Capitanes generales de Ejército en la Restauración (1874-1923). José María García Baudín

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Capitanes generales de Ejército en la Restauración (1874-1923) - José María García Baudín monografías

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HONORES Y CONDECORACIONES

      Las máximas órdenes en el ámbito civil y militar son la Real e Insigne Orden del Toisón de Oro y la Real y Militar Orden de San Fernando, respectivamente.

      Los datos considerados para la elaboración de este apartado se basan fundamentalmente en lo expuesto por Ceballos-Escalera81 y en los expedientes personales depositados en el Archivo General Militar de Segovia. Los seis personajes estudiados fueron agraciados con la citada orden, dos de ellos con anterioridad al pronunciamiento de Sagunto —Espartero y Serrano—, el primero de ellos durante la regencia de María Cristina, durante la minoría de edad de la reina Isabel II, y el duque de la Torre ya en la mayoría de edad de dicha reina. El duque de la Victoria fue elegido caballero el 3 de junio de 1840 debido a su participación en el triunfo sobre las tropas carlistas y la finalización de la primera guerra carlista, siendo investido en Valencia por el conde de Santa Coloma el 28 de agosto del mismo año. El general Serrano fue distinguido un cuarto de siglo después, el 27 de junio de 1866, durante la mayoría de edad de Isabel II, por los méritos contraídos en sofocar la sublevación del cuartel de San Luis. El collar que recibió, el correspondiente al teniente general Ramón Zarco del Valle fallecido dos meses antes, le fue investido por la propia reina Isabel II en Madrid el 12 de julio de 1866, siendo su padrino el duque de Medinaceli.

      Tres de los otros cuatro capitanes generales, Pezuela, Pavía y Zavala, fueron elegidos caballeros, ya en el reinado de Alfonso XII; inmediatamente después del pronunciamiento de Sagunto el conde de Cheste y el marqués de Novaliches, y tres años y medio después el marqués de Sierra Bullones. La elección de caballero de los generales Pezuela y de la Puente y Pavía y Lacy efectuada el mismo día, el 12 de enero de 1875, fue debida, sin duda alguna, a la fidelidad probada por estos dos generales a la monarquía borbónica, por la que arriesgaron su carrera, perdiéndola durante un tiempo.82 Ambos fueron investidos por el rey Alfonso XII el mismo día, el 17 de marzo de 1875, recibiendo los collares que fueron de Salustiano Olózaga y del duque de Riansares, Pezuela y Pavía respectivamente, bajo el padrinazgo de los condesde Puñonrostro y de Pinohermoso. El marqués de Sierra Bullones, único de los seis capitanes generales emparentado con la más alta nobleza por su matrimonio con María del Pilar de Guzmán y de la Cerda, hija del duque de Nájera, fue elegido caballero el 3 de junio de 1878, a la avanzada edad de 74 años, un año antes de su muerte, recibiendo el collar que fue del duque de Saldaña, siendo apadrinado por el duque de Fernán Núñez.

      Hay que esperar a la regencia de María Cristina para que fuese elegido caballero de la orden en cuestión el marqués de la Habana, que lo fue con fecha de 6 de enero de 1886, ya con 76 años de edad, recibiendo el collar que usó el duque de la Torre, que por ironías del destino, fue el que contribuyó a destronar a Isabel II, diecisiete años antes, y derrocar a José Gutiérrez de La Concha, el último presidente de Gobierno de la citada reina.

      En la Tabla XII, podemos observar las fechas de concesión, así como el reinado en que se produce, de esta Insigne orden, de los seis capitanes generales de Ejército, elevados a dicha dignidad, antes del pronunciamiento de Sagunto.

      TABLA XII. Fechas concesión de la orden del Toisón de Oro.

PersonajeReinadoFecha concesión
EsparteroRegencia de Mª Cristina3 de junio de 1840
SerranoIsabel II27 de junio de 1866
PezuelaAlfonso XII12 de enero de 1875
Pavía y LacyAlfonso XII12 de enero de 1875
ZavalaAlfonso XII3 de junio de 1878
ConchaRegencia de Mª Cristina6 de enero de 1886

      La Real y Militar Orden de San Fernando, creada durante la guerra contra el francés (1808-1814), para premiar hazañas guerreras, se compone de tres tipos de condecoraciones: la cruz sencilla de primera clase para oficiales y jefes y la tercera clase para brigadieres y generales; la cruz laureada de segunda clase para jefes y oficiales y cuarta clase para brigadieres y generales, y la gran cruz o cruz de quinta clase.83 La cruz sencilla, estaba concebida para premiar hechos distinguidos, y la laureada, que se otorgaba bajo juicio contradictorio, era para hechos heroicos.

