La disputa por el poder global. Esteban Actis

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La disputa por el poder global - Esteban Actis Claves del Siglo XXI

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ciertamente entrópico del mundo actual, al tiempo que mostró su peor rostro en 2020 con la rápida propagación por todo el globo del novel COVID-19.

      Ya en los años noventa, cuando afloraron los conflictos intraestatales (desintegración de Yugoslavia, disputa étnica en Ruanda, entre otros) y emergieron con fuerza las “nuevas amenazas” de carácter transnacional, muchos políticos y analistas reconocieron –y añoraron– el grado de certidumbre y previsibilidad que brindaba la denominada Cortina de Hierro durante el período de la Guerra Fría. Por aquel entonces, las dos potencias tenían un control relativo sobre las dimensiones externas, en tanto que las esferas de influencia de cada actor estaban perfectamente delimitadas. Poco quedaba fuera de ellas.

      Ahora bien, el actual evento sistémico tiene importantes diferencias con los episodios anteriores en relación con sus primeras e inmediatas consecuencias. La más importante de ellas es que los primeros efectos de la crisis del COVID-19 se han diseminado de manera rápida e inmediata por todo el planeta. Estamos presenciando una crisis mucho más global que las que la precedieron, tanto en las dimensiones sobre las cuales ha generado impacto como en su extensión. A los efectos gráficos, bien podemos caracterizar al COVID-19 como un terremoto a escala planetaria, puesto que de manera muy rápida, en un muy corto período de tiempo, generó un alto grado de destrucción cuyos efectos perdurarán a medio y largo plazo.

      El 11 de septiembre del 2001 alteró rápidamente la vida en los EE. UU. y en Medio Oriente. En relación con la potencia, los atentados provocaron casi 3.000 muertes (fue el primer ataque en suelo norteamericano desde el bombardeo japonés a Pearl Harbor) al tiempo que generaron una elevada sensación de pánico y miedo en la población. Esta situación habilitó una serie de reformas internas cuestionadas por su avance sobre las libertades individuales (Patriot Act). En el mundo árabe/musulmán, los atentados también provocaron pánico, miedo e incertidumbre en la población: suponían que las muertes en suelo propio –tal como ocurrió– solo eran una cuestión de tiempo.

      Naturalmente, la conmoción y la incertidumbre también tuvieron su impacto sobre las expectativas económicas globales: provocaron una desaceleración del crecimiento del PIB mundial –que pasó del 4,3% en el año 2000 a un 1,9% para el año 2001– además de impactar fuertemente en sectores específicos de la economía real como la industria del turismo y la aviación.

      Si la crisis del 2008-2009 fue una recesión, la actual crisis gatillada por la pandemia es una fuerte depresión. Desde una perspectiva histórica, el mundo atraviesa la cuarta mayor caída de la economía mundial de la era contemporánea. La más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

      Figura 1.1. Caída del PIB mundial per cápita (1876-2020)

       En porcentaje

figura1.1

      Fuente: Banco Mundial (2020, proyección).

      En este marco, los fallecimientos como consecuencia del esparcimiento del virus son otro indicador que evidencia el carácter altisonante de la crisis que atraviesa el mundo. En Europa hay que remontarse a la Segunda Guerra Mundial para ver tantas muertes por una misma causa en tan poco tiempo. En EE. UU., la cantidad de víctimas producto del COVID-19 registradas hasta mediados de agosto alcanzaba el escalofriante número de 170.000 ciudadanos estadounidenses fallecidos, lo que duplica el número total de soldados que perdieron la vida como consecuencia del involucramiento militar de EE. UU. en diferentes conflictos alrededor del mundo desde la guerra de Corea.

      La expansión efectiva y potencial del virus afectó a la economía real de todos los países del mundo en su totalidad, sin distinción de sectores, y provocó un crack bursátil mayor al experimentado en 2008 ante la elevada incertidumbre en los mercados respecto de los inconmensurables efectos de la pandemia. En magnitud, la recesión global del 2008-2009 quedó claramente atrás. Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a finales de enero al brote de coronavirus como pandemia, las proyecciones sobre el crecimiento del PIB mundial en 2020 fueron cada vez más sombrías y alcanzaron para el mes de junio la cifra de -5,2% (-6,2% el PIB per cápita) según el escenario base proyectado por el Banco Mundial en su reporte Perspectivas Económicas Mundiales.

      Para América Latina, la crisis del COVID-19 llegó en el momento menos oportuno. En diciembre de 2019, la Comisión Económica para América

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