Familia y crianza en la diversidad. Carlos Iván García Suárez

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Familia y crianza en la diversidad - Carlos Iván García Suárez Serie Latinoamericana de Niñez y Juventud

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convencionales asociados a la autoridad del patriarcado, la docilización de los hijos y la naturalización de la violencia física y simbólica en la familia. Se trata de una perspectiva que asume este proceso vital de los seres humanos no solo como una preparación para el futuro, sino también como una respuesta ética, pluricultural y polifónica que posibilita otros modos de relación e interacción entre los cuidadores y los niños (Elias, 1998). Estos planteamientos evidencian que la crianza y las dinámicas familiares ya no pueden ser explicadas únicamente desde prescripciones universales, y en ocasiones hegemónicas, sino desde aspectos vinculares que necesariamente deben involucrar la subjetividad, la cultura y la política.

      En esta dirección, estas miradas hacia la realidad de las familias en la contemporaneidad pueden ofrecer luces para problematizar asuntos como la crianza en medio del conflicto armado, el desplazamiento forzado, la marginalidad, la migración transnacional y los territorios fronterizos. También pueden aportar perspectivas teóricas útiles para analizar las dinámicas de las familias y la crianza frente a situaciones propias de los hijos, como la discapacidad, los procesos de socialización familiar en la cultura mediática y el ejercicio de la paternidad en condición juvenil. Asimismo, proponen otras lecturas frente a fenómenos que involucran a la niñez y a la familia en procesos de transición política, económica y sociocultural, como la visibilidad (y a veces la estigmatización) de familias diversas y la parentalidad frente a la develación de la homosexualidad en los hijos e hijas.

      Por esta razón, los capítulos expuestos en este libro abordan problemáticas relacionadas con la familia y la crianza en Colombia desde el horizonte amplio de la política, la cultura y la diversidad. En tal sentido, los trabajos aquí compilados asumen la familia como una realidad social y subjetiva, así como un campo de conocimiento, el cual se configura no solo como un sistema teórico útil para explicar determinados fenómenos relacionados con esta forma de organización social, sino también para identificar las realidades de las familias en la estructuración del orden social, la cultura y la subjetividad. De este modo, se puede afirmar que la familia es también una realidad social cambiante, cuya trama entrelaza aspectos emocionales y afectivos que se producen en su intimidad, con fenómenos sociales, políticos y culturales de carácter macrosocial (Palacio, 2009). Vale señalar que este vínculo entre lo privado y lo público incluye procesos y relaciones de carácter intra e intergeneracional (Jelin, 1998).

      Otro aspecto que busca destacar este trabajo es la resignificación del modelo emocional de familia, así como la dicotomía instalada desde el proyecto de modernidad en el que las mujeres se ubican en el espacio privado de la familia con funciones reproductivas específicas, mientras que los hombres se desenvuelven en el mundo público con funciones de producción precisas. De acuerdo con Illouz (2007), este modelo, propio del capitalismo emocional, y profundizado a lo largo del siglo XX, surgió y se ha legitimado en el tiempo como consecuencia de un orden social, generacional y de género que ancla lo femenino al cuidado, lo doméstico y lo íntimo, y lo masculino a lo público, el poder y el control. Dicha resignificación reafirma, no solo la idea de que las mujeres también deben y pueden estar en lo público, sino que el cuidado y lo emocional también hacen parte de lo político. En consecuencia, esta jerarquía naturalizada en el tiempo debe ser discutida y replanteada.

      En sintonía con lo anterior, en varios de los capítulos del libro se examina la existencia de una suerte de romantización de la familia, entendida en muchas sociedades —entre ellas la colombiana— como “la célula básica de la sociedad”. Al respecto, es importante señalar que históricamente la familia ha sido un escenario que legitima ciertas figuras y dispositivos de poder, y que también se ha convertido en un espacio generador y receptor de diversas formas de violencia. De hecho, existen evidencias empíricas que muestran su carácter reproductor, especialmente en lo que concierne a prácticas sexistas, patriarcales, clasistas, racistas y adulto-céntricas. No obstante, al ser una construcción social e histórica, en la que coexisten el cambio y la permanencia, la familia también se puede entender como un espacio de acogida y solidaridad, un lugar que puede habilitar a sus miembros para la transformación social, política y cultural, y una experiencia vital que agencia el desarrollo humano.