      La gran cruz estaba destinada para generales en jefe de un ejército, que habían realizado un evento extraordinario. En relación con esta gran cruz o cruz de quinta clase, todos los personajes estudiados la llegaron a obtener, pudiendo distinguir su concesión durante una guerra o de resolución de conflictos internos. En el primero de los casos la obtuvieron, Espartero durante la primera guerra carlista, siendo mariscal de campo, en mayo de 1835, Concha en la guerra de Cuba cuando era teniente general y sofocó la invasión del ex general Narciso López —13 al 24 de agosto de 1851—, y Zavala durante la guerra de África por su actuación como teniente general con mando en cuerpo de ejército, en la batalla de Sierra Bullones. En el segundo supuesto, esto es, la resolución de conflictos internos, dicha gran cruz la consiguieron Pezuela y Pavía siendo tenientes generales, por su actuación en los sucesos revolucionarios de Sevilla y por sofocar los pronunciamientos de Huesca, en noviembre de 1844, respectivamente. La gran cruz concedida a Serrano, por Real cédula de 3 de enero de 1844, no es debida a un hecho en concreto, sino a una carrera como se expresa literalmente en su concesión, Queriendo S. M. darle una muestra de lo grato que le habían sido los singulares y relevantes servicios que había contraído en diferentes épocas y en todas las circunstancias, y deseando que ostentara un premio que acreditase su valor y méritos militares, le confirió esta Gran Cruz.84

      La cruz laureada la consiguieron todos los generales considerados, con la excepción del conde de Cheste, siéndoles otorgada en la mayoría de los casos durante la primera guerra carlista, con la única excepción de Baldomero Espartero. Este general obtuvo una de segunda clase, siendo coronel en la guerra de la independencia sudamericana, en Perú, el 19 de enero de 1823 en la batalla de Torete. En la guerra de los siete años o primera guerra carlista, Espartero obtuvo dos de cuarta clase, siendo ya mariscal de campo, por su actuación en las acciones de Arrigorriaga y Orduña (Vizcaya), siendo entre los considerados el militar de mayor graduación en ganar la cruz laureada

      Entre los demás militares que obtuvieron la laureada en la primera guerra carlista, considerando el mayor empleo que tenían cuando la consiguieron, figuraen primer lugar Manuel Pavía y Lacy, que consiguió una de cuarta clase cuando era brigadier y otra de segunda clase en el empleo de coronel, por su actuación en la acción de Novaliches el 22 de marzo de 1840, y por el sitio y toma de Solsona (Lérida) del 21 a 27 de julio de 1838respectivamente. En empleos inferiores a coronel, encontramos la laureada de segunda clase obtenida por los méritos contraídos en la acción de Castelserán (Teruel) por el entonces comandante Francisco Serrano Domínguez, y las obtenidas siendo capitanes por José Gutiérrez de la Concha y Juan Zavala, por su actuación en la batalla de Gra (Lérida) el 12 de junio de 1837 y la participación en las acciones de Ceánuri, del puente de Burceña y del monte Sollube (Vizcaya) los días 15 y 22 de marzo, respectivamente

      Otras laureadas otorgadas fuera del contexto de la primera guerra carlista, fueron la de segunda clase otorgada a Concha por permuta de cuatro sencillas de primera clase conseguidas en dicha guerra siendo teniente coronel, por Real cédula de 2 de octubre de 1841, como también la cruz de cuarta clase concedida a este mismo general por Real orden de 5 de marzo de 1847, cuando era capitán general de Cuba.

      Respecto a las cruces sencillas, todos estos generales poseen al menos una, conseguidas en diferentes empleos, desde teniente a brigadier. Francisco Serrano y Manuel Pavía y Lacy, consiguieron durante la primera guerra carlista una de primera clase cuando eran tenientes y una de tercera clase ostentando ya el empleo de brigadier. En efecto, los tenientes Serrano y Pavía

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