La disputa por el poder global. Esteban Actis

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La disputa por el poder global - Esteban Actis Claves del Siglo XXI

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en un problema: quiero saber por qué algo no funcionó cómo se esperaba, y recurro a todas las herramientas y todo el conocimiento disponible para averiguarlo. Esteban y Nicolás se alinean en este último grupo: son teóricamente pluralistas y metodológicamente eclécticos, y nada de lo humano les es ajeno. ¿Por qué el mundo está en crisis? ¿En qué se parece esta crisis a las anteriores y en qué se diferencia? ¿Y qué factores pueden impulsar a la política internacional en cuáles trayectorias? El lector que busque ratificar prejuicios se desilusionará. Este libro abraza la complejidad del mundo y procura entenderla, no esconderla.

      Los autores no caen en la grieta: a pesar de conocerlos personalmente, y después de leer su obra, no sé a quién votan. Ellos no confunden análisis con deseos, el gran problema de quienes buscan cambiar el mundo antes de comprenderlo. Tejen sus argumentos con datos y con conceptos ajustando el análisis a la realidad –y no al revés–.

      Hay cuatro formas en que un académico puede intervenir en el debate público: como intelectual orgánico, como intelectual público, como analista político y como divulgador científico. El intelectual orgánico defiende a un partido; es un militante instruido. El intelectual público defiende causas variadas; suele saber mucho sobre un tema y pontificar sobre otros. El analista político torna inteligible la realidad; aplica categorías y conceptos de las ciencias sociales a los procesos políticos. El divulgador científico torna inteligible la ciencia; presenta investigaciones y descubrimientos académicos de forma comprensible para el lego. Los autores de este libro cumplen eficazmente los dos últimos roles, y dejan el papel de intelectual orgánico e intelectual público para quienes no entienden de ciencia o de política.

      Desde hace tiempo hay quienes postulan, medio en broma y medio en serio, a Rosario como la Capital Argentina de las Relaciones Internacionales. Ya su Concejo Municipal la había declarado, en 2018, Cuna del Rock Argentino, como si no les bastase con haber sido la cuna de Roberto Fontanarrosa. No es recomendable seguir alimentando ese ego, so riesgo de que parezcan porteños. Y sin embargo, libros como este justifican el apodo.

      Andrés Malamud

      Lisboa, agosto 2020

      A Georgina, mi compañera de vida. Por su infinito amor

      y paciencia en los difíciles tiempos de cuarentena. A mi

       hija Agustina, por iluminar cada momento. Sin ellas,

      estas páginas no hubiesen sido posibles.

      Esteban Actis

      A las mujeres de mi vida: mi abuela María Luisa

       –quien ya no está–, mi mamá Ana, mi tía Mónica

       y mi compañera de vida, Natalí. Porque todo

       lo bueno que ocurre en algún punto siempre es gracias

       a ellas y al amor que me brindan.

      Nicolás Creus

       Hace mucho tiempo, en mi juventud, yo tenía el descaro de creerme capaz de pronunciarme sobre el “sentido de la historia”. Ahora sé que el sentido de la historia es algo que debemos descubrir, no proclamar.

      Henry Kissinger

      Tiempo, geografía y áreas temáticas. Pocas veces en la historia contemporánea un acontecimiento generó tanto impacto en tantas dimensiones como la pandemia del COVID-19. En cuestión de meses y en una escala planetaria, los principales aspectos de la vida humana se vieron trastocados. El trabajo, el ocio, el consumo, la educación, la política, los negocios, el cuidado de la salud y las relaciones sociales en general fueron reformulados en pos de adaptarse a una estremecedora e impactante “nueva normalidad”.

      Un aspecto que evidencia con claridad el carácter altamente disruptivo del COVID-19 es la reiteración de la frase “por primera vez en la historia”. Nunca antes ocurrió que millones de personas fueran obligadas a permanecer en cuarentena en sus hogares al tiempo que más de mil millones de estudiantes de todos los niveles educativos en todo el mundo se vieron imposibilitados de asistir físicamente a sus clases. Por primera vez 85.000 museos en todo el mundo tuvieron que cerrar de manera simultánea sus puertas. El espacio de Schengen –acuerdo que constituye todo un símbolo de la integración europea, por medio del cual varios países del continente suprimieron los controles entre sí de las fronteras interiores– se cerró por primera vez desde su creación, mientras que en la Ciudad del Vaticano, en una imagen inédita, el Papa celebró la misa de Pascua sin fieles, frente a la Plaza de San Pedro vacía.

      En la dimensión económica los ejemplos abundan. Las minas de plata de Potosí paralizaron su producción luego de cinco siglos de actividad sin interrupciones y el precio del petróleo registró un peculiar récord al cotizar por primera vez en valores negativos en su variedad WTI. Por su parte, la Reserva Federal de los EE. UU. (FED) llevó adelante una política de estímulo sin precedentes que hace lucir pequeña a la desplegada durante la crisis financiera internacional de 2008, hasta ese entonces la mayor de la historia. La deuda global en relación al PIB se amplió de manera significativa en el contexto de la pandemia marcando un nuevo máximo histórico, del mismo modo que lo hicieron los déficits fiscales en la mayoría de los mercados emergentes. Igual de fuerte e histórica –tanto en volumen como en velocidad– fue la salida de fondos registrada en estos últimos, en busca de un refugio seguro ante tanta incertidumbre a nivel global. Más impresionante aún fue la caída en las principales plazas bursátiles, con el índice Standard & Poor’s 500 –uno de los más importantes y representativos de EE. UU.– registrando la mayor pérdida de valor en el menor lapso de tiempo, en términos comparativos con anteriores caídas a lo largo de la historia.

      En este marco, no caben dudas de que estamos siendo testigos de lo que los internacionalistas llamamos un “acontecimiento con impacto sistémico”. La afectación no se reduce a un conjunto de actores, interacciones y agendas, sino que, por el contrario, condiciona el comportamiento de todas y cada una de las unidades del sistema e impacta en todas sus dimensiones (político-diplomática, económico-financiera, comercial y estratégico-militar). La literatura anglosajona denomina game changer a este tipo de eventos por sus efectos disruptivos.

      Por todo lo referido, resulta evidente que más allá de los desafíos que la pandemia supone para la ciencia biológica y la medicina, vinculados con el desarrollo de vacunas y tratamientos que logren controlar los efectos del COVID-19, constituye además un gran desafío para las ciencias sociales en general y para las relaciones internacionales en particular. Para agregar complejidad al asunto, la pandemia se combina y retroalimenta con un proceso incluso más desafiante que la antecede y atraviesa, a saber: la disputa por el poder global, con Estados Unidos y China como principales protagonistas. El alcance y la magnitud del impacto de estos procesos, sumado al carácter multidimensional de sus efectos, conducen indefectiblemente a la gran pregunta que atraviesa todo el debate: ¿la pandemia del COVID-19 cambiará el mundo? Si usted lector espera encontrar en estas páginas una respuesta taxativa y unívoca para este interrogante, lamentamos decepcionarlo y sentimos la obligación de anticiparle que eso no ocurrirá, al menos no de ese modo. Como dice el popular dicho, “es muy difícil hacer pronósticos, sobre todo cuando se trata del futuro”.

      No obstante, a lo largo de este ensayo se identificarán las “fuerzas profundas” de la política internacional, es decir, aquellas tendencias –previas a la pandemia– que ejercen presión sobre el orden actual, así como también las principales variables que condicionan su intensidad, su dirección y su velocidad y de las cuales depende en consecuencia la configuración de los posibles escenarios futuros. Si bien resulta complejo determinar cómo

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