      De acuerdo con Palacio (2009), la familia, entendida como espacio de agencia para el desarrollo humano, está constituida por cinco dimensiones fundamentales de la vida social: sexualidad, procreación, sobrevivencia, convivencia y corresidencia. Estas dimensiones se institucionalizan por medio de figuras jurídico-políticas, sociales y simbólicas, tales como la conyugalidad, la maternidad/paternidad, la filiación, la crianza y el cuidado. Tanto las dimensiones como las figuras institucionales, sociales-simbólicas marcan un tejido relacional y una posibilidad de ser y estar en el mundo. Se trata de una alternativa sociocultural que, en un mundo desbocado, se convierte en una especie de institución concha (Giddens, 2000) que atraviesa etnias, pueblos y culturas. Lo común a estos elementos configuradores de la familia en el mundo contemporáneo es su diversidad y diferencia.

      Con base en lo planteado hasta el momento, el presente libro tiene como propósito exponer algunas perspectivas teóricas sobre las familias y las experiencias de crianza en el contexto de la diversidad, por medio de capítulos de reflexión y de resultados de investigación. Busca ofrecer al lector conceptos y estados del conocimiento, así como interrogantes y problematizaciones en este campo de estudio, que contribuyan a su actualización y discusión. Lo anterior, teniendo en cuenta que los autores, además de ser expertos en estas temáticas y pertenecer a grupos de investigación y redes académicas en este campo, han realizado sus investigaciones de doctorado en asuntos que involucran a la familia, la crianza y la infancia en relación con la diferencia de género, sexual, generacional, por clase social y por situación de discapacidad. En tal sentido, el texto se divide en cinco capítulos.

      El primer capítulo, titulado “Crianza y paternidad: inquietudes en el contexto colombiano”, de Carlos Iván García-Suárez, propone enriquecer las definiciones en torno al concepto de crianza, mostrando que se trata de un conjunto dinámico de relaciones éticas y de género que posibilita el reconocimiento de las interacciones existentes entre la construcción de masculinidades, los ejercicios paternos y la crianza propiamente dicha. Para tal efecto, García-Suárez desarrolla inicialmente un conjunto de nociones que se hallan en la literatura sobre la crianza para proponer una definición alternativa. Luego, aborda los vínculos entre la masculinidad, los varones y su ejercicio paterno como un aspecto imprescindible para el estudio de la crianza hoy. Posteriormente, describe el contexto crítico colombiano en torno a las relaciones de hombres y mujeres, con énfasis en las dinámicas familiares. Por último, expone una serie de interrogantes y propuestas de reflexión alrededor de la crianza y la paternidad en el contexto colombiano.

      En el capítulo dos, denominado “Experiencias en el campo de la crianza”, escrito por Doris Amparo Parada-Rico, se plantea que el estudio de la crianza siempre se ha de enfrentar al deber ser y la realidad concreta de los actores sociales que la ejercen. En tal sentido surge la crianza como experiencia, lo cual le permite a la autora profundizar en lo que denomina campo de la crianza, comprendido como el lugar de interacción de múltiples actores, en el cual emergen sentimientos y racionalidades diversas que posibilitan la constitución y la transformación de subjetividades en el espacio social. Partiendo de la noción de experiencia de crianza, Parada destaca cómo en esta surgen nuevos saberes, nuevas posibilidades de intersubjetividad, nuevas formas relacionales y una serie de actitudes que dan lugar a acontecimientos divergentes en la vida social y familiar.

      El capítulo tres, llamado “¿Crianza a distancia? Una mirada desde las familias transnacionales”, escrito por Claudia Yaneth Fernández-Fernández, explora investigaciones desarrolladas en América Latina y el Caribe en torno a las llamadas familias transnacionales, con énfasis en el fenómeno de la crianza. En este estado del arte, la autora identifica una primera tendencia, relacionada con los vínculos afectivos y la comunicación, en la que se destacan las estrategias utilizadas por estas familias para mantener el vínculo con sus hijos cuando se produce la migración. La segunda tendencia se centra en la transformación de los roles de género que emergen cuando uno o ambos padres deciden emigrar. Y la tercera

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