El liberalismo herido. José María Lassalle

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El liberalismo herido - José María Lassalle

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      EL LIBERALISMO HERIDO

      © del texto: José María Lassalle, 2021

      © de esta edición: Arpa & Alfil Editores, S. L.

      Primera edición: mayo de 2021

      ISBN: 978-84-17623-99-9

      Depósito legal: B 6488-2021

      Diseño de colección: Enric Jardí

      Diseño de cubierta: Anna Juvé

      Maquetación: Àngel Daniel

      Producción del ePub: booqlab

      Arpa

      Manila, 65

      08034 Barcelona

       arpaeditores.com

      Reservados todos los derechos.

      Ninguna parte de esta publicación

      puede ser reproducida, almacenada o transmitida

      por ningún medio sin permiso del editor.

      José María Lassalle

      EL LIBERALISMO HERIDO

      Reivindicación de la libertad frente

      a la nostalgia del autoritarismo

      SUMARIO

       INTRODUCCIÓN: ¿ORDEN O CAOS?

       1. La era populista

       2. El siglo antiliberal

       3. Escombros liberales

       4. Guerras culturales

       5. Mercado total

       6. El giro autoritario

       7. Hacia la Ilustración oscura

       8. Golpe de Estado 4.0

       9. Momento Spinoza

       10. Humanismo tecnológico

       BIBLIOGRAFÍA

      Para las tres mujeres de mi vida, Gisela, Adriana y Valeria.

      Naturalmente nosotros, los que no queremos ser radicales, nos encontramos en una situación de dificultad creciente: no debemos dejarnos apartar...

      STEFAN ZWEIG, Diarios (1931-1940)

      INTRODUCCIÓN

      ¿ORDEN O CAOS?

      El 6 de enero de 2021 el tsunami populista golpeó la colina del Capitolio estadounidense. La estampa de un búfalo humano presidiendo la Cámara de Representantes quedará para la posteridad como el recordatorio de que la democracia liberal está en peligro. Desde entonces, esta idea ha dejado de ser hipótesis para convertirse en un hecho incontrovertible. Ahora sabemos que la versión más agresiva y poderosa del populismo quiere acabar con ella. Digo versión, porque la era populista en la que nos adentramos ofrece varios rostros, aunque todos comparten el mismo objetivo: reconfigurar el sujeto político y ponerlo a las órdenes de un poder que se ejerce utilizando las emociones.

      Por un tiempo se pensó que el populismo sería transversal e igualitario. Ahora empezamos a ver que será vertical y autoritario, aunque también cabe un tercer rostro que hibride ambas posibilidades. Con todo, desde el asalto al Capitolio, la versión más autoritaria del populismo gana enteros; y la consumación de sus propósitos, también. Quiere convertir la democracia en lo que Pierre Rosanvallon define como una democradura. Una forma política posmoderna que fusiona la democracia y la dictadura mediante un gobierno esencialmente iliberal que, sin embargo, mantiene el aspecto exterior de una democracia.

      El siglo XXI ha hecho posible que hablemos de ella y una sucesión de crisis que la televisión ha registrado con imágenes nos muestra el proceso que nos ha traído hasta aquí. Primero, los Boeing impactando sobre las Torres Gemelas. Después, los ejecutivos de Lehman Brothers abandonando con sus cajas la sede neoyorquina de la compañía. Finalmente, una multitud de fanáticos ocupando el hemiciclo de la Cámara de Representantes en Washington tras escuchar una alocución del expresidente Trump.

      11 de septiembre de 2001, 15 de septiembre de 2008 y 6 de enero de 2021. Tres fechas que conectan tres momentos críticos de la historia de la democracia liberal y que el coronavirus ha modelado como una hipercrisis global. Los malestares acumulados tras las vivencias colectivas de cada una de esas crisis nos han traído aquí, y han provocado el oleaje populista que ha chocado estrepitosamente contra los muros del templo de la democracia moderna.

      El desenlace hasta el momento es desolador: nos falta seguridad, no tenemos prosperidad y tampoco salud. Esta circunstancia hace que nos asomemos a un momento histórico donde la impotencia y la vulnerabilidad van de la mano y nos abocan peligrosamente a una psicología colectiva que busca redentores. Crece la sensación de que la democracia liberal es un modelo fallido. Los estados de excepción no han restaurado la seguridad; el capitalismo cognitivo no ha traído el bienestar para todos y la vacunación contra la covid-19 restablece lentamente la salud física y mental de una sociedad agotada y resignada ante la adversidad.

      El viejo dilema seguridad o libertad se agudiza con la descomposición perceptiva de ambos en otro nuevo: orden o caos. Aquí es donde la democracia liberal pierde pie ante las profundidades posmodernas de una sociedad ingobernable agitada por un imaginario de catástrofes globales. Primero, porque el ser humano empieza a estar cansado y decepcionado de la experiencia cívica de ser un adulto kantiano; y segundo, porque la interacción compleja de problemas que acompaña la globalización adquiere tal magnitud e intensidad que solo la inteligencia artificial se ve como solución a ella. La suma de todo explica que el liberalismo esté herido por la nostalgia de que alguien decida por nosotros. Una pulsión que irá a más. Hasta el punto de dibujar un horizonte con rostro y propósito de hiperpoder: un Ciberleviatán que decida por todos dentro de la experiencia colectiva de un mercado total. Una distopía que es posible, pero no inevitable, bajo la era del populismo.

      Con

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