NombresEdades (Años)
Mariscal de campoTeniente generalCapitán general
Espartero404244
Serrano303345
Pezuela343658
Pavía y Lacy263053
Concha343658
Zavala364870

      2.4.1. Regencia del duque de la Victoria

      La renuncia a la regencia, por la minoría de edad de su hija, que ostentaba María Cristina, hizo que las cortes eligieran un nuevo Regente, cargo que recayó en el general Espartero, que lo ocupó desde el 10 de mayo de 1841 hasta el 30 de julio de 1843. Entre los varios pronunciamientos para intentar derrocar al duque de la Victoria, podemos destacar dos de ellos, el que se realizó en Madrid, dirigido por el teniente general Diego de León en el año 1841 y el alzamiento nacional de 1843, que dio fin a la regencia de Espartero.

      El primero de ello, dirigido por el conde de Belascoin, contó con la participación de varios jefes y oficiales, entre los que se encontraba el entonces brigadier Pezuela. Como consecuencia del fracaso de éste, Diego de León fue fusilado y el entonces brigadier Pezuela, fue sometido a un consejo de guerra que le condenó a ser privado de todos los honores y cargos recibidos, dado de baja en el Ejército y condenado a muerte en rebeldía. También el entonces mariscal de campo Pavía y Lacy, involucrado en la intentona de octubre, de 1841, a favor de María Cristina, hubo de emigrar a Francia, donde estuvo refugiado hasta que se produjo el levantamiento anti esparterista en julio de 1943, también llamado alzamiento nacional.68 El triunfo de este alzamiento hizo que Pavía y Lacy y Pezuela, regresasen del exilio y se incorporasen al Ejército, siendo ascendidos a los empleos de teniente general y mariscal de campo respectivamente. La caída del duque de la Victoria como Regente, tuvo como consecuencia que dicho general fuese privado de todos sus títulos, grados, empleos, honores y condecoraciones, y que se le sometiese a un consejo de guerra en caso de captura. Espartero, fue borrado de la lista de los capitanes generales de Ejército,69 no apareciendo en ella hasta 1846, año en que le fueron devueltos todos los honores de los que había sido despojado en 1843.

      En la fecha en que se produce el alzamiento nacional de septiembre de 1868, Baldomero Espartero, residía en la ciudad de Logroño, en donde se había retirado en el año 1856, después de dimitir de la presidencia del Consejo de ministros, y que desde ese año no había ejercido cargo alguno. Durante el reinado de Amadeo I, Espartero fue promovido a la categoría de príncipe con el apelativo de Vergara, como recompensa y recordatorio del Convenio de este nombre firmado por este general y el teniente general Rafael Maroto Isern70 que puso fin a la tercera guerra carlista. Hay que hacer notar que, en España, el título de príncipe solo lo ostenta el heredero de la corona —príncipe de Asturias—, aunque existe algún precedente, como es el caso de Manuel Godoy,71 nombrado príncipe de la Paz por Carlos IV.

      Francisco Serrano Domínguez, duque de la Torre, principal protagonista, junto a Juan Prim, del citado evento se encontraba confinado en La Orotava (Canarias) desde donde marchó a la Península acompañado de otros generales que estaban en el archipiélago, en idéntica situación.72 En la Península fue el primer firmante del manifiesto de España con Honra, siendo nombrado jefe del ejército de Andalucía que englobaba las fuerzas que se adhierena dicho evento. Los cargos que ocupó, desde 19 de septiembre hasta 8 de octubre de 1868, fueron, sucesivamente, jefe del ejército de operaciones que efectuó el alzamiento nacional, general en jefe del Ejército español y ministro Universal, hasta que en esta última fecha fue nombrado presidente del Consejo de ministros, cargo que ocupó hasta el16 de junio de 1869, es decir ocho meses y ocho días. En esta última fecha, fue nombrado regente del Reino, que ocupó hasta el 4 de enero de 1871, fecha en que se declaró oficialmente a Amadeo de Saboya, como rey de España.73

      Los otros cuatro capitanes generales de Ejército presentes en la fecha en que se inició La Gloriosa —Manuel Gutiérrez de la Concha é Irigoyen, marqués del Duero, Juan Pezuela y Ceballos, conde de Cheste, Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches y José Gutiérrez de la Concha é Irigoyen, marqués de la Habana—, permanecieron leales a la reina Isabel II, siendo este último designado presidente del Consejo de ministros el último bajo su reinado, que organizó la defensa de dicha reina nombrando su hermano Manuel general en jefe de los distritos de Castilla la Mancha y, al conde de Cheste, general en jefe de los distritos de Cataluña y Aragón, y al marqués de Novaliches en el mismo cargo para los distritos de Andalucía, Granada y Extremadura.74 El marqués de Novaliches, al frente del ejército leal a la reina, se enfrentó —como es bien conocido— a las fuerzas que lideraba el duque de la Torre, encontrándose ambos ejércitos en los alrededores de la localidad de Alcolea, en donde el 28 de septiembre se produce el choque entre ellos, al grito de «viva la reina», el que manda Pavía y Lacy, y viva la libertad, el liderado por el general Serrano. El triunfo de las fuerzas revolucionarias en dicha batalla tuvo como consecuencia la huida de la reina para el exilio y la finalización de la monarquía de la casa de Borbón. A partir de la batalla de Alcolea, podemos decir que comienza el período, que conocemos como Sexenio democrático o revolucionario, en el que solo Francisco Serrano Domínguez entre los cinco capitanes generales presentes, tiene un marcado protagonismo. En efecto, el duque de la Torre, ocupó los cargos de presidente del Consejo de ministros y ministro de la Guerra, durante el reinado de Amadeo I en dos ocasiones (04/01/1871 a 24/07/1879 y 26/05/1872 a 13/06/1872), a lo que siguió un período de ostracismo durante la primera República, contra la que conspiró junto al marqués del Duero, lo que le obligó a exilarse en Biarritz. El golpe

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